Ensayo con introduccion, desarrollo y clonclusion de la reforma liberal de 1833
lelilanjo
GÓMEZ FARIAS EN LA PRESIDENCIA El 1º de abril de 1833 se inició el nuevo período gubernamental, en el que debía ocupar la Presidencia de la República el general Antonio López de Santa Anna; pero como este no se presentó hasta el 16 de mayo, se encargó interinamente del gobierno el Vicepresidente, don Valentin Gómez Farías, representante de la clase media liberal.
Entre 1833 y 1855, Santa Anna gobernó a México en once periodos diferentes. Su falta de convicciones políticas lo hicieron fluctuar del partido liberal al conservador, y su actuación casi siempre estuvo condenada al fracaso.
Gómez Farías, considerando que para el progreso del país era necesario que el gobierno estuviese fuera de la influencia del clero y de los elementos conservadores, dictó las leyes que habían de transformar las condiciones sociales y políticas del país.
Por tal razón se considera a Gómez Farías como el patriarca del liberalismo y el precursor de la Reforma, que consumó años más tarde don Benito Juárez.
INICIACIÓN DE LA REFORMA El grupo reformista estaba formado por la pequeña burguesía, que trataba de desplazar a los españoles en los asuntos económicos, y por los nuevos políticos que ambicionaban los puestos públicos, al frente de los cuales se hallaban distinguidos intelectuales, como el doctor José María Luis Mora y Lorenzo de Zavala.
Con el apoyo de Gómez Farías, y con un programa liberal avanzado, durante el año 1833 y principios del 34 se fueron expidiendo varias leyes, destinadas a destruir las instituciones y los privilegios de las clases que significaban un obstáculo para la marcha progresista del país.
EL PROGRAMA REFORMISTA
El programa reformista consistía en extirpar de raíz
la influencia del clero y del ejercito en la marcha del gobierno, y convertir al país en una nación libre de sus viejas tradiciones y del despotismo colonial.
Para ello era necesario acabar con los privilegios del clero y subordinarlo al Estado, hacer una distribución menos injusta de los bienes que el clero y las clases privilegiadas habían acumulado, decretar la libertad de cultos y separar la Iglesia del Estado.
Hacer la enseñanza obligatoria, fundando escuelas en los pequeños poblados; crear institutos de enseñanza superior y profesional en que se diera preferencia a los conocimientos científicos; pugnar por la libertad de prensa y por la difusión de la lectura.
REFORMAS ECLESIÁSTICAS
Sobre todo estos asuntos publicaron brillantes artículos el doctor Mora, Zavala y otros intelectuales, y parte de aquellos principios ya se habían convertido en leyes en algunos Estados, particularmente en México, Jalisco y Zacatecas.
Ante todo era indispensable que la Iglesia reconociera
al Estado mexicano el derecho de patronato eclesiástico que el rey había ejercido sobre ella, y que esta se negaba a aceptar, pretendiendo hacerse independiente del poder civil y quedar subordinada sólo al Papa.
Para liberar a los agricultores de la obligación civil de pagar el diezmo eclesiástico , se dictó la ley relativa, dejando el pago de los diezmos al dictado de la conciencia de los causantes, sin coacción por parte del Estado.
A este propósito se tomaron tres medidas fundamentales: la extinción del Colegio Mayor de Santa María de Todos Santos, aplicando sus fondos a la instrucción pública; la supresión de la Universidad Pontificia, institución al servicio de una minoría privilegiada, y la creación de un sistema de escuelas populares bajo el control de la Dirección General de Instrucción Pública, manejada por intelectuales distinguidos.
El vasto programa que entonces se planteó comprendía la creación de seis grandes institutos de instrucción superior para la juventud; autorizó la libre apertura de escuelas públicas; ordenó que hubiera una escuela nocturna para artesanos y dos escuelas normales para la formación de maestros, y que con los libros de la Universidad y de algunas corporaciones religiosas se crearan la Biblioteca Nacional.
Este fue el programa que nuestras luchas políticas malograron en aquella época, pero que se realizó posteriormente, aunque se diverso modo.
