Durante el próximo cuarto de siglo, más de tres mil millones de personas se incorporarán a la clase media. Lejos de ser solo un exponencial cambio demográfico, las consecuencias sociales y económicas de ese salto cualitativo se dejarán notar en los recursos naturales, que disminuyen en la misma proporción en que aumenta la demanda.
La gestión de esos recursos y, llegado el caso, la aparición de nuevas fuentes, se abren camino como uno de los grandes desafíos del siglo XXI.
En el horizonte, organismos, gobiernos y empresas buscan en la tecnología cómo hacer frente a esa creciente escasez dentro de la abundancia.
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Durante el próximo cuarto de siglo, más de tres mil millones de personas se incorporarán a la clase media. Lejos de ser solo un exponencial cambio demográfico, las consecuencias sociales y económicas de ese salto cualitativo se dejarán notar en los recursos naturales, que disminuyen en la misma proporción en que aumenta la demanda.
La gestión de esos recursos y, llegado el caso, la aparición de nuevas fuentes, se abren camino como uno de los grandes desafíos del siglo XXI.
En el horizonte, organismos, gobiernos y empresas buscan en la tecnología cómo hacer frente a esa creciente escasez dentro de la abundancia.
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