Muchos gobiernos nacionales -para no mencionar a todos- han carecido de una política de estado para la definición de la frontera, para la defensa de la soberanía, para el desarrollo de un proyecto nacional dentro de unos hitos bien definidos... y defendidos.
La situación fue aprovechada por astutos e inteligentes gobernantes de las naciones fronterizas -azuzados por las grandes potencias imperantes- para penetrar, poco a poco, en el territorio nacional.
Los problemas limítrofes de la mayoría de los países del continente americano tienen su origen en el convulsionado siglo pasado.
En la mayoría de los antiguos dominios españoles se repitieron circunstancias que impidieron que las nuevas naciones definieran, sin traumas, sus límites. Una errada política de fijación de hitos -vale decir demarcación basada en accidentes geográficos- y el descuido de la gran metrópolis de sus territorios de ultramar, generó toda suerte de problemas y dificultades. Es el legado que hoy arrastran Chile y Argentina, Ecuador y Colombia, Guatemala y Belice, El Salvador y Honduras, Perú y Ecuador, Colombia y Venezuela, Bolivia y Chile, entre otros. Poderosas potencias europeas fomentaron la usurpación de territorios porque el nuevo mundo ofrecía un amplisimo aspecto económico: tierra fértiles, minerales y mano de obra gratis.
Muchos gobiernos nacionales -para no mencionar a todos- han carecido de una política de estado para la definición de la frontera, para la defensa de la soberanía, para el desarrollo de un proyecto nacional dentro de unos hitos bien definidos... y defendidos.
La situación fue aprovechada por astutos e inteligentes gobernantes de las naciones fronterizas -azuzados por las grandes potencias imperantes- para penetrar, poco a poco, en el territorio nacional.
Los problemas limítrofes de la mayoría de los países del continente americano tienen su origen en el convulsionado siglo pasado.
En la mayoría de los antiguos dominios españoles se repitieron circunstancias que impidieron que las nuevas naciones definieran, sin traumas, sus límites. Una errada política de fijación de hitos -vale decir demarcación basada en accidentes geográficos- y el descuido de la gran metrópolis de sus territorios de ultramar, generó toda suerte de problemas y dificultades. Es el legado que hoy arrastran Chile y Argentina, Ecuador y Colombia, Guatemala y Belice, El Salvador y Honduras, Perú y Ecuador, Colombia y Venezuela, Bolivia y Chile, entre otros. Poderosas potencias europeas fomentaron la usurpación de territorios porque el nuevo mundo ofrecía un amplisimo aspecto económico: tierra fértiles, minerales y mano de obra gratis.