Respuesta:La salud de la democracia depende, en gran parte, de los jóvenes. Con más de 1.800 millones de personas entre los 10 y los 24 años, la juventud es hoy el gran pulmón de la sociedad. Nunca antes ha habido en el mundo tanta gente joven. En las últimas décadas ha crecido el interés por su participación política y hasta el Banco Mundial ha identificado la ciudadanía activa como una de las actividades más importantes para lograr una transición positiva hacia la edad adulta, tanto para los jóvenes de hoy como para las siguientes generaciones.
El interés por la participación política de los jóvenes parte, en primer lugar, de una mayor conciencia de la sociedad actual sobre el derecho de la infancia y la juventud a ser escuchados. Algo que representa un cambio de paradigma en la manera en la que la sociedad adulta observa el papel de los jóvenes: de considerarlos como meros “adultos en espera” a entender su papel como elementos activos del cambio social.
Pero, aunque la participación y el compromiso de los jóvenes puede considerarse un fin en si mismo, también representa la vía para lograr otros objetivos y beneficios para ellos mismo y para la sociedad en la que habitan. Su potencial para contribuir en el desarrollo personal de los jóvenes, para mejorar su bienestar y para abordar problemas como la injusticia en la sociedad también debería suponer un impulso para los gobiernos locales y nacionales a la hora de promover la participación entre la juventud de sus sociedades.
En España, los Consejos de Participación llevan más de veinte años sirviendo como herramienta para promover la ciudadanía activa entre los más jóvenes desde que son niños. A través de los consejos, los niños aprenden a participar participando y desarrollan además toda una serie de capacidades asociadas a la ciudadanía democrática. Están son, entre otras, la observación y la comprensión crítica de la realidad de su entorno, la expresión de sus opiniones y propuestas a través de la palabra y la escucha y respeto hacia las ideas de los demás a través del diálogo. “Los niños implicados en el consejo son capaces de dirigir las propuestas y sus reivindicaciones a los responsables de los problemas y pedir que los solucionen, así como establecer complicidades con quienes también pueden contribuir a remediarlos”, tal como explica un fabuloso artículo de la Revista Educación sobre los beneficios de los Consejos de Participación. “Ser capaces de construir y expresar sus ideas de forma libre y democrática genera el sentido y el valor de la ciudadanía. Eso, sin descuidar la necesidad de una escucha activa e integradora de otras percepciones y realidades que no son las de la infancia y que acaban configurando un proyecto global para la ciudad”, añade.
Los jóvenes, a su vez, representan un recurso humano importante dentro de la sociedad ya que actúan como agentes de cambio social, desarrollo económico y progreso
Explicación:
El interés por la participación política de los jóvenes parte, en primer lugar, de una mayor conciencia de la sociedad actual sobre el derecho de la infancia y la juventud a ser escuchados. Algo que representa un cambio de paradigma en la manera en la que la sociedad adulta observa el papel de los jóvenes: de considerarlos como meros “adultos en espera” a entender su papel como elementos activos del cambio social.
Los Consejos de Participación llevan más de veinte años sirviendo como herramienta para promover la ciudadanía activa entre los más jóvenes desde que son niños. A través de los consejos, los niños aprenden a participar participando y desarrollan además toda una serie de capacidades asociadas a la ciudadanía democrática. Están son, entre otras, la observación y la comprensión crítica de la realidad de su entorno, la expresión de sus opiniones y propuestas a través de la palabra y la escucha y respeto hacia las ideas de los demás a través del diálogo. “Los niños implicados en el consejo son capaces de dirigir las propuestas y sus reivindicaciones a los responsables de los problemas y pedir que los solucionen, así como establecer complicidades con quienes también pueden contribuir a remediarlos”, tal como explica un fabuloso artículo de la Revista Educación sobre los beneficios de los Consejos de Participación. “Ser capaces de construir y expresar sus ideas de forma libre y democrática genera el sentido y el valor de la ciudadanía. Eso, sin descuidar la necesidad de una escucha activa e integradora de otras percepciones y realidades que no son las de la infancia y que acaban configurando un proyecto global para la ciudad”, añade.
