La producción de lenguaje escrito es un ámbito de investigación que habilita el planteamiento de la relación entre semántica y sintaxis y, a su vez, el de ambas con el discurso. En efecto, muchas veces el significado de una palabra repercute en la forma en que se construye la oración y, simultáneamente, es el orden del discurso el que determina el significado de las unidades y las relaciones entre ellas. Si bien en la producción de lenguaje hablado ambos procesos parecen funcionar automáticamente (Igoa–García Albea, 2000), la producción escrita de sujetos novatos en ámbitos de discurso especializado pone de manifiesto el modo en que la dimensión semántica se articula o se desarticula con la sintaxis y, por otra parte, el modo en que el discurso habilita o no las relaciones que se van estableciendo entre semántica y sintaxis.
Para abordar el problema es ineludible tratar el modo en que las teorías formales resuelven el problema, pues ellas han sostenido que son los rasgos de las palabras los que determinan sus propiedades combinatorias, de las que son consecuencia las oraciones (Bosque–Gutiérrez Rexach, 2009). Sin embargo, cuando se observa el problema desde el punto de vista de la actuación, el límite de estas teorías es automático. De ahí que interese discutir otra teoría muy diferente, cuyo objeto es antes la semántica que la sintaxis. Me refiero al modelo gradual de la entidad lingüística que plantea François Rastier (2007), en cuyo marco se pone de manifiesto la dinámica de las unidades y se puede sistematizar sus relaciones contextuales. De ese modo, resultaría posible recuperar la validez de su modelo textual del signo para dar cuenta de tareas de producción.
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La producción de lenguaje escrito es un ámbito de investigación que habilita el planteamiento de la relación entre semántica y sintaxis y, a su vez, el de ambas con el discurso. En efecto, muchas veces el significado de una palabra repercute en la forma en que se construye la oración y, simultáneamente, es el orden del discurso el que determina el significado de las unidades y las relaciones entre ellas. Si bien en la producción de lenguaje hablado ambos procesos parecen funcionar automáticamente (Igoa–García Albea, 2000), la producción escrita de sujetos novatos en ámbitos de discurso especializado pone de manifiesto el modo en que la dimensión semántica se articula o se desarticula con la sintaxis y, por otra parte, el modo en que el discurso habilita o no las relaciones que se van estableciendo entre semántica y sintaxis.
Para abordar el problema es ineludible tratar el modo en que las teorías formales resuelven el problema, pues ellas han sostenido que son los rasgos de las palabras los que determinan sus propiedades combinatorias, de las que son consecuencia las oraciones (Bosque–Gutiérrez Rexach, 2009). Sin embargo, cuando se observa el problema desde el punto de vista de la actuación, el límite de estas teorías es automático. De ahí que interese discutir otra teoría muy diferente, cuyo objeto es antes la semántica que la sintaxis. Me refiero al modelo gradual de la entidad lingüística que plantea François Rastier (2007), en cuyo marco se pone de manifiesto la dinámica de las unidades y se puede sistematizar sus relaciones contextuales. De ese modo, resultaría posible recuperar la validez de su modelo textual del signo para dar cuenta de tareas de producción.
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