REFORMA DEL EJÉRCITO
Para que la reforma que planteaba la clase media liberal fuese efectiva, era necesario también destruir la fuerza del ejército permanente, en cuyas manos había estado hasta entonces los destinos del país.
Entre 1833 y 1855, Santa Anna gobernó a México en once periodos diferentes. Su falta de convicciones políticas lo hicieron fluctuar del partido liberal al conservador, y su actuación casi siempre estuvo condenada al fracaso.
Gómez Farías, considerando que para el progreso del país era necesario que el gobierno estuviese fuera de la influencia del clero y de los elementos conservadores, dictó las leyes que habían de transformar las condiciones sociales y políticas del país.
Por tal razón se considera a Gómez Farías como el patriarca del liberalismo y el precursor de la Reforma, que consumó años más tarde don Benito Juárez.
INICIACIÓN DE LA REFORMA El grupo reformista estaba formado por la pequeña burguesía, que trataba de desplazar a los españoles en los asuntos económicos, y por los nuevos políticos que ambicionaban los puestos públicos, al frente de los cuales se hallaban distinguidos intelectuales, como el doctor José María Luis Mora y Lorenzo de Zavala.
Con el apoyo de Gómez Farías, y con un programa liberal avanzado, durante el año 1833 y principios del 34 se fueron expidiendo varias leyes, destinadas a destruir las instituciones y los privilegios de las clases que significaban un obstáculo para la marcha progresista del país.
EL PROGRAMA REFORMISTA
El programa reformista consistía en extirpar de raíz
la influencia del clero y del ejercito en la marcha del gobierno, y convertir al país en una nación libre de sus viejas tradiciones y del despotismo colonial.
Para ello era necesario acabar con los privilegios del clero y subordinarlo al Estado, hacer una distribución menos injusta de los bienes que el clero y las clases privilegiadas habían acumulado, decretar la libertad de cultos y separar la Iglesia del Estado.
Hacer la enseñanza obligatoria, fundando escuelas en los pequeños poblados; crear institutos de enseñanza superior y profesional en que se diera preferencia a los conocimientos científicos; pugnar por la libertad de prensa y por la difusión de la lectura.
REFORMAS ECLESIÁSTICAS
Sobre todo estos asuntos publicaron brillantes artículos el doctor Mora, Zavala y otros intelectuales, y parte de aquellos principios ya se habían convertido en leyes en algunos Estados, particularmente en México, Jalisco y Zacatecas.
Ante todo era indispensable que la Iglesia reconociera
al Estado mexicano el derecho de patronato eclesiástico que el rey había ejercido sobre ella, y que esta se negaba a aceptar, pretendiendo hacerse independiente del poder civil y quedar subordinada sólo al Papa.
Para liberar a los agricultores de la obligación civil de pagar el diezmo eclesiástico , se dictó la ley relativa, dejando el pago de los diezmos al dictado de la conciencia de los causantes, sin coacción por parte del Estado.
A este propósito se tomaron tres medidas fundamentales: la extinción del Colegio Mayor de Santa María de Todos Santos, aplicando sus fondos a la instrucción pública; la supresión de la Universidad Pontificia, institución al servicio de una minoría privilegiada, y la creación de un sistema de escuelas populares bajo el control de la Dirección General de Instrucción Pública, manejada por intelectuales distinguidos.
El vasto programa que entonces se planteó comprendía la creación de seis grandes institutos de instrucción superior para la juventud; autorizó la libre apertura de escuelas públicas; ordenó que hubiera una escuela nocturna para artesanos y dos escuelas normales para la formación de maestros, y que con los libros de la Universidad y de algunas corporaciones religiosas se crearan la Biblioteca Nacional.
Este fue el programa que nuestras luchas políticas malograron en aquella época, pero que se realizó posteriormente, aunque se diverso modo.
REFORMA DEL EJÉRCITO
Para que la reforma que planteaba la clase media liberal fuese efectiva, era necesario también destruir la fuerza del ejército permanente, en cuyas manos había estado hasta entonces los destinos del país.