Sheamus27
En el Antiguo Testamento, Dios, a través de Moisés, dio la ley. Son los mandamientos y preceptos que gobiernan la conducta humana. En el Nuevo Testamento, el evangelio fue dado por Dios a través de Jesús, el cual es el mensaje de salvación por gracia a través de la muerte sacrificial y resurrección física de Jesús por nuestros pecados.
La ley es el qué hacer y el qué no hacer en cuanto a la conducta moral. Consiste de 10 mandamientos (Éxodo 20), reglas para la vida social (Éxodo 21:1-23:33), y reglas para la adoración de Dios (Éxodo 25:1-31:18). Fue un pacto de obras entre Dios y el hombre, e incapaz de llevarnos a la comunión eterna con el Señor. La ley es estricta y requiere que mantengamos una perfecta norma de conducta moral, y si fallamos, la ley nos condena a muerte. Las obras no nos dan la salvación o juegan un papel importante en esta. La Biblia dice que un hombre es justificado por fe, aparte de las obras de la ley:
Romanos 3:28: “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”.
De otro lado, el evangelio son las buenas nuevas de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús por nuestros pecados (1ª Corintios 15:1-4). Es el mensaje de lo que Dios ha hecho por nosotros, nuestra liberación del pecado y del castigo de la ley. Así, la Ley y el evangelio también forman parte de nuestro fundamento, y un buen entendimiento en relación de ambos, nos servirá grandemente para testificar. ¿Cómo? Si entendemos que la ley de Dios es una norma de perfección, la cual revela el pecado, que somos incapaces de guardarla sin quebrantarla y de que el evangelio nos libra de la necesidad de guardar la ley perfectamente para obtener perdón de pecados. Comprendiendo esto, Ud. entonces, podrá comunicar mejor el mensaje de salvación a los perdidos.
La ley es diferente al evangelio
La mayoría de los cristianos tienen un entendimiento básico de la diferencia entre la ley y el evangelio; solo que ellos no saben en forma clara, que sí lo tienen. Por ejemplo, la ley dice: “Ud. es un pecador". El evangelio afirma: "Ud. necesita a Jesús como su Salvador”. El Antiguo Testamento (ley) vino antes que el Nuevo Testamento (evangelio). La ley nos muestra que somos culpables ante Dios, pero el evangelio nos es entregado por gracia. Primero, debemos aceptar que sí somos culpables ya que eso es lo que afirma la ley. De esta forma reconoceríamos nuestra necesidad de pedir perdón, lo que hacemos a través del evangelio.
La ley mata; el evangelio da vida. Cuando Moisés bajo del monte después de recibir la ley y vio que los israelitas habían caído en idolatría, tiró las tablas de la ley rompiéndolas, y por el pecado del pueblo, murieron como 3.000 personas (Éxodo 32:28). Posteriormente, cuando Pedro predicó el evangelio, más de 3.000 personas fueron salvas (Hechos 2:41).
Con mayor entendimiento de la ley, será más fácil explicar el pecado. Sin la ley, el pecado no puede ser conocido:
Romanos 3:20: “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”.Romanos 7:7: "¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás".
Si el pecado no es reconocido, no habría entonces, necesidad de Jesús. Esta es la razón por la que Ud. debe mencionar la ley a aquellos a los que les testifica. ¿Cómo? Preguntándoles si alguna vez han pecado. Dígales entonces que el engañar, el mentir, el robar, la lujuria, no honrar a Dios, etc., es pecado. Todos son culpables de algo: "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23); por lo tanto, todos necesitan ser liberados; todos necesitan el evangelio.
La ley es peculiar. Esta dice: “sed santos”, pero nos muestra que no lo somos. La ley dice: “no mentirás”, pero nos muestra que sí lo hacemos. Dice que honremos a Dios; sin embargo, nos muestra que no lo hacemos. Debido a que nadie puede guardar la ley en su totalidad, sin quebrantar uno de sus mandamientos, todos estamos bajo condenación. No hay forma de evitarlo. ¿Qué podemos hacer? ¡Nada! Gálatas 3:24 dice para que ha sido la ley: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe”. La ley nos guía a Él. ¿Cómo lo hace? Mostrándonos que el intento de guardar la ley por medio de nuestras obras, no nos sirve para obtener la vida eterna y que el evangelio de gracia es el único camino a Dios.
En otras palabras, Ud. debe ayudarle a la persona a entender que no es lo suficientemente buena para merecer el favor de Dios. Las personas tienden a pensar que debido a que ellos son sinceros o “no tan malos como los otros”, estarán con Dios cuando mueran. Pero la Biblia nos revela que la “sinceridad” y el ser, “no tan malo como los otros” no es suficiente. Dios exige perfección.
