Alumno: Me gustaría saber por qué paso tantas horas en el aula, y de qué me sirve estudiar.
-Profesor: ¿Dónde estarías si no estuvieras aquí?
-A: Estaría divirtiéndome, haciendo lo que quisiera...
-P: ¿Estás seguro? Cuéntame tus actividades de un día cualquiera. ¿Qué harías?
-A: Me levantaría de la cama cuando quisiera, correría por internet cuanto quisiera, iría con mis amigos donde quisiera, comería lo que quisiera, vería la televisión el tiempo que quisiera...
-P: Eso es todo un programa de actividades elegidas por propia voluntad: harías solo «lo que quisieras»; lo cual significa que no harías más que lo que te beneficiase en cada momento. Todo un manifiesto sobre la libertad. Eso lo sabes con certeza, pero no sabes por qué ni para qué estás aquí. Pues veamos:
1) Estás aquí porque alguien se ha esforzado para que tengas una vida cómoda.
2) Ese alguien, en vez de hacer lo que quería, hace el trabajo por el que le pagan para que tú puedas hacer «lo que quieras».
3) Vives en la casa de ese alguien porque otros álguienes, imponiéndose no hacer solo «lo que querían», se esforzaron en construirla, para lo cual otros, anteriormente, tuvieron que acondicionar con mucho esfuerzo la Naturaleza, robándole a la estepa su desierto de piedras, canalizando el agua de la lluvia y los ríos, levantando ciudades ...
4) Comes cuanto deseas porque alguien tras alguien, desde la Prehistoria, se las ingenió para hacer que la tierra produjese los alimentos que necesitas para seguir viviendo.
5) Ves la televisión, disfrutas del ordenador y otros inventos imprescindibles hoy, porque, en una carrera de relevos, otros muchos álguienes convirtieron la barbarie en civilización y, mediante el esfuerzo y el estudio -ese que desprecias y te aburre-, aprendieron a añadir a lo que ya existía cuanto hacía más confortable la existencia.
6) Esas y otras cosas han ocurrido durante milenios porque otros como tú aprendieron a sustituir el «lo que quisiera» por «lo que debo querer»: cambiaron el egoísmo insolidario por la solidaridad del trabajo que beneficiase a sus descendientes.
7) Así que, si bien lo piensas, si cada uno hubiera hecho «lo que quería» -es decir: nada- esta mañana te hubieras levantado en mitad de una cueva, medio muerto de frío, embutido en unos harapos de pieles malolientes, con una serpiente acechando tu primer movimiento; hubieras desayunado hambre con los dientes podridos; habrías corrido hacia el supermercado de la Naturaleza, en el que para comer se necesita primero defenderse de las fieras y matar ciervos, por ejemplo; cuando fueras a buscar a tus amigos tal vez los hallases ensartados en los colmillos de alguna bestezuela; luego te pasearías por la discoteca del ruido y de la furia de la jungla universal...
8) Todo eso, y más, porque, siguiendo tu criterio, todos hubieran vivido sin hacer nada -o sea: ejercitando la vagancia- y nadie se habría preocupado de ordenar el caos.
9) Imagínate a ti mismo en ese mundo hostil, sin comida, sin médico ni farmacia ni hospitales, sin zapatero ni arquitecto ni albañiles, sin móvil y acechado por todos los peligros, con el único bienestar de seguir vivo a cambio de no detenerte un instante para descansar en tu lucha por sobrevivir...
10) De manera que mañana, cuando te despiertes y compruebes que no estás en ese mundo terrible, decide si quieres practicar la divisa de «lo que quieras», que supondría la destrucción del progreso y la regresión a las cavernas, o «lo que debes», que significa, al menos, ganarte el derecho a tus comodidades. Para lo cual necesitas despertar tu cerebro: estar aquí y descubrir que debes empezar a aprender ya si no quieres que la humanidad, y tú con ella, regrese hacia los glaciares y los dinosaurios.
