El Mohán es uno de los mitos folclóricos más generalizados en Colombia. Se conoce a este como un hombre que vive en las montañas, peñascos, playas de los ríos, rocas cercanas a quebradas, lagunas y ríos colombianos. Según habitantes de la ciudad de Santa Marta, el Mohán se ha colado en la vida normal, usando el seudónimo de Jose Rene Meléndez.1 Se hacen varias descripciones:
Algunos lo describen como un ser musgoso, cubierto todo en pelo, con larga y abundante cabellera, ojos brillantes y uñas largas y afiladas.Se cree que los mohanes son hombres que viven en las cavernas a orillas de los ríos donde fumaban tabaco y se robaban a las mujeres que más les gustaban cuando éstas iban a lavar la ropa a la quebrada, razón por la cual las debía acompañar un hombre.Se le describe como un ser humanoide, muy corpulento, con una abundante y descuidada cabellera que utiliza para cubrir gran parte de su cuerpo. Su cara es tosca y de miedoso aspecto, sus frecuentes griterías y risotadas han sido el terror de los hombres que trabajan en el agua, como pescadores, bogas y las lavanderas de ríos.
El Mohán es uno de los mitos folclóricos más generalizados en Colombia. Se conoce a este como un hombre que vive en las montañas, peñascos, playas de los ríos, rocas cercanas a quebradas, lagunas y ríos colombianos. Según habitantes de la ciudad de Santa Marta, el Mohán se ha colado en la vida normal, usando el seudónimo de Jose Rene Meléndez.1 Se hacen varias descripciones:
Algunos lo describen como un ser musgoso, cubierto todo en pelo, con larga y abundante cabellera, ojos brillantes y uñas largas y afiladas.Se cree que los mohanes son hombres que viven en las cavernas a orillas de los ríos donde fumaban tabaco y se robaban a las mujeres que más les gustaban cuando éstas iban a lavar la ropa a la quebrada, razón por la cual las debía acompañar un hombre.Se le describe como un ser humanoide, muy corpulento, con una abundante y descuidada cabellera que utiliza para cubrir gran parte de su cuerpo. Su cara es tosca y de miedoso aspecto, sus frecuentes griterías y risotadas han sido el terror de los hombres que trabajan en el agua, como pescadores, bogas y las lavanderas de ríos.