Reproducido de: Arte de hablar y arte de decir. Una excursión botánica en la pradera de la retórica. Relea, Caracas: Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias Económicas y sociales, septiembre 1999.
Hablar y decir no es lo mismo, aun cuando son interdependientes. Hablar es actuar, un acto intransitivo; decir es hacer, que supone transitividad. De la diferencia entre hablar y decir se derivan dos concepciones complementarias de la retórica. El autor de este artículo afirma que el «arte de hablar» exige una perpectiva fundamentalmente antropológica. La retórica se convierte así, en competencia con la filosofía, en una ciencia fundamental que influye en todo conocimiento humano de cualquier índole, pero especialmente el conocimiento práctico que supone la deliberación sobre nuestras actuaciones y el planteamiento y resolución de nuestros problemas.
Después de más de un siglo de incomprensión y desprecio asistimos desde hace dos decenios a lo que podría llamarse el renacimiento de la Retórica. El interés por la vieja disciplina aumenta día a día a ritmos diferentes según los países. Nuevas instituciones, actividades y pu-blicaciones que propugnan la restauración de los estudios retóricos van surgiendo en estos momentos de transición tanto secular como histórica entre la sociedad postindustrial y lo que llaman sociedad de la información. Vivimos sin embargo en unos tiempos en que la chrêmatistikê, el espíritu financiero, y la retórica del Mercado dominan nuestra vida y nuestro pensar de una manera inevitable. Como en el siglo de la Sofística, estamos expuestos a un uso de la retórica de variopintas intenciones.
Hablar y decir no es lo mismo, aun cuando son interdependientes. Hablar es actuar, un acto intransitivo; decir es hacer, que supone transitividad. De la diferencia entre hablar y decir se derivan dos concepciones complementarias de la retórica. El autor de este artículo afirma que el «arte de hablar» exige una perpectiva fundamentalmente antropológica. La retórica se convierte así, en competencia con la filosofía, en una ciencia fundamental que influye en todo conocimiento humano de cualquier índole, pero especialmente el conocimiento práctico que supone la deliberación sobre nuestras actuaciones y el planteamiento y resolución de nuestros problemas.
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Reproducido de: Arte de hablar y arte de decir. Una excursión botánica en la pradera de la retórica. Relea, Caracas: Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias Económicas y sociales, septiembre 1999.
Hablar y decir no es lo mismo, aun cuando son interdependientes. Hablar es actuar, un acto intransitivo; decir es hacer, que supone transitividad. De la diferencia entre hablar y decir se derivan dos concepciones complementarias de la retórica. El autor de este artículo afirma que el «arte de hablar» exige una perpectiva fundamentalmente antropológica. La retórica se convierte así, en competencia con la filosofía, en una ciencia fundamental que influye en todo conocimiento humano de cualquier índole, pero especialmente el conocimiento práctico que supone la deliberación sobre nuestras actuaciones y el planteamiento y resolución de nuestros problemas.
Después de más de un siglo de incomprensión y desprecio asistimos desde hace dos decenios a lo que podría llamarse el renacimiento de la Retórica. El interés por la vieja disciplina aumenta día a día a ritmos diferentes según los países. Nuevas instituciones, actividades y pu-blicaciones que propugnan la restauración de los estudios retóricos van surgiendo en estos momentos de transición tanto secular como histórica entre la sociedad postindustrial y lo que llaman sociedad de la información. Vivimos sin embargo en unos tiempos en que la chrêmatistikê, el espíritu financiero, y la retórica del Mercado dominan nuestra vida y nuestro pensar de una manera inevitable. Como en el siglo de la Sofística, estamos expuestos a un uso de la retórica de variopintas intenciones.
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Hablar y decir no es lo mismo, aun cuando son interdependientes. Hablar es actuar, un acto intransitivo; decir es hacer, que supone transitividad. De la diferencia entre hablar y decir se derivan dos concepciones complementarias de la retórica. El autor de este artículo afirma que el «arte de hablar» exige una perpectiva fundamentalmente antropológica. La retórica se convierte así, en competencia con la filosofía, en una ciencia fundamental que influye en todo conocimiento humano de cualquier índole, pero especialmente el conocimiento práctico que supone la deliberación sobre nuestras actuaciones y el planteamiento y resolución de nuestros problemas.