lunacristal2005
La palabra Biología aparece en la literatura en 1766 (Hanov, 1766), luego desaparece para, más tarde reaparecer en dos libros publicados independientemente en Francia y en Alemania (Lamarck, 1802; Treviranus, 1802); no obstante y a pesar de la temprana existencia de la palabra, la Biología como disciplina no existió hasta mucho tiempo después.
Libros que en su título lleven la palabra Biología comienzan a ser frecuentes a finales del siglo XIX en Francia y Alemania (por ejemplo Letourneau, 1878; Erdmann, 1887; Dreyer, F. 1892; Driesch, 1893). Apenas los hay antes de esas fechas, como tampoco existen facultades, departamentos o revistas específicas de esta disciplina. En España, los tratados de Biología son algo posteriores, por ejemplo el titulado “Elementos de Biología General”, de José Gogorza (1905).
La Biología es, por lo tanto, una ciencia joven. Aunque la palabra se utilizó en forma impresa ya en el siglo XVIII, su uso extendido no tiene lugar hasta finales del XIX. Sus fundamentos incluyen teorías comprobadas mediante observaciones precisas como la Teoría Celular, una amplia variedad de resultados experimentales como los de Pasteur, Koch y Claude Bernard y, en particular, los experimentos de Büchner demostrando que las actividades enzimáticas ocurren en extractos libres de células. Nuevos experimentos, teorías y observaciones se van agrupando a lo largo del siglo ** para consolidar el edificio conceptual de la biología, una espléndida obra, edificada sobre cimientos problemáticos.
Y es que en la base de la Biología, disfrutando de un inmerecido descanso, se ha ido acomodando el monstruo del darwinismo; es decir, la aceptación generalizada de la doctrina de evolución por selección natural, paradigma que lleva implícita la aceptación dogmática de la descendencia de todos los seres vivos a partir de uno (o unos pocos) antepasados comunes mediante procesos tan poco científicos como la competición y la lucha.
Con estas bases, la Biología se concentró en el estudio y análisis de las funciones en los organismos más que en sus formas. En el fondo, la idea dominante (y carente de toda demostración empírica) era que todo modo de vida “complejo” debe tener un origen común en modos de vida más “simples”. El paso a mayor complejidad ocurriría mediante la intervención de una entelequia harto imprecisa, la “selección natural”. Con tan pobre base no era apropiado concentrarse en buscar diferencias o intentar explicarlas, lo que había constituido el objetivo centenario de la Historia Natural.
El fracaso del darwinismo remueve ahora los cimientos del edificio de la Biología. Es el momento de explicar con razones históricas las relaciones entre ambos y, si es necesario, volver a planteamientos antiguos y recuperar ideas hace tiempo enterradas en el lugar sólido donde la biología debió cimentarse: El estudio de las formas.
BUENO SI TE SIRVE Y TE GUSTA MARCALA COMO LA MEJOR
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samira141
El origen se encuentra en la antigua Grecia .En la isla de cos,600 a.c existió la primera institución científica reconocida .Reconocida una escuela de medicana.La figura más representativa fue hipocetres (460-370a.c)el cual escribió una enciclopedia médica que tuvo influencia hasta el siglo XVIII
Libros que en su título lleven la palabra Biología comienzan a ser frecuentes a finales del siglo XIX en Francia y Alemania (por ejemplo Letourneau, 1878; Erdmann, 1887; Dreyer, F. 1892; Driesch, 1893). Apenas los hay antes de esas fechas, como tampoco existen facultades, departamentos o revistas específicas de esta disciplina. En España, los tratados de Biología son algo posteriores, por ejemplo el titulado “Elementos de Biología General”, de José Gogorza (1905).
La Biología es, por lo tanto, una ciencia joven. Aunque la palabra se utilizó en forma impresa ya en el siglo XVIII, su uso extendido no tiene lugar hasta finales del XIX. Sus fundamentos incluyen teorías comprobadas mediante observaciones precisas como la Teoría Celular, una amplia variedad de resultados experimentales como los de Pasteur, Koch y Claude Bernard y, en particular, los experimentos de Büchner demostrando que las actividades enzimáticas ocurren en extractos libres de células. Nuevos experimentos, teorías y observaciones se van agrupando a lo largo del siglo ** para consolidar el edificio conceptual de la biología, una espléndida obra, edificada sobre cimientos problemáticos.
Y es que en la base de la Biología, disfrutando de un inmerecido descanso, se ha ido acomodando el monstruo del darwinismo; es decir, la aceptación generalizada de la doctrina de evolución por selección natural, paradigma que lleva implícita la aceptación dogmática de la descendencia de todos los seres vivos a partir de uno (o unos pocos) antepasados comunes mediante procesos tan poco científicos como la competición y la lucha.
Con estas bases, la Biología se concentró en el estudio y análisis de las funciones en los organismos más que en sus formas. En el fondo, la idea dominante (y carente de toda demostración empírica) era que todo modo de vida “complejo” debe tener un origen común en modos de vida más “simples”. El paso a mayor complejidad ocurriría mediante la intervención de una entelequia harto imprecisa, la “selección natural”. Con tan pobre base no era apropiado concentrarse en buscar diferencias o intentar explicarlas, lo que había constituido el objetivo centenario de la Historia Natural.
El fracaso del darwinismo remueve ahora los cimientos del edificio de la Biología. Es el momento de explicar con razones históricas las relaciones entre ambos y, si es necesario, volver a planteamientos antiguos y recuperar ideas hace tiempo enterradas en el lugar sólido donde la biología debió cimentarse: El estudio de las formas.
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