El propósito del presente documento es revisar, de manera resumida, al liberalismo y conservadurismo como ideologías que se expresaron en proyectos de la modernidad ulteriores a la Revolución francesa. Se busca comprender su influencia en la conformación histórica y en la concepción epistemológica de la administración pública como ciencia social heredada de la Ilustración. Se plantea que ha predominado un pensamiento liberal progresista en la argumentación del quehacer disciplinario de las ciencias administrativas.
El liberal promueve una modernidad fincada en la secularización, el pluralismo político y la libre competencia en el mercado; el conservador se opone a cualquier tipo de cambio. El conservadurismo hace referencia a un movimiento que responde a una tradición política específica y concreta. En este caso, abordamos al conservadurismo que se gestó durante y después de la Revolución francesa (1789-1799).
El proyecto de modernidad es la consecuencia de las continuidades y rupturas de los complejos procesos de formación y consolidación de conocimientos, métodos y técnicas; de la confirmación de medios de acción, de las clases sociales, de la acumulación de riqueza; de la irrupción de instituciones, ideologías y doctrinas, y de la ratificación de procesos más o menos globales, en un extenso y complejo espacio de tiempo. La modernidad es la consecuencia del nacimiento, traslape y convivencia, a ritmos desiguales, de procesos de carácter político, económico, social y cultural que se confirman en un proyecto de Estado y de sociedad.
El presente documento considera que el liberalismo y el conservadurismo son dos ideologías, por sus concepciones coherentes, por sus ideas morales, políticas, económicas, sociales y culturales; aparte, está el socialismo. Estas ideologías han sobrevivido por un tiempo considerable, con sus defensores y detractores, con amplios o limitados márgenes de institucionalización.
Las ideologías son poco visibles, requieren acciones políticas para ser observadas. Así, son evocadas por los partidos políticos, en las leyes aprobadas, en manifiestos y acciones de los gobernantes y hasta en los proyectos de Estado. Sostenemos que los pensamientos y los hechos no se forman ni se presentan de manera atomizada, sino en pautas, en sistemas o en estructuras de pensamiento. Es decir, las doctrinas y valoraciones se hacen presentes en todo sistema de pensamiento.
Este trabajo hace una revisión epistemológica e histórica de algunas ideas representativas de la modernidad. Estudia sus concepciones en relación a la administración pública a partir de la Revolución francesa, pues en la época de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), se presenciaba una paz que ésta y el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte perturbaron.
En 1815, el mundo político francés regresó a la tranquilidad. Se vivía una serenidad incompatible con toda forma de cambio; sólo los fervientes partidarios del statu quo presenciado por Luis XIV, el Rey Sol (1643-1715) y su célebre frase “el Estado soy yo”, podían tolerar. Entrado el siglo XIX, se celebró el Congreso de Viena y, el 26 de septiembre de 1815, la alianza militar, entre el emperador Alejandro I de Rusia, el emperador Francisco I de Austria y el rey Federico Guillermo III de Prusia. A ésta, mejor conocida como la Santa Alianza, en 1818 se incorporaron Inglaterra y Francia.
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RESUMEN
El propósito del presente documento es revisar, de manera resumida, al liberalismo y conservadurismo como ideologías que se expresaron en proyectos de la modernidad ulteriores a la Revolución francesa. Se busca comprender su influencia en la conformación histórica y en la concepción epistemológica de la administración pública como ciencia social heredada de la Ilustración. Se plantea que ha predominado un pensamiento liberal progresista en la argumentación del quehacer disciplinario de las ciencias administrativas.
Palabras clave: Liberalismo; conservadurismo; revolución; administración pública; Ilustración; modernidad 1. INTRODUCCIÓN
El liberal promueve una modernidad fincada en la secularización, el pluralismo político y la libre competencia en el mercado; el conservador se opone a cualquier tipo de cambio. El conservadurismo hace referencia a un movimiento que responde a una tradición política específica y concreta. En este caso, abordamos al conservadurismo que se gestó durante y después de la Revolución francesa (1789-1799).
El proyecto de modernidad es la consecuencia de las continuidades y rupturas de los complejos procesos de formación y consolidación de conocimientos, métodos y técnicas; de la confirmación de medios de acción, de las clases sociales, de la acumulación de riqueza; de la irrupción de instituciones, ideologías y doctrinas, y de la ratificación de procesos más o menos globales, en un extenso y complejo espacio de tiempo. La modernidad es la consecuencia del nacimiento, traslape y convivencia, a ritmos desiguales, de procesos de carácter político, económico, social y cultural que se confirman en un proyecto de Estado y de sociedad.
El presente documento considera que el liberalismo y el conservadurismo son dos ideologías, por sus concepciones coherentes, por sus ideas morales, políticas, económicas, sociales y culturales; aparte, está el socialismo. Estas ideologías han sobrevivido por un tiempo considerable, con sus defensores y detractores, con amplios o limitados márgenes de institucionalización.
Las ideologías son poco visibles, requieren acciones políticas para ser observadas. Así, son evocadas por los partidos políticos, en las leyes aprobadas, en manifiestos y acciones de los gobernantes y hasta en los proyectos de Estado. Sostenemos que los pensamientos y los hechos no se forman ni se presentan de manera atomizada, sino en pautas, en sistemas o en estructuras de pensamiento. Es decir, las doctrinas y valoraciones se hacen presentes en todo sistema de pensamiento.
Este trabajo hace una revisión epistemológica e histórica de algunas ideas representativas de la modernidad. Estudia sus concepciones en relación a la administración pública a partir de la Revolución francesa, pues en la época de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), se presenciaba una paz que ésta y el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte perturbaron.
En 1815, el mundo político francés regresó a la tranquilidad. Se vivía una serenidad incompatible con toda forma de cambio; sólo los fervientes partidarios del statu quo presenciado por Luis XIV, el Rey Sol (1643-1715) y su célebre frase “el Estado soy yo”, podían tolerar. Entrado el siglo XIX, se celebró el Congreso de Viena y, el 26 de septiembre de 1815, la alianza militar, entre el emperador Alejandro I de Rusia, el emperador Francisco I de Austria y el rey Federico Guillermo III de Prusia. A ésta, mejor conocida como la Santa Alianza, en 1818 se incorporaron Inglaterra y Francia.
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