Respuesta:
Alumno: Me gustaría saber por qué paso tantas horas en el aula, y de qué me sirve estudiar.
-Profesor: ¿Dónde estarías si no estuvieras aquí?
-A: Estaría divirtiéndome, haciendo lo que quisiera...
-P: ¿Estás seguro? Cuéntame tus actividades de un día cualquiera. ¿Qué harías?
-A: Me levantaría de la cama cuando quisiera, correría por internet cuanto quisiera, iría con mis amigos donde quisiera, comería lo que quisiera, vería la televisión el tiempo que quisiera...
-P: Eso es todo un programa de actividades elegidas por propia voluntad: harías solo «lo que quisieras»; lo cual significa que no harías más que lo que te beneficiase en cada momento. Todo un manifiesto sobre la libertad. Eso lo sabes con certeza, pero no sabes por qué ni para qué estás aquí. Pues veamos:
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1) Estás aquí porque alguien se ha esforzado para que tengas una vida cómoda.
2) Ese alguien, en vez de hacer lo que quería, hace el trabajo por el que le pagan para que tú puedas hacer «lo que quieras».
3) Vives en la casa de ese alguien porque otros álguienes, imponiéndose no hacer solo «lo que querían», se esforzaron en construirla, para lo cual otros, anteriormente, tuvieron que acondicionar con mucho esfuerzo la Naturaleza, robándole a la estepa su desierto de piedras, canalizando el agua de la lluvia y los ríos, levantando ciudades ...
4) Comes cuanto deseas porque alguien tras alguien, desde la Prehistoria, se las ingenió para hacer que la tierra produjese los alimentos que necesitas para seguir viviendo.
5) Ves la televisión, disfrutas del ordenador y otros inventos imprescindibles hoy, porque, en una carrera de relevos, otros muchos álguienes convirtieron la barbarie en civilización y, mediante el esfuerzo y el estudio -ese que desprecias y te aburre-, aprendieron a añadir a lo que ya existía cuanto hacía más confortable la existencia.
6) Esas y otras cosas han ocurrido durante milenios porque otros como tú aprendieron a sustituir el «lo que quisiera» por «lo que debo querer»: cambiaron el egoísmo insolidario por la solidaridad del trabajo que beneficiase a sus descendientes.
7) Así que, si bien lo piensas, si cada uno hubiera hecho «lo que quería» -es decir: nada- esta mañana te hubieras levantado en mitad de una cueva, medio muerto de frío, embutido en unos harapos de pieles malolientes, con una serpiente acechando tu primer movimiento; hubieras desayunado hambre con los dientes podridos; habrías corrido hacia el supermercado de la Naturaleza, en el que para comer se necesita primero defenderse de las fieras y matar ciervos, por ejemplo; cuando fueras a buscar a tus amigos tal vez los hallases ensartados en los colmillos de alguna bestezuela; luego te pasearías por la discoteca del ruido y de la furia de la jungla universal...
8) Todo eso, y más, porque, siguiendo tu criterio, todos hubieran vivido sin hacer nada -o sea: ejercitando la vagancia- y nadie se habría preocupado de ordenar el caos.
9) Imagínate a ti mismo en ese mundo hostil, sin comida, sin médico ni farmacia ni hospitales, sin zapatero ni arquitecto ni albañiles, sin móvil y acechado por todos los peligros, con el único bienestar de seguir vivo a cambio de no detenerte un instante para descansar en tu lucha por sobrevivir...
10) De manera que mañana, cuando te despiertes y compruebes que no estás en ese mundo terrible, decide si quieres practicar la divisa de «lo que quieras», que supondría la destrucción del progreso y la regresión a las cavernas, o «lo que debes», que significa, al menos, ganarte el derecho a tus comodidades. Para lo cual necesitas despertar tu cerebro: estar aquí y descubrir que debes empezar a aprender ya si no quieres que la humanidad, y tú con ella, regrese hacia los glaciares y los dinosaurios.
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