tarea2411
Historiografía es equivalente a cada parte de la producción historiográfica, o sea: al conjunto de escritos de los historiadores acerca de un tema o período histórico concreto. Por ejemplo, la frase «es muy escasa la historiografía sobre la vida cotidiana en el Japón en la era Meiji» quiere decir que hay pocos libros escritos sobre tal cuestión porque hasta el momento no ha recibido atención por parte de los historiadores, no porque su objeto de estudio sea poco relevante o porque haya pocas fuentes documentales que proporcionen documentación histórica para hacerlo.[12] Con respecto a la difusión y publicidad de la producción historiográfica, sería bueno que cumpliera los mismos requisitos a que se someten las demás publicaciones científicas.
También se utiliza el vocablo historiografía para hablar del conjunto de historiadores de una nación, por ejemplo, en frases semejantes a esta: «La historiografía española abrió sus brazos y sus archivos desde los años 1930 a los hispanistas franceses y anglosajones, que renovaron su metodología».
Es necesario diferenciar los dos términos usados más arriba: «producción historiográfica» y «documentación histórica», aunque en muchos casos coincida que los historiadores utilizan como documentación histórica precisamente la producción historiográfica anterior.
Por ejemplo: además de un conjunto de documentos archivísticos de la Casa de Contratación de Sevilla que se produjeron quizá sólo para llevar una contabilidad;[13] o de algún material arqueológico que se halle en una excavación en Perú, y que se depositó sin intención de que nadie lo encontrara; un historiador americanista tendrá que utilizar la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, que fue escrita por Bartolomé de las Casas con un afán histórico indudable, además de con un propósito de la defensa de un interés o su propio punto de vista.[14] Con eso último vemos otra insalvable característica de la historia que la peculiariza como ciencia: ningún historiador, por muy objetivo que pretenda ser, es ajeno a sus propios intereses, ideología o mentalidad ni puede sustraerse a su punto de vista particular. Como mucho puede intentar la intersubjetividad, es decir, tener en cuenta la existencia múltiples puntos de vista. Para el caso que nos sirve de ejemplo, contrastar las fuentes de Bartolomé de las Casas con las demás voces que se oyeron en la Junta de Valladolid, entre las que destacó la de su rival Juan Ginés de Sepúlveda, o incluso con la llamada «visión de los vencidos»,[15] que raramente se conserva, pero a veces sí, como ocurre con la Nueva Crónica y Buen Gobierno del inca Guaman Poma de Ayala[16]
La reflexión sobre la posibilidad o imposibilidad de un enfoque objetivo lleva a la necesidad de superar la oposición entre objetividad (la de una inexistente ciencia "pura" que no se contamine con el científico) y subjetividad (implicada en los intereses, ideología y limitaciones de éste) con el concepto de intersubjetividad, que obliga a considerar la tarea del historiador, como la de cualquier científico, como un producto social, inseparable del resto de la cultura humana, en diálogo con los demás historiadores y con la sociedad entera.
También se utiliza el vocablo historiografía para hablar del conjunto de historiadores de una nación, por ejemplo, en frases semejantes a esta: «La historiografía española abrió sus brazos y sus archivos desde los años 1930 a los hispanistas franceses y anglosajones, que renovaron su metodología».
Es necesario diferenciar los dos términos usados más arriba: «producción historiográfica» y «documentación histórica», aunque en muchos casos coincida que los historiadores utilizan como documentación histórica precisamente la producción historiográfica anterior.
Por ejemplo: además de un conjunto de documentos archivísticos de la Casa de Contratación de Sevilla que se produjeron quizá sólo para llevar una contabilidad;[13] o de algún material arqueológico que se halle en una excavación en Perú, y que se depositó sin intención de que nadie lo encontrara; un historiador americanista tendrá que utilizar la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, que fue escrita por Bartolomé de las Casas con un afán histórico indudable, además de con un propósito de la defensa de un interés o su propio punto de vista.[14] Con eso último vemos otra insalvable característica de la historia que la peculiariza como ciencia: ningún historiador, por muy objetivo que pretenda ser, es ajeno a sus propios intereses, ideología o mentalidad ni puede sustraerse a su punto de vista particular. Como mucho puede intentar la intersubjetividad, es decir, tener en cuenta la existencia múltiples puntos de vista. Para el caso que nos sirve de ejemplo, contrastar las fuentes de Bartolomé de las Casas con las demás voces que se oyeron en la Junta de Valladolid, entre las que destacó la de su rival Juan Ginés de Sepúlveda, o incluso con la llamada «visión de los vencidos»,[15] que raramente se conserva, pero a veces sí, como ocurre con la Nueva Crónica y Buen Gobierno del inca Guaman Poma de Ayala[16]
La reflexión sobre la posibilidad o imposibilidad de un enfoque objetivo lleva a la necesidad de superar la oposición entre objetividad (la de una inexistente ciencia "pura" que no se contamine con el científico) y subjetividad (implicada en los intereses, ideología y limitaciones de éste) con el concepto de intersubjetividad, que obliga a considerar la tarea del historiador, como la de cualquier científico, como un producto social, inseparable del resto de la cultura humana, en diálogo con los demás historiadores y con la sociedad entera.