Las estadísticas sobre la naturaleza en Perú son impresionantes. Es uno de los 10 países megadiversos del planeta y 10% de las especies de plantas del mundo se dan en sus tierras. El tamaño de su territorio es más o menos el doble que el de Texas y es el segundo con mayor superficie de selva amazónica, después de Brasil.
La Amazonía cubre dos terceras partes del territorio peruano y allí se encuentran:
84 de los 104 puntos críticos para la biodiversidad en el globo
Las tierras y territorios de los pueblos amazónicos ocupan aproximadamente 18% de la superficie de la cuenca del Amazonas, unos 10.5 millones de hectáreas. Además, 2.5% de la superficie de la cuenca está compuesta por Reservas Territoriales que protegen a las comunidades de pueblos indígenas aislados que o no han sido contactados o tienen una interacción mínima con las comunidades no indígenas. TNC busca asegurar que los proyectos de generación de energía, transporte y minería no tengan un impacto en la naturaleza y las comunidades que la habitan y protegen.
Muchos de los pueblos indígenas de la Amazonía peruana que viven en tierras comunales todavía llevan a cabo actividades según criterios tradicionales. Ellas incluyen áreas que son consideradas sagradas, o están destinadas a la producción, o a la recreación o a la conservación, y zonas que son dedicadas al cultivo de plantas medicinales. Sin embargo, los proyectos considerados “de interés nacional”, como los de infraestructura o de energía hidroeléctrica, o los que están vinculados con la extracción no sustentable de recursos naturales, como la madera, los minerales o los hidrocarburos, ejercen una presión creciente sobre esas tierras. Otra fuente de tensión es la expansión agropecuaria que exigen los mercados crecientes, como los del café, el cacao, el aceite de palma y el mercado ilegal de la coca.
Todas estas actividades podrían llevar a una deforestación sin precedentes, además de a cambios en el uso del suelo que ponen en riesgo el futuro de la biodiversidad de la cuenca y de la gente y las especies que han vivido por siglos en armonía. Algunos cálculos predicen que los bosques podrían verse reducidos a la mitad durante los próximos 25 años. Además de los severos impactos en la naturaleza, la degradación de los bosques podría traer un sufrimiento añadido a las comunidades indígenas que dependen de ella para alimentarse, para defenderse frente a incursiones en su territorio y para conservar sus tradiciones, además de para su salud.
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Respuesta: Dame coronita si te ayudo
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Las estadísticas sobre la naturaleza en Perú son impresionantes. Es uno de los 10 países megadiversos del planeta y 10% de las especies de plantas del mundo se dan en sus tierras. El tamaño de su territorio es más o menos el doble que el de Texas y es el segundo con mayor superficie de selva amazónica, después de Brasil.
La Amazonía cubre dos terceras partes del territorio peruano y allí se encuentran:
84 de los 104 puntos críticos para la biodiversidad en el globo
más de 1,000 ríos y 12,000 lagos
8% de las especies de anfibios
casi 20% de las especies de aves
10% de las especies de mamíferos
21% de las especies de mariposas
11% de las especies de peces
Un colibrí se alimenta de una flor
ELEGANCIA Un colibrí en Iquitos, Perú, se alimenta del néctar de las flores, cumpliendo su rol como polinizador. © Gino Tuesta/TNC Photo Contest 2019
Conservación y desarrollo en Perú
Las tierras y territorios de los pueblos amazónicos ocupan aproximadamente 18% de la superficie de la cuenca del Amazonas, unos 10.5 millones de hectáreas. Además, 2.5% de la superficie de la cuenca está compuesta por Reservas Territoriales que protegen a las comunidades de pueblos indígenas aislados que o no han sido contactados o tienen una interacción mínima con las comunidades no indígenas. TNC busca asegurar que los proyectos de generación de energía, transporte y minería no tengan un impacto en la naturaleza y las comunidades que la habitan y protegen.
Muchos de los pueblos indígenas de la Amazonía peruana que viven en tierras comunales todavía llevan a cabo actividades según criterios tradicionales. Ellas incluyen áreas que son consideradas sagradas, o están destinadas a la producción, o a la recreación o a la conservación, y zonas que son dedicadas al cultivo de plantas medicinales. Sin embargo, los proyectos considerados “de interés nacional”, como los de infraestructura o de energía hidroeléctrica, o los que están vinculados con la extracción no sustentable de recursos naturales, como la madera, los minerales o los hidrocarburos, ejercen una presión creciente sobre esas tierras. Otra fuente de tensión es la expansión agropecuaria que exigen los mercados crecientes, como los del café, el cacao, el aceite de palma y el mercado ilegal de la coca.
Fruta de cacao abierta
CACAO Un joven muestra el interior de la fruta del cacao, donde se encuentran las semillas utilizadas para hacer cocoa. © Erika Nortemann/TNC
Todas estas actividades podrían llevar a una deforestación sin precedentes, además de a cambios en el uso del suelo que ponen en riesgo el futuro de la biodiversidad de la cuenca y de la gente y las especies que han vivido por siglos en armonía. Algunos cálculos predicen que los bosques podrían verse reducidos a la mitad durante los próximos 25 años. Además de los severos impactos en la naturaleza, la degradación de los bosques podría traer un sufrimiento añadido a las comunidades indígenas que dependen de ella para alimentarse, para defenderse frente a incursiones en su territorio y para conservar sus tradiciones, además de para su salud.
Explicación: