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Los diamantes son simple y puro carbono, nada más y nada menos, mejor ordenados y empaquetados que el grafito, pero nada más. Esta forma alotrópica del carbono centra el interés de codiciosos imperios y ha originado guerras y conflictos de todo tipo. Para colmo, también por mucho que algunos se empeñen, la tecnología remeda a la naturaleza y, más allá de las imitaciones, es capaz de sintetizar diamantes artificiales de muchos tipos, algunos de los cuales tienen tanta calidad que sirven sin problemas como joyas