La fiesta ajena», que ha llegado a ser un texto canónico por la eficacia y ternura con que presenta, sin estridencia pero en forma devastadora, el primer encontronazo de una niña con los rigores de la clase social. En «La fiesta ajena» la chica cree ser una invitada como las demás y se siente halagada de que, por ser de la casa (entiéndase hija de la empleada), se le asignen tareas de importancia, como ayudar a servir la torta y colaborar con los actos de magia. Sólo al despedirse, cuando a los otros niños se les da un regalo y a ella se le ofrece dinero, cae en la cuenta de que su condición es otra, que ha prestado un servicio, que la amistad, que acaso también exista, está contaminada por la obligación y recibe no simple gratitud sino recompensa. Debido a que el cuento carece de toda prédica y nada se subraya como moraleja, tiene la finura de un bisturí que de un tajo abre y revela, dejándonos a nosotros considerar qué se puede hacer con el cáncer social que de pronto se pone en muy amarga evidencia.
Explicación:
La fiesta ajena», que ha llegado a ser un texto canónico por la eficacia y ternura con que presenta, sin estridencia pero en forma devastadora, el primer encontronazo de una niña con los rigores de la clase social. En «La fiesta ajena» la chica cree ser una invitada como las demás y se siente halagada de que, por ser de la casa (entiéndase hija de la empleada), se le asignen tareas de importancia, como ayudar a servir la torta y colaborar con los actos de magia. Sólo al despedirse, cuando a los otros niños se les da un regalo y a ella se le ofrece dinero, cae en la cuenta de que su condición es otra, que ha prestado un servicio, que la amistad, que acaso también exista, está contaminada por la obligación y recibe no simple gratitud sino recompensa. Debido a que el cuento carece de toda prédica y nada se subraya como moraleja, tiene la finura de un bisturí que de un tajo abre y revela, dejándonos a nosotros considerar qué se puede hacer con el cáncer social que de pronto se pone en muy amarga evidencia.