Pequeñas Voces es una película basada en entrevistas y dibujos de una generación de niños desplazados (9 a 12 años de edad) que crecieron en medio de la violencia y el caos en Colombia. Los cuatro protagonistas, a través de sus testimonios, nos revelan cómo perciben su realidad.
Mucho tiempo después de que se terminara en 2010, se ha estrenado en España en este mes de marzo “Pequeñas voces”, la película documental de animación dirigida por los colombianos Jairo Eduardo Carrillo y Óscar Andrade, dedicada a mostrar desde la mirada de los niños la situación de violencia en el interior del país andino.
Y la pena, además de la tardanza en llegar, es que su paso por las salas está siendo visto y no visto.
“Pequeñas voces” narra la historia de cuatro chavales, de entre 9 y 12 años, a quienes la violencia ejercida por hombres armados –con distintos uniformes- les expulsó del interior del país como desplazados hacia la capital, Bogotá.
En palabras de los chicos, “todas las fuerzas que tengan un arma siembran terror”, ya tengan el escudo de los grupos paramilitares, la guerrilla o el Ejército.
El padre de Margarita fue secuestrado; la familia de Pepito fue obligada a abandonar su hogar; John perdió una mano y una pierna; Juanito marchó engañado a combatir a la selva. Éstas fueron las circunstancias que les obligaron a exiliarse de sus pueblos, de su tierra y acabar engrosando las filas de la población desplazada que termina en Bogotá.
Son los propios niños quienes realizaron los coloristas dibujos que sirvieron de base para la animación de la película, con sus diferentes estilos y formas de expresarse. Como son sus vivencias las que se cuentan en una película que nos habla de su vida en el campo, de sus dramáticas experiencias, del viaje, de su nuevo mundo en la ciudad, de sus sueños y esperanzas.
En un trabajo que llevó 10 años, Jairo Carrillo entrevistó a alrededor de 120 niños que le contaron y dibujaron su visión sobre la vieja guerra colombiana. Una guerra que aún no termina. Fue la base documental para hacer esta película.
Es “Pequeñas voces” una película de animación diferente, en la que a través de sencillos dibujos se habla de la cruda realidad que afecta a un millón de niños desplazados en Colombia, según UNICEF.
Una película documental de animación que explora en las posibilidades de este formato para contar historias reales y dar a conocerlas al mayor número posible de espectadores en el mundo, para sacar a estos niños (y a sus padres, y a sus madres, y a sus tíos…) del olvido en el que viven.
En este mismo blog ya hablamos hace tiempo de «Vals con Bashir», en la que el documentalista israelí Ari Folman se atrevía a utilizar la animación para hablar de la matanza en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en 1982.
Con «Pequeñas voces» nos acercamos a los cuatro millones de personas desplazadas que hay en Colombia, según los datos de ACNUR, que añade que otro medio millón de colombianos viven como refugiados en todo el mundo, y fundamentalmente en países como Ecuador, Estados Unidos, Costa Rica, Venezuela y Panamá.
Otras organizaciones, como la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) elevan el número de desplazados a casi 5,5 millones de personas, según sus datos recogidos hasta 2011, que aparecen en el informe “Desplazamiento creciente y crisis humanitaria invisibilizada”.
Décadas de guerra interna en el país, de un conflicto armado con muchos actores e intereses cruzados pero en el que la población civil del campo es la gran perjudicada y la principal víctima. Sus voces nunca se escuchan. Y menos aún las voces de los niños.
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Pequeñas Voces es una película basada en entrevistas y dibujos de una generación de niños desplazados (9 a 12 años de edad) que crecieron en medio de la violencia y el caos en Colombia. Los cuatro protagonistas, a través de sus testimonios, nos revelan cómo perciben su realidad.
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Mucho tiempo después de que se terminara en 2010, se ha estrenado en España en este mes de marzo “Pequeñas voces”, la película documental de animación dirigida por los colombianos Jairo Eduardo Carrillo y Óscar Andrade, dedicada a mostrar desde la mirada de los niños la situación de violencia en el interior del país andino.
Y la pena, además de la tardanza en llegar, es que su paso por las salas está siendo visto y no visto.
“Pequeñas voces” narra la historia de cuatro chavales, de entre 9 y 12 años, a quienes la violencia ejercida por hombres armados –con distintos uniformes- les expulsó del interior del país como desplazados hacia la capital, Bogotá.
En palabras de los chicos, “todas las fuerzas que tengan un arma siembran terror”, ya tengan el escudo de los grupos paramilitares, la guerrilla o el Ejército.
El padre de Margarita fue secuestrado; la familia de Pepito fue obligada a abandonar su hogar; John perdió una mano y una pierna; Juanito marchó engañado a combatir a la selva. Éstas fueron las circunstancias que les obligaron a exiliarse de sus pueblos, de su tierra y acabar engrosando las filas de la población desplazada que termina en Bogotá.
Son los propios niños quienes realizaron los coloristas dibujos que sirvieron de base para la animación de la película, con sus diferentes estilos y formas de expresarse. Como son sus vivencias las que se cuentan en una película que nos habla de su vida en el campo, de sus dramáticas experiencias, del viaje, de su nuevo mundo en la ciudad, de sus sueños y esperanzas.
En un trabajo que llevó 10 años, Jairo Carrillo entrevistó a alrededor de 120 niños que le contaron y dibujaron su visión sobre la vieja guerra colombiana. Una guerra que aún no termina. Fue la base documental para hacer esta película.
Es “Pequeñas voces” una película de animación diferente, en la que a través de sencillos dibujos se habla de la cruda realidad que afecta a un millón de niños desplazados en Colombia, según UNICEF.
Una película documental de animación que explora en las posibilidades de este formato para contar historias reales y dar a conocerlas al mayor número posible de espectadores en el mundo, para sacar a estos niños (y a sus padres, y a sus madres, y a sus tíos…) del olvido en el que viven.
En este mismo blog ya hablamos hace tiempo de «Vals con Bashir», en la que el documentalista israelí Ari Folman se atrevía a utilizar la animación para hablar de la matanza en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en 1982.
Con «Pequeñas voces» nos acercamos a los cuatro millones de personas desplazadas que hay en Colombia, según los datos de ACNUR, que añade que otro medio millón de colombianos viven como refugiados en todo el mundo, y fundamentalmente en países como Ecuador, Estados Unidos, Costa Rica, Venezuela y Panamá.
Otras organizaciones, como la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) elevan el número de desplazados a casi 5,5 millones de personas, según sus datos recogidos hasta 2011, que aparecen en el informe “Desplazamiento creciente y crisis humanitaria invisibilizada”.
Décadas de guerra interna en el país, de un conflicto armado con muchos actores e intereses cruzados pero en el que la población civil del campo es la gran perjudicada y la principal víctima. Sus voces nunca se escuchan. Y menos aún las voces de los niños.