El Árbol de la Escuela, de Antonio Sandoval y Emilio Urberuaga
El Árbol de la Escuela, de Antonio Sandoval y Emilio Urberuaga es un precioso álbum ilustrado que narra la historia de un árbol solitario en una escuela, que resulta ser un árbol extraordinario ya que crece con el amor de los niños.
En el patio de la escuela había un árbol. Solo uno.
A Pedro le gustaba correr cerca de aquel árbol durante los recreos. Cuando pasaba a su lado lo miraba de reojo para no chocar con él.
El Árbol de la Escuela (interior)
Un día se detuvo y se fijó en su aspecto.
Era delgaducho, con ramas finas, como de alambre, y tenía unas pocas hojas secas.
Pedro se acercó y acarició su tronco.
De repente, al árbol le brotó una hoja nueva.
El Árbol de la Escuela (interior_1)
La profesora, sin embargo, le dijo que no lo tocara porque podía estropearse.
Pero Pedro no podía dejar de pensar en el árbol…
Dos días después lo regó y al árbol le salieron varias hojas más.
Tres días después lo abrazó y al árbol le brotó una rama nueva.
El Árbol de la Escuela (interior_2)
La profesora seguía insistiendo y regañaba a Pedro, diciéndole que lo mejor era dejar al árbol tranquilo.
Incluso le pusieron una valla redonda y metálica alrededor, con la intención de protegerlo.
Pero lo cierto es que el árbol había crecido mucho y así Pedro pudo explicar a sus compañeros que aquel árbol necesitaba mucho cariño para crecer.
Así que…
Marta plantó una flor junto al árbol, para que no se sintiese solo.
Luis colgó de una de sus ramas una casita de pájaros, para que los petirrojos lo alegraran con sus trinos.
Sofía le leyó un poema que había escrito especialmente para él. Todos aplaudieron cuando terminó de leerlo. ¡La profesora también!
El Árbol de la Escuela (interior_3)
Aquella tarde la profesora quitó la valla y colgó un columpio de la rama más fuerte, para que el árbol pudiese jugar aún más con los niños y niñas.
Era tan extraordinario que los botánicos terminaron por examinarlo. Y concluyeron en que, efectivamente, se trataba de un ejemplar único en el mundo y que debían cuidarlo muchísimo.
El árbol se convirtió en una parte muy importante de la escuela, del que todos disfrutaban.
Una mañana Pedro descubrió que al árbol le había nacido una especie de pequeña pelota en una rama ¿Qué sería?
Cuando aquella cosa se desprendió, los botánicos volvieron para estudiarla.
Les explicaron que era una semilla. Si la plantaban, de ella nacería un nuevo árbol.
El Árbol de la Escuela (interior_4)
¿Qué harán con esa semilla tan extraordinaria? Seréis vosotros los que lo descubráis al terminar el libro.
El Árbol de la Escuela nos ha parecido simplemente maravilloso. Un libro, como a nosotros nos gustan, de los que admiten muchas lecturas. Una primera, más superficial, que nos hace concienciarnos del increíble potencial de la naturaleza y cómo un árbol en apariencia débil y solitario puede convertirse en el centro de toda una comunidad si se le presta la atención necesaria. Una lectura más en profundidad, quizá ya para niños más mayorcitos, nos lleva a pensar en cómo un proyecto puede crecer exponencialmente si las personas implicadas prestan su colaboración, interés y cariño.
¡Qué bonito sería que en todos los colegios hubiera un árbol que pudieran cuidar entre todos los niños y que terminara por integrarse de una forma tan especial en su día a día! Sin duda, esta rutina sería mucho más interesante que pasarse el día entre cuatro paredes bajo luz artificial, ¿verdad?
Un texto muy bonito, tierno y profundo, de Antonio Sandoval y, como no podía ser de otra manera, preciosas las ilustraciones de Emilio Urberuaga, que ya conocíamos de otros títulos como «Este Monstruo me Suena» o «Una Cosa Negra«.
