Con el progresivo desarrollo de la humanidad, las diferentes áreas del conocimiento han protagonizado grandes cambios estructurales. Como parte de estas trasformaciones sociales y su impacto sociocultural, se aprecia un uso cada vez más globalizado de las Tics, los cuales están destinadas a perfeccionar los sistemas de comunicación y establecer líneas de acción enfocadas en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas.
El término comunidad tiene su origen en el vocablo latino communitas, que hace referencia a la característica de común y permite definir a diversas clases de conjuntos: de los individuos que forman parte de un pueblo, región o nación; de las naciones que están enlazadas por acuerdos políticos y económicos como la Comunidad Europea o el Mercosur o de personas vinculadas por intereses comunes como ocurre en determinadas comunidades religiosas.
Existe un nexo entre comunidad y sociedad, (también comprendemos su diferencia), sobre este tema hizo hincapié el sociólogo alemán Ferdinand Tönnies cuando escribió que “comunidad es lo antiguo y sociedad lo nuevo, comunidad es la vida en común duradera y auténtica; sociedad es sólo una vida en común pasajera y aparente.” (Citado por Álvaro, 2010, p.1) La comunidad, es el importante espacio de socialización resultante de la participación de los sujetos que la conforman.
En su artículo “Comunidad y Sociedad” (1931), Tönnies define la comunidad como el tipo de asociación en el cual predomina la voluntad natural. La sociedad es, en cambio, aquel tipo de comunidad formado y condicionado por la voluntad racional. El estudio señala que no se trata de realidades, sino de tipos ideales, pues toda agrupación humana participa de los dos caracteres mencionados en proporciones diversas y cambiantes.
Se comprende que una comunidad es un espacio sociocultural donde se asume un desarrollo de adentro hacia afuera que es alcanzado cuando los objetivos comunes trascienden a los particulares.
La gestación de una comunidad constituye un proceso de integración científica y comunitaria, cuyos ejes fundamentales son la participación y la cooperación. Tal integración tiene por base la comunicación abierta, franca, auténtica y sin límites, y su concreción se refleja, como entidad mediadora, en el proyecto que elabora la propia comunidad, cuyo núcleo central tiene como elementos fundamentales la toma, realización y control de decisiones. (Camellón & Olivera, 2009)
Pero la capacidad de autogestión de los actores involucrados, su sentido de identidad y pertenencia, no se limita a ejecutar acciones, sino tener una efectividad que permitan solucionar, evaluar, controlar y difundir las diferentes actividades que tengan lugar en la comunidad.
Durante los últimos años he venido reflexionando sobre la importancia que tiene el valor de la comunidad en el proceso de formación de nuestra identidad y realización personal. Considero que la identidad humana es uno de los aspectos esenciales de nuestra condición de personas con capacidad moral y que ésta se configura comunitariamente. La identidad humana[1]se construye en relación a lo que es significativo para nosotros, es decir nuestras vidas adquieres sentido en relación a algún bien supremo vivido en comunidad. Carecer de identidad es como no saber quiénes somos, dónde estamos, ni a dónde vamos. Los seres humanos vamos construyendo nuestra identidad a través de los procesos de desarrollo personal-social en un contexto determinado. Tener identidad nos permite saber quiénes somos y dar cierta direccionalidad a nuestras vidas. Saber responder a la pregunta ¿quién soy?, es fundamental, pues se trata de la pregunta acerca de la constitución de nuestra identidad. Los hombres de nuestra sociedad actual globalizada, capitalizada, preocupados por su bienestar material y su realización personal, pierden interés por el sentido de sus vidas y la constitución de su identidad. TE SIRVE
Respuesta:
Explicación:
Con el progresivo desarrollo de la humanidad, las diferentes áreas del conocimiento han protagonizado grandes cambios estructurales. Como parte de estas trasformaciones sociales y su impacto sociocultural, se aprecia un uso cada vez más globalizado de las Tics, los cuales están destinadas a perfeccionar los sistemas de comunicación y establecer líneas de acción enfocadas en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas.
El término comunidad tiene su origen en el vocablo latino communitas, que hace referencia a la característica de común y permite definir a diversas clases de conjuntos: de los individuos que forman parte de un pueblo, región o nación; de las naciones que están enlazadas por acuerdos políticos y económicos como la Comunidad Europea o el Mercosur o de personas vinculadas por intereses comunes como ocurre en determinadas comunidades religiosas.
Existe un nexo entre comunidad y sociedad, (también comprendemos su diferencia), sobre este tema hizo hincapié el sociólogo alemán Ferdinand Tönnies cuando escribió que “comunidad es lo antiguo y sociedad lo nuevo, comunidad es la vida en común duradera y auténtica; sociedad es sólo una vida en común pasajera y aparente.” (Citado por Álvaro, 2010, p.1) La comunidad, es el importante espacio de socialización resultante de la participación de los sujetos que la conforman.
En su artículo “Comunidad y Sociedad” (1931), Tönnies define la comunidad como el tipo de asociación en el cual predomina la voluntad natural. La sociedad es, en cambio, aquel tipo de comunidad formado y condicionado por la voluntad racional. El estudio señala que no se trata de realidades, sino de tipos ideales, pues toda agrupación humana participa de los dos caracteres mencionados en proporciones diversas y cambiantes.
Se comprende que una comunidad es un espacio sociocultural donde se asume un desarrollo de adentro hacia afuera que es alcanzado cuando los objetivos comunes trascienden a los particulares.
La gestación de una comunidad constituye un proceso de integración científica y comunitaria, cuyos ejes fundamentales son la participación y la cooperación. Tal integración tiene por base la comunicación abierta, franca, auténtica y sin límites, y su concreción se refleja, como entidad mediadora, en el proyecto que elabora la propia comunidad, cuyo núcleo central tiene como elementos fundamentales la toma, realización y control de decisiones. (Camellón & Olivera, 2009)
Pero la capacidad de autogestión de los actores involucrados, su sentido de identidad y pertenencia, no se limita a ejecutar acciones, sino tener una efectividad que permitan solucionar, evaluar, controlar y difundir las diferentes actividades que tengan lugar en la comunidad.
Durante los últimos años he venido reflexionando sobre la importancia que tiene el valor de la comunidad en el proceso de formación de nuestra identidad y realización personal. Considero que la identidad humana es uno de los aspectos esenciales de nuestra condición de personas con capacidad moral y que ésta se configura comunitariamente. La identidad humana[1]se construye en relación a lo que es significativo para nosotros, es decir nuestras vidas adquieres sentido en relación a algún bien supremo vivido en comunidad. Carecer de identidad es como no saber quiénes somos, dónde estamos, ni a dónde vamos. Los seres humanos vamos construyendo nuestra identidad a través de los procesos de desarrollo personal-social en un contexto determinado. Tener identidad nos permite saber quiénes somos y dar cierta direccionalidad a nuestras vidas. Saber responder a la pregunta ¿quién soy?, es fundamental, pues se trata de la pregunta acerca de la constitución de nuestra identidad. Los hombres de nuestra sociedad actual globalizada, capitalizada, preocupados por su bienestar material y su realización personal, pierden interés por el sentido de sus vidas y la constitución de su identidad. TE SIRVE