En América Latina el Subdesarrollo se presenta asociado con: Pesadas deudas externas; Desaparición del rol del Estado con altos niveles de corrupción; elevados índices de fragmentación social y descreimiento hacia las instituciones; profunda brecha tecnológica; asimetrías estructurales; bajo desempeño externo; pobreza, exclusión, y desamparo de los sectores sociales más débiles; desocupación y precarización del trabajo; deterioro de la educación y de la creación de nuevos conocimientos; aumento del analfabetismo; tasas elevadas de mortalidad infantil; carencia de techo; falta de agua potable y de transporte; desintegración geográfica y social con amenazas de desintegración política; aumento de la violencia; incertidumbre respecto del futuro con movilidad social descendente; necesidades como la alimentación y otras carencias básicas insatisfechas, que constituyen en conjunto, una amenaza para la supervivencia y seguridad de gran parte del planeta.
En 1992, el 20 % de la población más rica del planeta concentraba el 82,7 % del Producto Nacional Mundial, mientras que el 20 % más pobre, solo detentaba el 1,4 % y esta tendencia de desigualdad se fue agudizando. En 1996, 358 personas con activos de más de 1.000 millones de dólares superaban el ingreso de países en los que viven casi la mitad (45 %) de la población mundial, es decir aproximadamente 2.300 millones de persona. A fines de 1999, ya eran solamente 225, las personas que en 1996 habían sido 358.
El Dr. Alfredo Allende, en su libro " Globalización, deudas externas, miserias" expresa: "Solo un 30 % de los seres humanos están comprendidos en el "mercado" y el 60 % más pobre unas 3.600 millones de personas solo se reparten el 6% del total de las riquezas del mundo."
Según datos publicados por Organismos Internacionales, y a riesgo de abundar en datos conocidos, se destaca la gravedad de la situación: 1300 millones de personas viven con un ingreso inferior a un dólar diario; alrededor de 1000 millones de personas son analfabetas; más de 1000 millones carecen de agua potable y unos 900 millones de personas tienen hambre o enfrentan inseguridad alimentaria. En los países industrializados, más de 100 millones de personas viven por debajo de la línea de pobreza; alrededor de 160 millones de niños sufren malnutrición moderada o severa y unos 120 millones no asisten a la escuela; 250 millones de niños padecen diversas formas de esclavitud, como lo aclara la OIT y 100 millones de niños subsisten abandonados en las ciudades del Tercer mundo, y el dato más espeluznante lo constituye el genocidio que se produce año tras año de personas que fallecen como resultado de enfermedades curables y por hambre, entre los cuales hay que incluir 500.000 niños, según lo revelado por UNICEF. Por día, en promedio, mueren 1.400 niños y esta cifra tiende a aumentar. Asistimos impávidos a un holocausto globalizado, y mientras la ciencia y la tecnología avanzan con ritmo creciente, se produce un magnicidio de proporciones pavorosas. La cruel ironía, es que este estado de cosas, se realiza al menos en Latinoamérica bajo el imperio de sistemas democráticos y principios republicanos. Estos sistemas legalizan y legitiman, el bárbaro despojo y la crueldad del saqueo, perpetrado en nombre de una "modernidad", que ahora denominan "globalización", y que sostiene los principios establecidos por John Williamson, conocidos como Consenso de Washington o su versión más difundida de "pensamiento único". La observación del pasado, verifica que la globalización del orden mundial, no es un fenómeno nuevo, lleva cinco siglos de aplicación, pero con distintos formatos. Es evidente, que la globalización, responde a la visión ideológica del neoliberalismo económico, que produce una profunda crisis del Estado Nación, la desaparición de la trama social a través de una marcada polarización y una perspectiva, donde la pobreza aparece como un fenómeno irremediable que favorece la selección de las especies, por medio de un despiadado "darwinismo social". Además, por medio de una nueva división internacional del trabajo, se produce una alteración entre producción, espacio nacional y consumo, que afecta directamente la capacidad de decisión de los gobiernos locales, y que pasan a ocupar los grandes grupos transnacionales de poder
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aunque es largo pero espero te sirva
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En América Latina el Subdesarrollo se presenta asociado con: Pesadas deudas externas; Desaparición del rol del Estado con altos niveles de corrupción; elevados índices de fragmentación social y descreimiento hacia las instituciones; profunda brecha tecnológica; asimetrías estructurales; bajo desempeño externo; pobreza, exclusión, y desamparo de los sectores sociales más débiles; desocupación y precarización del trabajo; deterioro de la educación y de la creación de nuevos conocimientos; aumento del analfabetismo; tasas elevadas de mortalidad infantil; carencia de techo; falta de agua potable y de transporte; desintegración geográfica y social con amenazas de desintegración política; aumento de la violencia; incertidumbre respecto del futuro con movilidad social descendente; necesidades como la alimentación y otras carencias básicas insatisfechas, que constituyen en conjunto, una amenaza para la supervivencia y seguridad de gran parte del planeta.
