mos con combustibles que se queman en presencia de oxígeno; se extraen compuestos de las plantas y de los animales que pueden emplearse como medicamentos; se producen materiales plásticos, materiales rígidos, materiales conductores
de la electricidad, materiales magnéticos. Se transforman materiales incoloros en
materiales coloreados,...
A. Einstein escribió con L. Infeld un famoso libro de divulgación de la física: La
física como aventura del pensamiento. Sin duda esa aventura es válida para todas
las ciencias naturales y por extensión podemos dar una primera aproximación a la
química: la química es una aventura del pensamiento. Por supuesto que esto dista de ser una definición. Es más bien un recordatorio importante que debe guiar
los criterios de enseñanza de esta ciencia: incentivar la curiosidad por la comprensión del mundo que nos rodea y la indagación sobre nuestra capacidad de racionalizar y sistematizar la descripción del comportamiento de la naturaleza. Estas
consideraciones son válidas para las ciencias naturales en forma global. Dada la
unidad conceptual que las vincula, la enseñanza de todas ellas debiera estar fuertemente interrelacionada. Es más, la motivación para el estudio de todas ellas debe ser la comprensión del mundo material, razón por la cual la enseñanza unificada debería ser una meta hacia la cual se debería tender.
La aventura del pensamiento generó el concepto de elemento químico y, como
consecuencia inevitable de este concepto, la teoría atómica-molecular. También
proporcionó la aplicación del cuerpo de la termodinámica a la predictibilidad y
cuantificación de los procesos de cambio. El enfoque tradicional de la química, basado en estos conceptos tiene una limitación que comienza a ser reconocida en la
segunda mitad del siglo XX: los fenómenos naturales no pueden ser explicados
por la combinación o por la superposición de los modelos desarrollados para los
sistemas simples.
Esta limitación tiende a ser superada cuando se toma en cuenta el papel creativo del tiempo,2 la irreversibilidad y el concepto de entropía como función de orden-desorden. Clásicamente se asociaba el orden al equilibrio (los cristales) y el
desorden al no-equilibrio (la turbulencia). Hoy sabemos que es inexacto: la turbulencia a veces es un fenómeno altamente estructurado en el cual millones y millones de partículas se insertan en un movimiento extremadamente coherente. Surge así una descripción posible para el universo que evoluciona: es el universo del
no- equilibrio, un universo coherente. En este universo aparecen las inestabilidades, las bifurcaciones, cada una llevando a la aparición de nuevas estructuras, estructuras de no-equilibrio o estructuras disipativas. Los resultados son probabilísS. Aldabe Bilmes / Química 17
2 I. Prigogine, 1992, El nacimiento del tiempo, Tusquets, Barcelona 1993, e I. Prigogine e I. Stengers, 1992, Entre el tiempo y la eternidad, Alianza, Buenos Aires.
ticos y no deterministas. Aparecen nuevos conceptos: atractores,
Respuesta:
mos con combustibles que se queman en presencia de oxígeno; se extraen compuestos de las plantas y de los animales que pueden emplearse como medicamentos; se producen materiales plásticos, materiales rígidos, materiales conductores
de la electricidad, materiales magnéticos. Se transforman materiales incoloros en
materiales coloreados,...
A. Einstein escribió con L. Infeld un famoso libro de divulgación de la física: La
física como aventura del pensamiento. Sin duda esa aventura es válida para todas
las ciencias naturales y por extensión podemos dar una primera aproximación a la
química: la química es una aventura del pensamiento. Por supuesto que esto dista de ser una definición. Es más bien un recordatorio importante que debe guiar
los criterios de enseñanza de esta ciencia: incentivar la curiosidad por la comprensión del mundo que nos rodea y la indagación sobre nuestra capacidad de racionalizar y sistematizar la descripción del comportamiento de la naturaleza. Estas
consideraciones son válidas para las ciencias naturales en forma global. Dada la
unidad conceptual que las vincula, la enseñanza de todas ellas debiera estar fuertemente interrelacionada. Es más, la motivación para el estudio de todas ellas debe ser la comprensión del mundo material, razón por la cual la enseñanza unificada debería ser una meta hacia la cual se debería tender.
La aventura del pensamiento generó el concepto de elemento químico y, como
consecuencia inevitable de este concepto, la teoría atómica-molecular. También
proporcionó la aplicación del cuerpo de la termodinámica a la predictibilidad y
cuantificación de los procesos de cambio. El enfoque tradicional de la química, basado en estos conceptos tiene una limitación que comienza a ser reconocida en la
segunda mitad del siglo XX: los fenómenos naturales no pueden ser explicados
por la combinación o por la superposición de los modelos desarrollados para los
sistemas simples.
Esta limitación tiende a ser superada cuando se toma en cuenta el papel creativo del tiempo,2 la irreversibilidad y el concepto de entropía como función de orden-desorden. Clásicamente se asociaba el orden al equilibrio (los cristales) y el
desorden al no-equilibrio (la turbulencia). Hoy sabemos que es inexacto: la turbulencia a veces es un fenómeno altamente estructurado en el cual millones y millones de partículas se insertan en un movimiento extremadamente coherente. Surge así una descripción posible para el universo que evoluciona: es el universo del
no- equilibrio, un universo coherente. En este universo aparecen las inestabilidades, las bifurcaciones, cada una llevando a la aparición de nuevas estructuras, estructuras de no-equilibrio o estructuras disipativas. Los resultados son probabilísS. Aldabe Bilmes / Química 17
2 I. Prigogine, 1992, El nacimiento del tiempo, Tusquets, Barcelona 1993, e I. Prigogine e I. Stengers, 1992, Entre el tiempo y la eternidad, Alianza, Buenos Aires.
ticos y no deterministas. Aparecen nuevos conceptos: atractores,
Explicación: