erikamontalvo Baja por una suerte de escalones naturales, piedras irregulares conforman una especie de herradura que da al mar, una extensa playa de arenas doradas separa esta pendiente abrupta con el gran océano atlántico. Sus piernas largas le permiten desafiar los espacios entre las prominencias y esquivar algunas ramas retorcidas que recuerdan lo inhóspito del lugar. Deviene el alivio ni bien logra pisar el pasto que la separa de la arena, una sensación de persecución la acompaña cada vez que se asoma al borde de ese abismo. Siente como dos navajas apoyan su filo en la espalda y en ellas ve el reflejo de sus ojos promiscuos. Mailen se acerca a la cama de Marisa, le da un beso y le pide que le avise a su abuela, que se olvidó la billetera sobre la mesita de luz, que a la tarde pasa a buscarla. Marisa abre la canilla, una fuerte lluvia sale de la ducha. Espera que el agua caliente borre la modorra y el cansancio de los sueños que la visitan de vez en cuando. Piensa en Mailen, mientras el agua escurre y patina a lo largo de su piel. Su hija, es de una belleza inusual, su cara enmarcada por rizos salvajes iluminados por hebras doradas, no siempre logra dominar, ojos enormes en almendras siempre calmos, otorgan bondad. Su presencia entera hace notar, este donde este y lo quiera o no. Se prende a la vida con una intensidad imposible de refutar. Desde pequeña que es inquieta, como si intentara aprender todo en un solo día, arrebatada, alegre, espontánea, casi artista de si misma, se moldea una y otra vez y nunca se deja convencer, que las cosas terminaron de hacerse. Ensaya roles, adora teatralizar situaciones que la preparan para asomarse a este ancho y extenso mundo. Se reinventa a si misma y reinventa todo lo que la rodea una y otra vez hasta el hartazgo de la repetición. Esta estudiando turismo, es el segundo año de la carrera, afirma que gracias a ella podrá aventurarse hasta los diferentes rincones del planeta, galopar sobre las aguas de deshielo de algunos ríos, escalar jóvenes y vigorosas montañas y volar desafiando la gravedad en busca de las térmicas. Marisa siente que es hermoso verla desplegar su imaginación y energía, siempre alerta. Si bien ahora no te invita a compartir tazas de té en el país de nunca jamás, ni pasear por el mundo al revés de Alicia, su entusiasmo sigue contagiando.
Baja por una suerte de escalones naturales, piedras irregulares conforman una especie de herradura que da al mar, una extensa playa de arenas doradas separa esta pendiente abrupta con el gran océano atlántico.
Sus piernas largas le permiten desafiar los espacios entre las prominencias y esquivar algunas ramas retorcidas que recuerdan lo inhóspito del lugar.
Deviene el alivio ni bien logra pisar el pasto que la separa de la arena, una sensación de persecución la acompaña cada vez que se asoma al borde de ese abismo. Siente como dos navajas apoyan su filo en la espalda y en ellas ve el reflejo de sus ojos promiscuos.
Mailen se acerca a la cama de Marisa, le da un beso y le pide que le avise a su abuela, que se olvidó la billetera sobre la mesita de luz, que a la tarde pasa a buscarla.
Marisa abre la canilla, una fuerte lluvia sale de la ducha. Espera que el agua caliente borre la modorra y el cansancio de los sueños que la visitan de vez en cuando.
Piensa en Mailen, mientras el agua escurre y patina a lo largo de su piel.
Su hija, es de una belleza inusual, su cara enmarcada por rizos salvajes iluminados por hebras doradas, no siempre logra dominar, ojos enormes en almendras siempre calmos, otorgan bondad. Su presencia entera hace notar, este donde este y lo quiera o no. Se prende a la vida con una intensidad imposible de refutar. Desde pequeña que es inquieta, como si intentara aprender todo en un solo día, arrebatada, alegre, espontánea, casi artista de si misma, se moldea una y otra vez y nunca se deja convencer, que las cosas terminaron de hacerse. Ensaya roles, adora teatralizar situaciones que la preparan para asomarse a este ancho y extenso mundo. Se reinventa a si misma y reinventa todo lo que la rodea una y otra vez hasta el hartazgo de la repetición. Esta estudiando turismo, es el segundo año de la carrera, afirma que gracias a ella podrá aventurarse hasta los diferentes rincones del planeta, galopar sobre las aguas de deshielo de algunos ríos, escalar jóvenes y vigorosas montañas y volar desafiando la gravedad en busca de las térmicas.
Marisa siente que es hermoso verla desplegar su imaginación y energía, siempre alerta. Si bien ahora no te invita a compartir tazas de té en el país de nunca jamás, ni pasear por el mundo al revés de Alicia, su entusiasmo sigue contagiando.