Se trata de un concepto que implica dos elementos psicoafectivos inherentes al mismo: esperanza y frustración. Un cambio educativo va más allá del deseo o la voluntad, implica planeación, metodología, pero, a pesar de ello, sus posibilidades siempre son inciertas
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Se trata de un concepto que implica dos elementos psicoafectivos inherentes al mismo: esperanza y frustración. Un cambio educativo va más allá del deseo o la voluntad, implica planeación, metodología, pero, a pesar de ello, sus posibilidades siempre son inciertas