Es un libro honesto, serio, crítico y desmitificador del papel de Brasil como el líder en la región de América del Sur. Se establece con claridad que la apuesta inicial de la política exterior brasileña funcionó bien en el último periodo del presidente Fernando Henrique Cardoso y los dos gobiernos de Luis Ignacio, Lula, da Silva, pero que este modelo llegó a su límite.
De la lectura se deriva que el espacio donde los brasileños han intentado hacer valer su liderazgo no es el de América Latina sino que sólo se reduce al ámbito de la región sudamericana. Brasil abarca casi la mitad del territorio de América del Sur y tiene frontera con diez de los doce países que integran esa región.
Los autores, para explicar el por qué de la crisis del liderazgo regional proponen siete razones: a) El modelo de desarrollo centrado en el mercado interno y con altas dosis de proteccionismo; b) El limitado volumen comercial del MERCOSUR; c) La ineficacia demostrada por la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), que es una creación brasileña; d) La decisión de Chile, Perú y Colombia de incorporarse al mecanismo del TPP; e) La “fragmentación” ideológica de la región; f) La competencia de China a los productos manufacturados de Brasil que van al mercado regional; g) La ambivalente política exterior de los últimos años.
En el libro plantea que la América del Sur está fragmentada en tres tipos de países: los “liberal democráticos” (Chile, Colombia, Perú…), los que buscan alternativas a la “globalización liberal” (Venezuela, Ecuador…) y las “democracias representativas” (Brasil, Uruguay…)
Se argumenta que la presencia creciente de China en la región, tanto como exportador de productos manufactureros y también facilitador de créditos, complica el liderazgo brasileño como también la creación de polos de atracción económicos fuera de la región sudamericana como es el espacio Asia-Pacífico.
El modelo económico que sostiene Brasil hace cada vez más evidente la imposibilidad, aseguran los autores, que el país pueda jugar el papel de un verdadero líder o coordinador de un proyecto de integración económica regional. En ese marco se hace también patente los límites que tiene el MERCOSUR.
La capacidad exportadora brasileña a la región se ve afectada por la pérdida de mercados a sus productos manufacturados, por la agresiva oferta que de los mismos hacen los países asiáticos y de manera particular China. Se reconoce que la industria brasileña, fuertemente protegida, no es competitiva.
En versión de los autores, la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), que sería uno de los proyectos estratégicos, para “empujar” la integración regional no está funcionando. De la misma manera se asegura que no ha habido condiciones para avanzar en la propuesta de la integración eléctrica. El Brasil, se dice, está obligado a buscar la manera de hacer realidad estas dos grandes iniciativas.
Los autores también analizan la importancia particular que tiene el Ejército en la vida de Brasil, que incluye la actividad económica a través de su amplio complejo industrial, que ahora está construyendo un submarino nuclear. El creciente “armamentismo” brasileño provoca reacciones en contra o por lo menos la suspicacia de los países de América del Sur.
Las inmensas y porosas fronteras que tiene el Brasil abren un espacio a la acción del crimen organizado y a la inseguridad. Resolver estos problemas exige el acuerdo y la acción concertada con los países vecinos. No es algo que los brasileños puedan enfrentar solos.
Los autores dejan claro que Brasil – por su dimensión geográfica, la población y el peso de la economía- seguirá jugando un papel fundamental en la región de América del Sur. Pero también plantean, como ya se ha dicho, que el liderazgo está en crisis o llegó a su límite y que para avanzar se requiere replantear el modelo y también se exige de una política exterior consistente y de largo plazo que contribuya a crear instituciones que fortalezcan al conjunto de los países que integran la región.
Es un libro honesto, serio, crítico y desmitificador del papel de Brasil como el líder en la región de América del Sur. Se establece con claridad que la apuesta inicial de la política exterior brasileña funcionó bien en el último periodo del presidente Fernando Henrique Cardoso y los dos gobiernos de Luis Ignacio, Lula, da Silva, pero que este modelo llegó a su límite.
De la lectura se deriva que el espacio donde los brasileños han intentado hacer valer su liderazgo no es el de América Latina sino que sólo se reduce al ámbito de la región sudamericana. Brasil abarca casi la mitad del territorio de América del Sur y tiene frontera con diez de los doce países que integran esa región.
Los autores, para explicar el por qué de la crisis del liderazgo regional proponen siete razones: a) El modelo de desarrollo centrado en el mercado interno y con altas dosis de proteccionismo; b) El limitado volumen comercial del MERCOSUR; c) La ineficacia demostrada por la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), que es una creación brasileña; d) La decisión de Chile, Perú y Colombia de incorporarse al mecanismo del TPP; e) La “fragmentación” ideológica de la región; f) La competencia de China a los productos manufacturados de Brasil que van al mercado regional; g) La ambivalente política exterior de los últimos años.
En el libro plantea que la América del Sur está fragmentada en tres tipos de países: los “liberal democráticos” (Chile, Colombia, Perú…), los que buscan alternativas a la “globalización liberal” (Venezuela, Ecuador…) y las “democracias representativas” (Brasil, Uruguay…)
Se argumenta que la presencia creciente de China en la región, tanto como exportador de productos manufactureros y también facilitador de créditos, complica el liderazgo brasileño como también la creación de polos de atracción económicos fuera de la región sudamericana como es el espacio Asia-Pacífico.
El modelo económico que sostiene Brasil hace cada vez más evidente la imposibilidad, aseguran los autores, que el país pueda jugar el papel de un verdadero líder o coordinador de un proyecto de integración económica regional. En ese marco se hace también patente los límites que tiene el MERCOSUR.
La capacidad exportadora brasileña a la región se ve afectada por la pérdida de mercados a sus productos manufacturados, por la agresiva oferta que de los mismos hacen los países asiáticos y de manera particular China. Se reconoce que la industria brasileña, fuertemente protegida, no es competitiva.
En versión de los autores, la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), que sería uno de los proyectos estratégicos, para “empujar” la integración regional no está funcionando. De la misma manera se asegura que no ha habido condiciones para avanzar en la propuesta de la integración eléctrica. El Brasil, se dice, está obligado a buscar la manera de hacer realidad estas dos grandes iniciativas.
Los autores también analizan la importancia particular que tiene el Ejército en la vida de Brasil, que incluye la actividad económica a través de su amplio complejo industrial, que ahora está construyendo un submarino nuclear. El creciente “armamentismo” brasileño provoca reacciones en contra o por lo menos la suspicacia de los países de América del Sur.
Las inmensas y porosas fronteras que tiene el Brasil abren un espacio a la acción del crimen organizado y a la inseguridad. Resolver estos problemas exige el acuerdo y la acción concertada con los países vecinos. No es algo que los brasileños puedan enfrentar solos.
Los autores dejan claro que Brasil – por su dimensión geográfica, la población y el peso de la economía- seguirá jugando un papel fundamental en la región de América del Sur. Pero también plantean, como ya se ha dicho, que el liderazgo está en crisis o llegó a su límite y que para avanzar se requiere replantear el modelo y también se exige de una política exterior consistente y de largo plazo que contribuya a crear instituciones que fortalezcan al conjunto de los países que integran la región.