Según los mayas, este era el dios del sol. Era representado como un hombre de mediana edad con una nariz aquilina, ojos cuadrados y grandes, y un inciso rellenado en los dientes superiores.
Los habitantes de Campeche, suponían que Kinich Ahau, como el patrón de Izamal, visitaba a las personas de la ciudad al mediodía, cada día en forma de una guacamaya.
2La gruta
El actual Bolochén era una antigua ciudad maya, poblada alrededor de nueve pozos. Esta región era afectada por sequías, por lo que los habitantes a menudo rezaban al dios de la lluvia y el agua: Chuac.
Un jefe guerrero se enamoró de una muchacha, pero la mamá de esta no estaba de acuerdo con la unión, por lo que escondió la muchacha en un lugar difícil de encontrar. El hombre rezó a este Dios y ordenó a sus guerreros a buscarla.
Cuando pasaban por una gruta, la oyeron llorar. El hombre construyó una escalera para rescatarla y cuando llegó la encontró junto a siete estanques rocosos.
Después de su descubrimiento de los estanques, Bolochén no volvió a tener sequías y la pareja fue feliz por el resto de sus días.
1Kinich Ahau
Según los mayas, este era el dios del sol. Era representado como un hombre de mediana edad con una nariz aquilina, ojos cuadrados y grandes, y un inciso rellenado en los dientes superiores.
Los habitantes de Campeche, suponían que Kinich Ahau, como el patrón de Izamal, visitaba a las personas de la ciudad al mediodía, cada día en forma de una guacamaya.
2La gruta
El actual Bolochén era una antigua ciudad maya, poblada alrededor de nueve pozos. Esta región era afectada por sequías, por lo que los habitantes a menudo rezaban al dios de la lluvia y el agua: Chuac.
Un jefe guerrero se enamoró de una muchacha, pero la mamá de esta no estaba de acuerdo con la unión, por lo que escondió la muchacha en un lugar difícil de encontrar. El hombre rezó a este Dios y ordenó a sus guerreros a buscarla.
Cuando pasaban por una gruta, la oyeron llorar. El hombre construyó una escalera para rescatarla y cuando llegó la encontró junto a siete estanques rocosos.
Después de su descubrimiento de los estanques, Bolochén no volvió a tener sequías y la pareja fue feliz por el resto de sus días.
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