Los estudios historiográficos sobre el movimiento de 1968 han subestimado casi siempre el papel de las fotografías y se han concentrado en otro tipo de documentos orales y escritos. En este artículo se realiza un ejercicio particular, siguiendo las coordenadas canónicas del 68, pero invirtiendo los parámetros convencionales para dar voz al testimonio de los fotógrafos y al uso editorial de sus imágenes. Esta lectura resulta de gran importancia para comprender los distintos ángulos de percepción con que fue registrado el movimiento y la manera en que se fue construyendo un imaginario colectivo que se fue reciclando hasta convertirse en unos cuantos íconos.
Los estudios historiográficos sobre el movimiento de 1968 han subestimado casi siempre el papel de las fotografías y se han concentrado en otro tipo de documentos orales y escritos. En este artículo se realiza un ejercicio particular, siguiendo las coordenadas canónicas del 68, pero invirtiendo los parámetros convencionales para dar voz al testimonio de los fotógrafos y al uso editorial de sus imágenes. Esta lectura resulta de gran importancia para comprender los distintos ángulos de percepción con que fue registrado el movimiento y la manera en que se fue construyendo un imaginario colectivo que se fue reciclando hasta convertirse en unos cuantos íconos.