Estamos acostumbrados a pensar en kilómetros, las distancias las medimos en kilómetros, las carreras también. Los GPS marcan con exactitud cuántos kilómetros hay de un sitio a otro y hasta el modelo más sencillo de automóvil lleva la cuenta de los kilómetros recorridos. Desde pequeños, utilizamos los kilómetros como medida de distancia o hasta de tiempo (cuantas veces no habré yo soltado, desesperada: "Papá, papá, ¿cuánto falta?", "Nada, aguanta, mujer, solo 10 kilómetros"). De mayores, muchos corredores nos obsesionamos con los kilómetros. Cuál ha sido nuestra tirada más larga. Cuántos corremos en un día. En una semana, en un mes, en un año. Las apps y los relojes inteligentes te lo marcan sin siquiera pedírselo, la medida está grabada a fuego en nuestra mente. Pero no para medir nuestra velocidad de carrera.
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??? no te entiendo
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Estamos acostumbrados a pensar en kilómetros, las distancias las medimos en kilómetros, las carreras también. Los GPS marcan con exactitud cuántos kilómetros hay de un sitio a otro y hasta el modelo más sencillo de automóvil lleva la cuenta de los kilómetros recorridos. Desde pequeños, utilizamos los kilómetros como medida de distancia o hasta de tiempo (cuantas veces no habré yo soltado, desesperada: "Papá, papá, ¿cuánto falta?", "Nada, aguanta, mujer, solo 10 kilómetros"). De mayores, muchos corredores nos obsesionamos con los kilómetros. Cuál ha sido nuestra tirada más larga. Cuántos corremos en un día. En una semana, en un mes, en un año. Las apps y los relojes inteligentes te lo marcan sin siquiera pedírselo, la medida está grabada a fuego en nuestra mente. Pero no para medir nuestra velocidad de carrera.