Hace cuarenta años, una mañana de domingo a fines de noviembre de 1974, un equipo de investigadores estaba excavando un sitio remoto de la región de Afar, en Etiopía.
Durante un reconocimiento del área, el paleoantropólogo Donald Johanson descubrió un pequeño trozo del hueso de un codo.
Inmediatamente se dio cuenta de que era un ancestro humano. Y encontró muchos restos más.
"Cuando miré hacia mi izquierda vi pedacitos de un cráneo, un trozo de mandíbula y un par de vértebras", dice Johanson.
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Hace cuarenta años, una mañana de domingo a fines de noviembre de 1974, un equipo de investigadores estaba excavando un sitio remoto de la región de Afar, en Etiopía.
Durante un reconocimiento del área, el paleoantropólogo Donald Johanson descubrió un pequeño trozo del hueso de un codo.
Inmediatamente se dio cuenta de que era un ancestro humano. Y encontró muchos restos más.
"Cuando miré hacia mi izquierda vi pedacitos de un cráneo, un trozo de mandíbula y un par de vértebras", dice Johanson.
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