EL ORIGEN DE LA VIDA La humanidad siempre ha querido conocer cuál es su propio origen y el origen de la vida, planteándose así uno de los problemas más difíciles de contestar para la biología actual. A pesar de que aún no se conoce con certeza cómo surgió la vida, actualmente se acepta que fue hace alrededor de 3.500 millones de años, la edad del fósil más antiguo que se ha encontrado, gracias a complejos procesos biológicos, químicos y físicos. Historiadamente se han dado varias explicaciones que han sido descartadas y algunas de ellas, como la panspermia aún se consideran en la actualidad. Las explicaciones que se han dado se establecen en teorías.
¿Sabía que…? Una teoría es un conjunto organizado de ideas que explican un fenómeno, deducidas a partir de la observación, la experiencia o el razonamiento lógico y se basan en evidencia. ¿Conoce alguna? Escríbala en el siguiente espacio:
En esta parte del diálogo, me gustaría comentar sobre el capítulo 2, referente al evangelio de la creación, y la raíz humana de la crisis ecológica.
Explicación:
El capítulo 2 de la Encíclica cuestiona cómo ofrecer una solución. Este capítulo se refiere al Evangelio de la Creación, la luz que ofrece la fe, la sabiduría de los relatos bíblicos, el misterio del universo, el mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado, una comunidad universal, el destino común de los bienes, y la mirada de Jesús. El Papa propone volver a la fuente desde dos miradas, la teológica y la científica. La primera presenta el evangelio de la creación y la segunda, la raíz humana de la crisis ecológica. Cuando se leen los textos se ve como los avances tecnológicos han dado lugar a antagonismos sin precedente por el abuso de la naturaleza. Se exige plantear nuevamente cómo se debe relacionar el hombre con la tierra misma.
Me parece muy interesante cómo el numeral 63 plantea que si tenemos en cuenta la complejidad de la crisis ecológica y sus múltiples causas, deberíamos reconocer que las soluciones no pueden llegar desde un único modo de interpretar y trasformar la realidad. Es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los pueblos, el arte y la poesía, la vida interior y la espiritualidad.
El numeral 68 realiza un análisis sobre la responsabilidad ante una tierra que es de Dios y que implica que el ser humano, dotado de inteligencia, debe respetar las leyes no sólo creadas por los hombres, sino aquellas de la naturaleza y las leyes dedicadas a determinar el equilibrio entre los seres del mundo porque “él lo ordenó y fueron creados, él los fijó por siempre, por los siglos, y les dio una ley que nunca pasará”.
Respuesta:
En esta parte del diálogo, me gustaría comentar sobre el capítulo 2, referente al evangelio de la creación, y la raíz humana de la crisis ecológica.
Explicación:
El capítulo 2 de la Encíclica cuestiona cómo ofrecer una solución. Este capítulo se refiere al Evangelio de la Creación, la luz que ofrece la fe, la sabiduría de los relatos bíblicos, el misterio del universo, el mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado, una comunidad universal, el destino común de los bienes, y la mirada de Jesús. El Papa propone volver a la fuente desde dos miradas, la teológica y la científica. La primera presenta el evangelio de la creación y la segunda, la raíz humana de la crisis ecológica. Cuando se leen los textos se ve como los avances tecnológicos han dado lugar a antagonismos sin precedente por el abuso de la naturaleza. Se exige plantear nuevamente cómo se debe relacionar el hombre con la tierra misma.
Me parece muy interesante cómo el numeral 63 plantea que si tenemos en cuenta la complejidad de la crisis ecológica y sus múltiples causas, deberíamos reconocer que las soluciones no pueden llegar desde un único modo de interpretar y trasformar la realidad. Es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los pueblos, el arte y la poesía, la vida interior y la espiritualidad.
El numeral 68 realiza un análisis sobre la responsabilidad ante una tierra que es de Dios y que implica que el ser humano, dotado de inteligencia, debe respetar las leyes no sólo creadas por los hombres, sino aquellas de la naturaleza y las leyes dedicadas a determinar el equilibrio entre los seres del mundo porque “él lo ordenó y fueron creados, él los fijó por siempre, por los siglos, y les dio una ley que nunca pasará”.