Respuesta:
El Árbol de la Escuela, de Antonio Sandoval y Emilio Urberuaga
El Árbol de la Escuela, de Antonio Sandoval y Emilio Urberuaga es un precioso álbum ilustrado que narra la historia de un árbol solitario en una escuela, que resulta ser un árbol extraordinario ya que crece con el amor de los niños.
En el patio de la escuela había un árbol. Solo uno.
A Pedro le gustaba correr cerca de aquel árbol durante los recreos. Cuando pasaba a su lado lo miraba de reojo para no chocar con él.
El Árbol de la Escuela (interior)
Un día se detuvo y se fijó en su aspecto.
Era delgaducho, con ramas finas, como de alambre, y tenía unas pocas hojas secas.
Pedro se acercó y acarició su tronco.
De repente, al árbol le brotó una hoja nueva.
El Árbol de la Escuela (interior_1)
La profesora, sin embargo, le dijo que no lo tocara porque podía estropearse.
Pero Pedro no podía dejar de pensar en el árbol…
Dos días después lo regó y al árbol le salieron varias hojas más.
Tres días después lo abrazó y al árbol le brotó una rama nueva.
El Árbol de la Escuela (interior_2)
La profesora seguía insistiendo y regañaba a Pedro, diciéndole que lo mejor era dejar al árbol tranquilo.
Incluso le pusieron una valla redonda y metálica alrededor, con la intención de protegerlo.
Pero lo cierto es que el árbol había crecido mucho y así Pedro pudo explicar a sus compañeros que aquel árbol necesitaba mucho cariño para crecer.
Así que…
Marta plantó una flor junto al árbol, para que no se sintiese solo.
Luis colgó de una de sus ramas una casita de pájaros, para que los petirrojos lo alegraran con sus trinos.
Sofía le leyó un poema que había escrito especialmente para él. Todos aplaudieron cuando terminó de leerlo. ¡La profesora también!
El Árbol de la Escuela (interior_3)
Aquella tarde la profesora quitó la valla y colgó un columpio de la rama más fuerte, para que el árbol pudiese jugar aún más con los niños y niñas.
Era tan extraordinario que los botánicos terminaron por examinarlo. Y concluyeron en que, efectivamente, se trataba de un ejemplar único en el mundo y que debían cuidarlo muchísimo.
El árbol se convirtió en una parte muy importante de la escuela, del que todos disfrutaban.
Una mañana Pedro descubrió que al árbol le había nacido una especie de pequeña pelota en una rama ¿Qué sería?
Cuando aquella cosa se desprendió, los botánicos volvieron para estudiarla.
Les explicaron que era una semilla. Si la plantaban, de ella nacería un nuevo árbol.
El Árbol de la Escuela (interior_4)
¿Qué harán con esa semilla tan extraordinaria? Seréis vosotros los que lo descubráis al terminar el libro.
El Árbol de la Escuela nos ha parecido simplemente maravilloso. Un libro, como a nosotros nos gustan, de los que admiten muchas lecturas. Una primera, más superficial, que nos hace concienciarnos del increíble potencial de la naturaleza y cómo un árbol en apariencia débil y solitario puede convertirse en el centro de toda una comunidad si se le presta la atención necesaria. Una lectura más en profundidad, quizá ya para niños más mayorcitos, nos lleva a pensar en cómo un proyecto puede crecer exponencialmente si las personas implicadas prestan su colaboración, interés y cariño.
¡Qué bonito sería que en todos los colegios hubiera un árbol que pudieran cuidar entre todos los niños y que terminara por integrarse de una forma tan especial en su día a día! Sin duda, esta rutina sería mucho más interesante que pasarse el día entre cuatro paredes bajo luz artificial, ¿verdad?
Un texto muy bonito, tierno y profundo, de Antonio Sandoval y, como no podía ser de otra manera, preciosas las ilustraciones de Emilio Urberuaga, que ya conocíamos de otros títulos como «Este Monstruo me Suena» o «Una Cosa Negra«.
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