El punto exacto abajo de la tierra donde se originó un temblor, a veces hasta a cientos de kilómetros de profundidad, también se usan para vigilar el comportamiento de los volcanes, en una ciencia, en la que apenas se está aprendiendo. La ventaja que estos aparatos aportan en el monitoreo de los volcanes, es el hecho que las erupciones de estos se pueden predecir; los sismos o temblores todavía no, pero con la ayuda de otras técnicas, como los análisis de los gases de las fumarolas y otras, ya no tardan.
El punto exacto abajo de la tierra donde se originó un temblor, a veces hasta a cientos de kilómetros de profundidad, también se usan para vigilar el comportamiento de los volcanes, en una ciencia, en la que apenas se está aprendiendo. La ventaja que estos aparatos aportan en el monitoreo de los volcanes, es el hecho que las erupciones de estos se pueden predecir; los sismos o temblores todavía no, pero con la ayuda de otras técnicas, como los análisis de los gases de las fumarolas y otras, ya no tardan.