Respuesta:La salud de la democracia depende, en gran parte, de los jóvenes. Con más de 1.800 millones de personas entre los 10 y los 24 años, la juventud es hoy el gran pulmón de la sociedad. Nunca antes ha habido en el mundo tanta gente joven. En las últimas décadas ha crecido el interés por su participación política y hasta el Banco Mundial ha identificado la ciudadanía activa como una de las actividades más importantes para lograr una transición positiva hacia la edad adulta, tanto para los jóvenes de hoy como para las siguientes generaciones.
El interés por la participación política de los jóvenes parte, en primer lugar, de una mayor conciencia de la sociedad actual sobre el derecho de la infancia y la juventud a ser escuchados. Algo que representa un cambio de paradigma en la manera en la que la sociedad adulta observa el papel de los jóvenes: de considerarlos como meros “adultos en espera” a entender su papel como elementos activos del cambio social.
Pero, aunque la participación y el compromiso de los jóvenes puede considerarse un fin en si mismo, también representa la vía para lograr otros objetivos y beneficios para ellos mismo y para la sociedad en la que habitan. Su potencial para contribuir en el desarrollo personal de los jóvenes, para mejorar su bienestar y para abordar problemas como la injusticia en la sociedad también debería suponer un impulso para los gobiernos locales y nacionales a la hora de promover la participación entre la juventud de sus sociedades.
En España, los Consejos de Participación llevan más de veinte años sirviendo como herramienta para promover la ciudadanía activa entre los más jóvenes desde que son niños. A través de los consejos, los niños aprenden a participar participando y desarrollan además toda una serie de capacidades asociadas a la ciudadanía democrática. Están son, entre otras, la observación y la comprensión crítica de la realidad de su entorno, la expresión de sus opiniones y propuestas a través de la palabra y la escucha y respeto hacia las ideas de los demás a través del diálogo. “Los niños implicados en el consejo son capaces de dirigir las propuestas y sus reivindicaciones a los responsables de los problemas y pedir que los solucionen, así como establecer complicidades con quienes también pueden contribuir a remediarlos”, tal como explica un fabuloso artículo de la Revista Educación sobre los beneficios de los Consejos de Participación. “Ser capaces de construir y expresar sus ideas de forma libre y democrática genera el sentido y el valor de la ciudadanía. Eso, sin descuidar la necesidad de una escucha activa e integradora de otras percepciones y realidades que no son las de la infancia y que acaban configurando un proyecto global para la ciudad”, añade.
Explicación:
Respuesta:
Los jóvenes, a su vez, representan un recurso humano importante dentro de la sociedad ya que actúan como agentes de cambio social, desarrollo económico y progreso
Explicación:
El interés por la participación política de los jóvenes parte, en primer lugar, de una mayor conciencia de la sociedad actual sobre el derecho de la infancia y la juventud a ser escuchados. Algo que representa un cambio de paradigma en la manera en la que la sociedad adulta observa el papel de los jóvenes: de considerarlos como meros “adultos en espera” a entender su papel como elementos activos del cambio social.
Los Consejos de Participación llevan más de veinte años sirviendo como herramienta para promover la ciudadanía activa entre los más jóvenes desde que son niños. A través de los consejos, los niños aprenden a participar participando y desarrollan además toda una serie de capacidades asociadas a la ciudadanía democrática. Están son, entre otras, la observación y la comprensión crítica de la realidad de su entorno, la expresión de sus opiniones y propuestas a través de la palabra y la escucha y respeto hacia las ideas de los demás a través del diálogo. “Los niños implicados en el consejo son capaces de dirigir las propuestas y sus reivindicaciones a los responsables de los problemas y pedir que los solucionen, así como establecer complicidades con quienes también pueden contribuir a remediarlos”, tal como explica un fabuloso artículo de la Revista Educación sobre los beneficios de los Consejos de Participación. “Ser capaces de construir y expresar sus ideas de forma libre y democrática genera el sentido y el valor de la ciudadanía. Eso, sin descuidar la necesidad de una escucha activa e integradora de otras percepciones y realidades que no son las de la infancia y que acaban configurando un proyecto global para la ciudad”, añade.