El Tratado de Utrecht, también conocido como Paz de Utrecht o Tratado de Utrecht-Rastatt, es, en realidad, un conjunto de tratados firmados por los estados antagonistas en la Guerra de Sucesión Española entre los años 1713 y 1715 en la ciudad neerlandesa de Utrecht y en la alemana de Rastatt. Los tratados ponen fin a la guerra, aunque posteriormente a su firma continuaron las hostilidades en territorio español hasta julio de 1715, momento en que el marqués de Asfeld tomó la isla de Menorca. En este tratado, Europa cambió su mapa político. El segundo tratado vigente más antiguo por el asunto de Gibraltar, plaza militar de la Corona británica.
La primera iniciativa para intentar llegar a un acuerdo que pusiera fin a la Guerra de Sucesión Española tuvo lugar a principios de 1709 y partió de Luis XIV. El rey francés se veía presionado por las últimas derrotas que habían sufrido sus ejércitos, y más aún porque Francia atravesaba una grave crisis económica y financiera, que hacía muy difícil que pudiera continuar combatiendo. Finalmente, el acuerdo de los preliminares de La Haya, de 42 puntos, fue rechazado por el propio Luis XIV porque imponía condiciones que consideraba humillantes —entre otras, ayudar a desalojar del trono de la Monarquía de España a su nieto Felipe de Borbón, duque de Anjou—. Tampoco el emperador José I de Austria pareció muy dispuesto a firmarlas: a pesar de que se reconocía a su hermano el archiduque Carlos como rey de España (con el título de Carlos III el Archiduque) consideraba que se hubiera podido obtener más concesiones por parte de Luis XIV, a quien sus consejeros consideraban incapaz de continuar la guerra.
Como Luis XIV había previsto, Felipe V no estaba dispuesto a abandonar voluntariamente el trono de España. Así se lo comunicó su embajador, Michel-Jean Amelot, que había intentando convencer al rey de que se conformase con obtener algunos territorios y evitar así la pérdida de la monarquía entera. A pesar de ello Luis XIV ordenó a sus tropas que abandonaran España, excepto 25 batallones: «he rechazado la proposición odiosa de contribuir a desposeerlo [a Felipe V] de su reino; pero si continúo dándole los medios para mantenerse en él, hago la paz imposible». "La conclusión a la que llegó [Luis XIV] era severa para Felipe V: era imposible que la guerra finalizara mientras él siguiera en el trono de España", afirma Joaquim Albareda.1
El Tratado de Utrecht, también conocido como Paz de Utrecht o Tratado de Utrecht-Rastatt, es, en realidad, un conjunto de tratados firmados por los estados antagonistas en la Guerra de Sucesión Española entre los años 1713 y 1715 en la ciudad neerlandesa de Utrecht y en la alemana de Rastatt. Los tratados ponen fin a la guerra, aunque posteriormente a su firma continuaron las hostilidades en territorio español hasta julio de 1715, momento en que el marqués de Asfeld tomó la isla de Menorca. En este tratado, Europa cambió su mapa político. El segundo tratado vigente más antiguo por el asunto de Gibraltar, plaza militar de la Corona británica.
La primera iniciativa para intentar llegar a un acuerdo que pusiera fin a la Guerra de Sucesión Española tuvo lugar a principios de 1709 y partió de Luis XIV. El rey francés se veía presionado por las últimas derrotas que habían sufrido sus ejércitos, y más aún porque Francia atravesaba una grave crisis económica y financiera, que hacía muy difícil que pudiera continuar combatiendo. Finalmente, el acuerdo de los preliminares de La Haya, de 42 puntos, fue rechazado por el propio Luis XIV porque imponía condiciones que consideraba humillantes —entre otras, ayudar a desalojar del trono de la Monarquía de España a su nieto Felipe de Borbón, duque de Anjou—. Tampoco el emperador José I de Austria pareció muy dispuesto a firmarlas: a pesar de que se reconocía a su hermano el archiduque Carlos como rey de España (con el título de Carlos III el Archiduque) consideraba que se hubiera podido obtener más concesiones por parte de Luis XIV, a quien sus consejeros consideraban incapaz de continuar la guerra.
Como Luis XIV había previsto, Felipe V no estaba dispuesto a abandonar voluntariamente el trono de España. Así se lo comunicó su embajador, Michel-Jean Amelot, que había intentando convencer al rey de que se conformase con obtener algunos territorios y evitar así la pérdida de la monarquía entera. A pesar de ello Luis XIV ordenó a sus tropas que abandonaran España, excepto 25 batallones: «he rechazado la proposición odiosa de contribuir a desposeerlo [a Felipe V] de su reino; pero si continúo dándole los medios para mantenerse en él, hago la paz imposible». "La conclusión a la que llegó [Luis XIV] era severa para Felipe V: era imposible que la guerra finalizara mientras él siguiera en el trono de España", afirma Joaquim Albareda.1