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Antiquísima pena consistente en hacer sufrir al delincuente el mismo daño que él había causado a la víctima. Era una forma de venganza metódica. A ella se hace referencia en el Antiguo Testamento. Se ha popularizado la fórmula retributiva: "Ojo por ojo, diente por diente...".Entre los hebreos fue rigurosa la aplicación del talión no tanto entre los antiguos griegos y romanos. Fue acogida para ciertos delincuentes en el derecho canónico y recibida por la ley de Partidas.Se comprende sin esfuerzo que con relación a determinados delitos (rapto, violación, adulterio, etc.) era imposible el talión. Aún en aquellos pueblos que mantuvieron semejante pena, fue abandonándosela por desuso, pues, en verdad, sólo se explicaba en plena barbarie.Como toda demasía necesita justificarse, y no falta quien formule la base doctrinaria de todo sistema de iniquidad, he aquí las palabras con que el Fuero Juzgo daba la razón talionaria: "La cruel temeridad de algunos debe vengarse con penas crueles legalmente, porque temiendo sufrir cada uno el daño que haga, se abstendrá de los delitos".Aunque parezca increíble, análogo argumento es lanzado en nuestros días por los partidarios de la pena de muerte, especie de talión singular o particular.(Fuente: ORGAZ, Arturo, Diccionario de Derecho y Ciencias Sociales,Ed. Assandri, Córdoba, 1961, p. 344).