Si hay un hecho novedoso para el pensamiento social contemporáneo es el de que esté trasladando su foco de atención hacia la emergencia de formas creativas con que las comunidades afrontan los nuevos procesos de producción material y simbólica1. Tal problematización emerge de la cultura y de las relaciones que se tejen en el campo social al calor de una multiplicidad de luchas históricamente sucedidas que proporcionan evidencias de su capacidad de resistir deviniendo potenciales nuevas maneras de existir.
2Las sucesivas y profundas crisis de los países centrales demuestran los límites de la racionalidad económica moderna y del gobierno del capital y la amenaza de que su expansión desbocada, agenciada principalmente por las leyes de la ganancia, se conviertan en un desastre para las distintas formas de vida sobre el planeta (Martínez Hincapié, 2012). El que un puñado de individuos y corporaciones codiciosas, abusando del poder del que disponen, se hayan apropiado de la riqueza social mundial incrementando la explotación del trabajo y el saqueo de los bienes naturales, indica la pobreza de la democracia que hemos construido y el fracaso de la llamada autorregulación de los mercados a partir de la competencia que se proclamó hace más de tres décadas.
3Uno de los ángulos del problema es el que la noción de lo público en la modernidad se haya puesto en cuestión. El desmoronamiento de los “Estados de bienestar” y la caída del mundo del socialismo real soviético dieron el paso al neoliberalismo y develaron la simplificación que se había hecho de lo público bajo el monopolio estatal, así como la insuficiencia de la diferenciación clásica de éste con el ámbito de los asuntos privados. Hoy se abre un abanico de nuevas modalidades de constitución de lo común, concepto que desborda y resignifica lo público.
Respuesta:
Si hay un hecho novedoso para el pensamiento social contemporáneo es el de que esté trasladando su foco de atención hacia la emergencia de formas creativas con que las comunidades afrontan los nuevos procesos de producción material y simbólica1. Tal problematización emerge de la cultura y de las relaciones que se tejen en el campo social al calor de una multiplicidad de luchas históricamente sucedidas que proporcionan evidencias de su capacidad de resistir deviniendo potenciales nuevas maneras de existir.
2Las sucesivas y profundas crisis de los países centrales demuestran los límites de la racionalidad económica moderna y del gobierno del capital y la amenaza de que su expansión desbocada, agenciada principalmente por las leyes de la ganancia, se conviertan en un desastre para las distintas formas de vida sobre el planeta (Martínez Hincapié, 2012). El que un puñado de individuos y corporaciones codiciosas, abusando del poder del que disponen, se hayan apropiado de la riqueza social mundial incrementando la explotación del trabajo y el saqueo de los bienes naturales, indica la pobreza de la democracia que hemos construido y el fracaso de la llamada autorregulación de los mercados a partir de la competencia que se proclamó hace más de tres décadas.
3Uno de los ángulos del problema es el que la noción de lo público en la modernidad se haya puesto en cuestión. El desmoronamiento de los “Estados de bienestar” y la caída del mundo del socialismo real soviético dieron el paso al neoliberalismo y develaron la simplificación que se había hecho de lo público bajo el monopolio estatal, así como la insuficiencia de la diferenciación clásica de éste con el ámbito de los asuntos privados. Hoy se abre un abanico de nuevas modalidades de constitución de lo común, concepto que desborda y resignifica lo público.
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