Algo verdaderamente nuevo está dejando en claro el siglo que termina: se ha vuelto el Hombre más libre, pero paradójica mente, más esclavo que nunca existían muchos límites, a manera de puntos de referencia, que frenaban la acción del hombre y demarcaban los alcances de su poder. Citemos dos hechos que sucedían naturalmente: la concepción del ser humano y su muerte. Solo el acto de amor de dos cónyuges daba origen a la vida de un nuevo hijo y, en el otro extremo, la muerte natural cerraba inevitablemente el ciclo biológico de la existencia humana. Hoy día no es así.
Algo verdaderamente nuevo está dejando en claro el siglo que termina: se ha vuelto el Hombre más libre, pero paradójica mente, más esclavo que nunca existían muchos límites, a manera de puntos de referencia, que frenaban la acción del hombre y demarcaban los alcances de su poder. Citemos dos hechos que sucedían naturalmente: la concepción del ser humano y su muerte. Solo el acto de amor de dos cónyuges daba origen a la vida de un nuevo hijo y, en el otro extremo, la muerte natural cerraba inevitablemente el ciclo biológico de la existencia humana. Hoy día no es así.