No volveremos a vagar (So, We'll Go No More a Roving) es un poema del escritor inglés Lord Byron (1788-1824), incluido en una carta dirigida a Thomas Moore fechada el 28 de febrero de 1817.
Posteriormente, esa carta aparecería en la antología de 1830: Cartas y diarios de Lord Byron (Letters and Journals of Lord Byron), y más adelante en: Las obras de Lord Byron (The Works of Lord Byron).
No volveremos a vagar retrata la victoria de la edad y el cansancio sobre el vigor de la juventud. Curiosamente, Lord Byron tenía apenas veintinueve años cuando lo compuso, aunque ya por entonces las serias deformaciones óseas de sus pies le causaban grandes problemas para desplazarse con normalidad.
Lord Byron ensaya aquí una desoladora visión sobre el carácter efímero de la existencia. Más allá de las fronteras de la melancolía y la nostalgia, No volveremos a vagar excluye al amor del futuro. El porvenir, saturado por el agotamiento físico, esa tristeza peregrina que atraviesa el rostro marcado por los años, parece prescindir de la pasión para dar paso a un crepuscular sentido filosófico del amor.
Hay algo peor que imaginar un futuro sin amor: concebir un porvenir donde el amor se atenúa inexorablemente hasta volverlo indistinguible de otras emociones más banales.
No volveremos a vagar sería un poema devastador si Lord Byron no apelara al último bastión de la esperanza: la melancolía. El poeta no se resigna, sino que recuerda, mediante la nostalgia, aquello que su corazón preserva intensamente.
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el poema habla de que debe expresarse con sus propios sentimientos
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No volveremos a vagar (So, We'll Go No More a Roving) es un poema del escritor inglés Lord Byron (1788-1824), incluido en una carta dirigida a Thomas Moore fechada el 28 de febrero de 1817.
Posteriormente, esa carta aparecería en la antología de 1830: Cartas y diarios de Lord Byron (Letters and Journals of Lord Byron), y más adelante en: Las obras de Lord Byron (The Works of Lord Byron).
No volveremos a vagar retrata la victoria de la edad y el cansancio sobre el vigor de la juventud. Curiosamente, Lord Byron tenía apenas veintinueve años cuando lo compuso, aunque ya por entonces las serias deformaciones óseas de sus pies le causaban grandes problemas para desplazarse con normalidad.
Lord Byron ensaya aquí una desoladora visión sobre el carácter efímero de la existencia. Más allá de las fronteras de la melancolía y la nostalgia, No volveremos a vagar excluye al amor del futuro. El porvenir, saturado por el agotamiento físico, esa tristeza peregrina que atraviesa el rostro marcado por los años, parece prescindir de la pasión para dar paso a un crepuscular sentido filosófico del amor.
Hay algo peor que imaginar un futuro sin amor: concebir un porvenir donde el amor se atenúa inexorablemente hasta volverlo indistinguible de otras emociones más banales.
No volveremos a vagar sería un poema devastador si Lord Byron no apelara al último bastión de la esperanza: la melancolía. El poeta no se resigna, sino que recuerda, mediante la nostalgia, aquello que su corazón preserva intensamente.