Los estudiosos garcilasistas coinciden en la influencia que la obra de san Agustín ejerció en el Inca Garcilaso. Pero, como explica el teólogo Miret Magdalena, las obras de san Agustín eran incomprensibles hasta para sus propios seguidores. En general los investigadores de la obra del peruano hallan trasuntos agustinianos en el hecho de que al igual que san Agustín había refutado la religión romana, el Inca refuta la incaica; que al igual que san Agustín cree que todo (la historia) ocurre por voluntad del único Dios, así el Inca opina que es Dios el que dirige la fundación del imperio incaico. Estas ideas providencialista y deterministas se extenderán por la tradición occidental y llegarán a la historiografía americana. Aunque el Inca leyera a san Agustín, lo cierto es que no precisaba de sus escritos para asimilar tales ideas.
Respecto al mito de las edades, fundamental en los Comentarios Reales, también es difícil saber si proviene o no de la lectura directa de la obra de san Agustín. El mito de las edades es originario del área cultural indo-mesopotámica, está presente en diversos pueblos de la zona. En Grecia tiene su aparición más antigua en Hesíodo, (Trabajos y Días, 106-210), quien distingue cinco edades: oro, plata, bronce, héroes y hierro. Las variantes son múltiples pero todas tienen en común la concepción de un estadio de felicidad originario que se degrada progresivamente hasta llegar a la infelicidad de nuestros días. Este mito pervive en la Biblia (Daniel 2, 32), en Ovidio (Metamorfosis, I, 89-150), en Babrio (Fábulas), en la literatura hindú (Panchatantra). El mito de las edades lo retoman los humanistas, pero hay una corriente que lo usa para invertirlo y cree en una edad primera salvaje, primitiva, carente de leyes, de religión y de letras a partir de la cual se progresa hacia la civilización. El cristianismo concibe la idea de progreso en una escala vertical hacia la mítica edad de oro que se consigue tras la muerte. La concepción que el Inca Garcilaso tiene de las tres edades puede ser agustiniana, en la idea de una construcción gradual de la ciudad de Dios, pero puede partir de los historiadores de la época. Tal es el caso de Jean Bodin que en su Methodus ad facilem historiarum cognitionem, de 1566, niega que hubiera una edad de oro previa a la organización del estado. Lo mismo opina Juan Maldonado en su Oratiuncula (Burgos, 1545). Según éste, el tiempo se divide en dos edades: la oscuridad de la edad preliteraria y la luz de la edad de las letras y las artes. Para ilustrarlas, Maldonado precisamente utiliza el ejemplo americano. La primera edad es descrita en su Oratiuncula de igual modo que el Inca Garcilaso describirá la edad preincaica: una edad caracterizada por la barbarie, el canibalismo y la ausencia de ley y religión, «ferino ritu nudi, sine lege». Maldonado, arremetiendo indirectamente contra el controvertido mito del buen salvaje, alega que fue la conquista española al introducir letras y disciplinas la que despojó de su esencia animal y bárbara a los pueblos sometidos.
Respuesta:
Los estudiosos garcilasistas coinciden en la influencia que la obra de san Agustín ejerció en el Inca Garcilaso. Pero, como explica el teólogo Miret Magdalena, las obras de san Agustín eran incomprensibles hasta para sus propios seguidores. En general los investigadores de la obra del peruano hallan trasuntos agustinianos en el hecho de que al igual que san Agustín había refutado la religión romana, el Inca refuta la incaica; que al igual que san Agustín cree que todo (la historia) ocurre por voluntad del único Dios, así el Inca opina que es Dios el que dirige la fundación del imperio incaico. Estas ideas providencialista y deterministas se extenderán por la tradición occidental y llegarán a la historiografía americana. Aunque el Inca leyera a san Agustín, lo cierto es que no precisaba de sus escritos para asimilar tales ideas.
Respecto al mito de las edades, fundamental en los Comentarios Reales, también es difícil saber si proviene o no de la lectura directa de la obra de san Agustín. El mito de las edades es originario del área cultural indo-mesopotámica, está presente en diversos pueblos de la zona. En Grecia tiene su aparición más antigua en Hesíodo, (Trabajos y Días, 106-210), quien distingue cinco edades: oro, plata, bronce, héroes y hierro. Las variantes son múltiples pero todas tienen en común la concepción de un estadio de felicidad originario que se degrada progresivamente hasta llegar a la infelicidad de nuestros días. Este mito pervive en la Biblia (Daniel 2, 32), en Ovidio (Metamorfosis, I, 89-150), en Babrio (Fábulas), en la literatura hindú (Panchatantra). El mito de las edades lo retoman los humanistas, pero hay una corriente que lo usa para invertirlo y cree en una edad primera salvaje, primitiva, carente de leyes, de religión y de letras a partir de la cual se progresa hacia la civilización. El cristianismo concibe la idea de progreso en una escala vertical hacia la mítica edad de oro que se consigue tras la muerte. La concepción que el Inca Garcilaso tiene de las tres edades puede ser agustiniana, en la idea de una construcción gradual de la ciudad de Dios, pero puede partir de los historiadores de la época. Tal es el caso de Jean Bodin que en su Methodus ad facilem historiarum cognitionem, de 1566, niega que hubiera una edad de oro previa a la organización del estado. Lo mismo opina Juan Maldonado en su Oratiuncula (Burgos, 1545). Según éste, el tiempo se divide en dos edades: la oscuridad de la edad preliteraria y la luz de la edad de las letras y las artes. Para ilustrarlas, Maldonado precisamente utiliza el ejemplo americano. La primera edad es descrita en su Oratiuncula de igual modo que el Inca Garcilaso describirá la edad preincaica: una edad caracterizada por la barbarie, el canibalismo y la ausencia de ley y religión, «ferino ritu nudi, sine lege». Maldonado, arremetiendo indirectamente contra el controvertido mito del buen salvaje, alega que fue la conquista española al introducir letras y disciplinas la que despojó de su esencia animal y bárbara a los pueblos sometidos.
Explicación: