Este dizque era un hombre que se llamaba Peralta. Vivía en un pajarate muy grande y muy viejo, en el propio camino real y afuerita de un pueblo donde vivía el Rey. No era casao y vivía con una hermana soltera, algo viejana y muy aburrida.
No había en el pueblo quién no conocía a Peralta por sus muchas caridades: él lavaba los llaguientos; él asistía a los enfermos; él enterró a los muertos; se quitaba el pan de la boca y los trapitos del cuerpo para dárselos a los pobres; y por eso era que estaba en la pura inopia; ya la hermana se la llevaba el diablo con todos los limosneros y leprosos que Peralta aparece en la casa. "¿Qué te ganás, hombre de Dios -le decía la hermana-, con trabajar como un macho, si todo lo que conseguís lo botás jartando y aprovechando tanto perezoso y holgazán? Casáte, hombre; casáte pa que tengás hijos a quién mantener ".
Explicación:
Esta era siempre la cantaleta de la hermana; pero como si predicara en un desierto frio. Peralta seguía más pior; siempre hilachento y zarrapastroso, y el bolsico lámparo, lámparo; con el fogoncito encendido tal cual vez, la despensa en las puras tablas y una pobrecía, señor, regada por aquella casa desde el chiquero hasta el corredor de afuera. Figúrese que no eran tan solamente los Peraltas, sino todos los lisiaos y leprosos, que se habían apoderado de los cuartos y de los corredores de la casa "convidaos por la sangre de gusano", como decía la hermana.
Una ocasióncita estaba Peralta muy fatigao de las afugias del día, cuando, a tiempo de largarse un aguacero, arriman dos pelegrinos a los portales de la casa y piden posada: "Con todo corazón se las doy, buenos señores -les dijo Peralta muy atencioso -; pero lo van a pasar muy mal, porqu'en esta casa no hay ni un grano de sal ni una tabla de cacao con qué hacerles una comidita. Pero prosigan pa dentro, que la buena voluntá es lo que vale".
Respuesta:
Este dizque era un hombre que se llamaba Peralta. Vivía en un pajarate muy grande y muy viejo, en el propio camino real y afuerita de un pueblo donde vivía el Rey. No era casao y vivía con una hermana soltera, algo viejana y muy aburrida.
No había en el pueblo quién no conocía a Peralta por sus muchas caridades: él lavaba los llaguientos; él asistía a los enfermos; él enterró a los muertos; se quitaba el pan de la boca y los trapitos del cuerpo para dárselos a los pobres; y por eso era que estaba en la pura inopia; ya la hermana se la llevaba el diablo con todos los limosneros y leprosos que Peralta aparece en la casa. "¿Qué te ganás, hombre de Dios -le decía la hermana-, con trabajar como un macho, si todo lo que conseguís lo botás jartando y aprovechando tanto perezoso y holgazán? Casáte, hombre; casáte pa que tengás hijos a quién mantener ".
Explicación:
Esta era siempre la cantaleta de la hermana; pero como si predicara en un desierto frio. Peralta seguía más pior; siempre hilachento y zarrapastroso, y el bolsico lámparo, lámparo; con el fogoncito encendido tal cual vez, la despensa en las puras tablas y una pobrecía, señor, regada por aquella casa desde el chiquero hasta el corredor de afuera. Figúrese que no eran tan solamente los Peraltas, sino todos los lisiaos y leprosos, que se habían apoderado de los cuartos y de los corredores de la casa "convidaos por la sangre de gusano", como decía la hermana.
Una ocasióncita estaba Peralta muy fatigao de las afugias del día, cuando, a tiempo de largarse un aguacero, arriman dos pelegrinos a los portales de la casa y piden posada: "Con todo corazón se las doy, buenos señores -les dijo Peralta muy atencioso -; pero lo van a pasar muy mal, porqu'en esta casa no hay ni un grano de sal ni una tabla de cacao con qué hacerles una comidita. Pero prosigan pa dentro, que la buena voluntá es lo que vale".
Espero te sirva:)