A fin de garantizar la seguridad ciudadana, los líderes locales, públicos y privados, deben trabajar en pos de las prioridades tanto de corto como de largo plazo. Algunos logros rápidos pueden generar capital político, pero debe existir el compromiso de consolidar la seguridad ciudadana en el tiempo. Sin perjuicio de la importancia de la flexibilidad, los defensores de la seguridad ciudadana también deben estar preparados para ajustarse a un plan que sobreviva a los ciclos electorales y a las múltiples administraciones. Para ser auténticamente efectivas, las intervenciones deben institucionalizarse a nivel municipal.
Hoy, más que nunca, se necesitan líderes valientes que impulsen las inversiones multi-sectoriales en seguridad ciudadana y que apalanquen los recursos a través de alianzas estratégicas con los agentes del sector privado. La violencia delictiva está, en efecto, aumentado en toda la región. La buena noticia es que la base de conocimiento de lo que funciona está creciendo. Existen nuevos trabajos de investigación en curso cuyo objetivo es llenar varias lagunas de conocimiento en la región, como en Uruguay, Ecuador, Panamá y Honduras.
Los responsables de la formulación de políticas y los encargados de ponerlas en práctica no pueden argumentar que no existen modelos. Tales experiencias también otorgan fuerza a las comunidades largamente azotadas por la violencia, además de la oportunidad de creer que un futuro urbano más seguro es posible.
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A fin de garantizar la seguridad ciudadana, los líderes locales, públicos y privados, deben trabajar en pos de las prioridades tanto de corto como de largo plazo. Algunos logros rápidos pueden generar capital político, pero debe existir el compromiso de consolidar la seguridad ciudadana en el tiempo. Sin perjuicio de la importancia de la flexibilidad, los defensores de la seguridad ciudadana también deben estar preparados para ajustarse a un plan que sobreviva a los ciclos electorales y a las múltiples administraciones. Para ser auténticamente efectivas, las intervenciones deben institucionalizarse a nivel municipal.
Hoy, más que nunca, se necesitan líderes valientes que impulsen las inversiones multi-sectoriales en seguridad ciudadana y que apalanquen los recursos a través de alianzas estratégicas con los agentes del sector privado. La violencia delictiva está, en efecto, aumentado en toda la región. La buena noticia es que la base de conocimiento de lo que funciona está creciendo. Existen nuevos trabajos de investigación en curso cuyo objetivo es llenar varias lagunas de conocimiento en la región, como en Uruguay, Ecuador, Panamá y Honduras.
Los responsables de la formulación de políticas y los encargados de ponerlas en práctica no pueden argumentar que no existen modelos. Tales experiencias también otorgan fuerza a las comunidades largamente azotadas por la violencia, además de la oportunidad de creer que un futuro urbano más seguro es posible.