Positivas: La ‘amenaza’ del nacionalismo parece estar por todas partes. Una ideología, descrita mayoritariamente en términos peyorativos, que hoy es sinónimo de xenofobia, populismo, autoritarismo y antiliberalismo.
De hecho, no hace mucho, el presidente francés, Emmanuel Macron, culpó al nacionalismo excesivo de avivar el fuego de la Primera Guerra Mundial, y advirtió con vehemencia de “viejos demonios” que amenazan con un retorno “al caos y a la muerte”.
rente a esta retórica, es fácil suponer que el nacionalismo, en todas sus formas, debería ser relegado al basurero de la historia. Inclusive, los intelectuales han perdido la capacidad de mantener un debate matizado sobre las virtudes del nacionalismo, así como sobre sus vicios. Pero un libro reciente del historiador israelí Yuval Noah Harari ofrece una oportunidad para corregir este desequilibrio.
En '21 lecciones para el siglo XXI', Harari plantea un interrogante importante: ¿el nacionalismo puede abordar los problemas de un mundo globalizado, “o es una indulgencia escapista que puede condenar a la humanidad y a toda la biósfera al desastre?”.
Negativas: Desde este primer enfoque, hablar de aspectos negativos de la identidad
nacional presupone en gran medida un concepto previo, ideal o normativo
de la misma. Presupone además, lógicamente, la creencia de que la
identidad nacionaj cumple todavía un papel esencial en las colectividades
organizadas de nuestro tiempo, aglutinadas históricamente, previamente en
torno a esas identidades.
Serían entonces aspectos negativos aquellas «carencias» o no realización
de los distintos elementos configuradores del modelo ideal por una
determinada comunidad nacional.
Por ejemplo, sería negativo de una determinada identidad nacional el
cambio frecuente de bandera o himno si se admitiese que el tener durante un largo lapso de tiempo histórico un mismo himno o banderas es un
aspecto positivo de o para la preservación de una identidad nacional.
Este tipo de análisis no sería más que el «negativo» de la presentación de los
aspectos positivos de la identidad nacional y, por tanto, parece que este
enf oque podría ser en gran medida’ reiterativo, aunque fuese por contradicción,
efectuado en el subcapítulo precedente, el análisis de los factores positivos
de una determinada concepción de la identidad nacional, no hay más que
hacer una breve conclusión: todo lo que signifique ausencia, merma,
debilitamiento de los mismos (razón, lengua, cultura, etc., comunes) serían
factores «negativos» de la identidad nacional en cuestión.
El presente análisis sería así paralelo o complementario del que ya hicimos
en su día sobre amenazas a la conciencia nacional. Serían factores
negativos aquellos inmanentes al grupo social nacional, exógenos o
inducidos, que supongan un debilitamiento de’la identidad nacional.
No obstante, y a riesgo de ser reiterativos, debemos hacer una pequeña
recapitulación de los principales factores positivos, y por tanto, de los
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Positivas: La ‘amenaza’ del nacionalismo parece estar por todas partes. Una ideología, descrita mayoritariamente en términos peyorativos, que hoy es sinónimo de xenofobia, populismo, autoritarismo y antiliberalismo.
De hecho, no hace mucho, el presidente francés, Emmanuel Macron, culpó al nacionalismo excesivo de avivar el fuego de la Primera Guerra Mundial, y advirtió con vehemencia de “viejos demonios” que amenazan con un retorno “al caos y a la muerte”.
rente a esta retórica, es fácil suponer que el nacionalismo, en todas sus formas, debería ser relegado al basurero de la historia. Inclusive, los intelectuales han perdido la capacidad de mantener un debate matizado sobre las virtudes del nacionalismo, así como sobre sus vicios. Pero un libro reciente del historiador israelí Yuval Noah Harari ofrece una oportunidad para corregir este desequilibrio.
En '21 lecciones para el siglo XXI', Harari plantea un interrogante importante: ¿el nacionalismo puede abordar los problemas de un mundo globalizado, “o es una indulgencia escapista que puede condenar a la humanidad y a toda la biósfera al desastre?”.
Negativas: Desde este primer enfoque, hablar de aspectos negativos de la identidad
nacional presupone en gran medida un concepto previo, ideal o normativo
de la misma. Presupone además, lógicamente, la creencia de que la
identidad nacionaj cumple todavía un papel esencial en las colectividades
organizadas de nuestro tiempo, aglutinadas históricamente, previamente en
torno a esas identidades.
Serían entonces aspectos negativos aquellas «carencias» o no realización
de los distintos elementos configuradores del modelo ideal por una
determinada comunidad nacional.
Por ejemplo, sería negativo de una determinada identidad nacional el
cambio frecuente de bandera o himno si se admitiese que el tener durante un largo lapso de tiempo histórico un mismo himno o banderas es un
aspecto positivo de o para la preservación de una identidad nacional.
Este tipo de análisis no sería más que el «negativo» de la presentación de los
aspectos positivos de la identidad nacional y, por tanto, parece que este
enf oque podría ser en gran medida’ reiterativo, aunque fuese por contradicción,
efectuado en el subcapítulo precedente, el análisis de los factores positivos
de una determinada concepción de la identidad nacional, no hay más que
hacer una breve conclusión: todo lo que signifique ausencia, merma,
debilitamiento de los mismos (razón, lengua, cultura, etc., comunes) serían
factores «negativos» de la identidad nacional en cuestión.
El presente análisis sería así paralelo o complementario del que ya hicimos
en su día sobre amenazas a la conciencia nacional. Serían factores
negativos aquellos inmanentes al grupo social nacional, exógenos o
inducidos, que supongan un debilitamiento de’la identidad nacional.
No obstante, y a riesgo de ser reiterativos, debemos hacer una pequeña
recapitulación de los principales factores positivos, y por tanto, de los
negativos