En 1992, el 20 % de la población más rica del planeta concentraba el 82,7 % del Producto Nacional Mundial, mientras que el 20 % más pobre, solo detentaba el 1,4 % y esta tendencia de desigualdad se fue agudizando. En 1996, 358 personas con activos de más de 1.000 millones de dólares superaban el ingreso de países en los que viven casi la mitad (45 %) de la población mundial, es decir aproximadamente 2.300 millones de persona. A fines de 1999, ya eran solamente 225, las personas que en 1996 habían sido 358.
El Dr. Alfredo Allende, en su libro " Globalización, deudas externas, miserias" expresa: "Solo un 30 % de los seres humanos están comprendidos en el "mercado" y el 60 % más pobre unas 3.600 millones de personas solo se reparten el 6% del total de las riquezas del mundo."
Según datos publicados por Organismos Internacionales, y a riesgo de abundar en datos conocidos, se destaca la gravedad de la situación: 1300 millones de personas viven con un ingreso inferior a un dólar diario; alrededor de 1000 millones de personas son analfabetas; más de 1000 millones carecen de agua potable y unos 900 millones de personas tienen hambre o enfrentan inseguridad alimentaria. En los países industrializados, más de 100 millones de personas viven por debajo de la línea de pobreza; alrededor de 160 millones de niños sufren malnutrición moderada o severa y unos 120 millones no asisten a la escuela; 250 millones de niños padecen diversas formas de esclavitud, como lo aclara la OIT y 100 millones de niños subsisten abandonados en las ciudades del Tercer mundo, y el dato más espeluznante lo constituye el genocidio que se produce año tras año de personas que fallecen como resultado de enfermedades curables y por hambre, entre los cuales hay que incluir 500.000 niños, según lo revelado por UNICEF. Por día, en promedio, mueren 1.400 niños y esta cifra tiende a aumentar. Asistimos impávidos a un holocausto globalizado, y mientras la ciencia y la tecnología avanzan con ritmo creciente, se produce un magnicidio de proporciones pavorosas. La cruel ironía, es que este estado de cosas, se realiza al menos en Latinoamérica bajo el imperio de sistemas democráticos y principios republicanos. Estos sistemas legalizan y legitiman, el bárbaro despojo y la crueldad del saqueo, perpetrado en nombre de una "modernidad", que ahora denominan "globalización", y que sostiene los principios establecidos por John Williamson, conocidos como Consenso de Washington o su versión más difundida de "pensamiento único". La observación del pasado, verifica que la globalización del orden mundial, no es un fenómeno nuevo, lleva cinco siglos de aplicación, pero con distintos formatos. Es evidente, que la globalización, responde a la visión ideológica del neoliberalismo económico, que produce una profunda crisis del Estado Nación, la desaparición de la trama social a través de una marcada polarización y una perspectiva, donde la pobreza aparece como un fenómeno irremediable que favorece la selección de las especies, por medio de un despiadado "darwinismo social". Además, por medio de una nueva división internacional del trabajo, se produce una alteración entre producción, espacio nacional y consumo, que afecta directamente la capacidad de decisión de los gobiernos locales, y que pasan a ocupar los grandes grupos transnacionales de poder