La ley es el qué hacer y el qué no hacer en cuanto a la conducta moral. Consiste de 10 mandamientos (Éxodo 20), reglas para la vida social (Éxodo 21:1-23:33), y reglas para la adoración de Dios (Éxodo 25:1-31:18). Fue un pacto de obras entre Dios y el hombre, e incapaz de llevarnos a la comunión eterna con el Señor. La ley es estricta y requiere que mantengamos una perfecta norma de conducta moral, y si fallamos, la ley nos condena a muerte. Las obras no nos dan la salvación o juegan un papel importante en esta. La Biblia dice que un hombre es justificado por fe, aparte de las obras de la ley:
Romanos 3:28: “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”.
De otro lado, el evangelio son las buenas nuevas de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús por nuestros pecados (1ª Corintios 15:1-4). Es el mensaje de lo que Dios ha hecho por nosotros, nuestra liberación del pecado y del castigo de la ley. Así, la Ley y el evangelio también forman parte de nuestro fundamento, y un buen entendimiento en relación de ambos, nos servirá grandemente para testificar. ¿Cómo? Si entendemos que la ley de Dios es una norma de perfección, la cual revela el pecado, que somos incapaces de guardarla sin quebrantarla y de que el evangelio nos libra de la necesidad de guardar la ley perfectamente para obtener perdón de pecados. Comprendiendo esto, Ud. entonces, podrá comunicar mejor el mensaje de salvación a los perdidos.
La ley es diferente al evangelio
La mayoría de los cristianos tienen un entendimiento básico de la diferencia entre la ley y el evangelio; solo que ellos no saben en forma clara, que sí lo tienen. Por ejemplo, la ley dice: “Ud. es un pecador". El evangelio afirma: "Ud. necesita a Jesús como su Salvador”. El Antiguo Testamento (ley) vino antes que el Nuevo Testamento (evangelio). La ley nos muestra que somos culpables ante Dios, pero el evangelio nos es entregado por gracia. Primero, debemos aceptar que sí somos culpables ya que eso es lo que afirma la ley. De esta forma reconoceríamos nuestra necesidad de pedir perdón, lo que hacemos a través del evangelio.
La ley mata; el evangelio da vida. Cuando Moisés bajo del monte después de recibir la ley y vio que los israelitas habían caído en idolatría, tiró las tablas de la ley rompiéndolas, y por el pecado del pueblo, murieron como 3.000 personas (Éxodo 32:28). Posteriormente, cuando Pedro predicó el evangelio, más de 3.000 personas fueron salvas (Hechos 2:41).
Con mayor entendimiento de la ley, será más fácil explicar el pecado. Sin la ley, el pecado no puede ser conocido:
Romanos 3:20: “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”.Romanos 7:7: "¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás".
Si el pecado no es reconocido, no habría entonces, necesidad de Jesús. Esta es la razón por la que Ud. debe mencionar la ley a aquellos a los que les testifica. ¿Cómo? Preguntándoles si alguna vez han pecado. Dígales entonces que el engañar, el mentir, el robar, la lujuria, no honrar a Dios, etc., es pecado. Todos son culpables de algo: "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23); por lo tanto, todos necesitan ser liberados; todos necesitan el evangelio.
La ley es peculiar. Esta dice: “sed santos”, pero nos muestra que no lo somos. La ley dice: “no mentirás”, pero nos muestra que sí lo hacemos. Dice que honremos a Dios; sin embargo, nos muestra que no lo hacemos. Debido a que nadie puede guardar la ley en su totalidad, sin quebrantar uno de sus mandamientos, todos estamos bajo condenación. No hay forma de evitarlo. ¿Qué podemos hacer? ¡Nada! Gálatas 3:24 dice para que ha sido la ley: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe”. La ley nos guía a Él. ¿Cómo lo hace? Mostrándonos que el intento de guardar la ley por medio de nuestras obras, no nos sirve para obtener la vida eterna y que el evangelio de gracia es el único camino a Dios.
En otras palabras, Ud. debe ayudarle a la persona a entender que no es lo suficientemente buena para merecer el favor de Dios. Las personas tienden a pensar que debido a que ellos son sinceros o “no tan malos como los otros”, estarán con Dios cuando mueran. Pero la Biblia nos revela que la “sinceridad” y el ser, “no tan malo como los otros” no es suficiente. Dios exige perfección.