Por virtud de su oficio del sacerdocio, los apóstoles son nombrados testigos especiales de Cristo en todo el mundo (véase D. y C. 107:23). Su testimonio es vital en la obra del Señor para la salvación. No obstante, los apóstoles no deben estar solos, ni lo están. Todos los que hemos sido bautizados y confirmados hemos tomado sobre nosotros el nombre de Jesucristo con el compromiso de “ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar” (Mosíah 18:9). El llegar a ser Sus testigos está dentro de la capacidad de cada uno de nosotros. En verdad, el Señor confía en “los débiles y sencillos” para proclamar Su evangelio (véase D. y C. 1:19, 23), y Su deseo es “que todo hombre hable en el nombre de Dios el Señor, el Salvador del mundo” (D. y C. 1:20).
Explicación:
Por virtud de su oficio del sacerdocio, los apóstoles son nombrados testigos especiales de Cristo en todo el mundo (véase D. y C. 107:23). Su testimonio es vital en la obra del Señor para la salvación. No obstante, los apóstoles no deben estar solos, ni lo están. Todos los que hemos sido bautizados y confirmados hemos tomado sobre nosotros el nombre de Jesucristo con el compromiso de “ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar” (Mosíah 18:9). El llegar a ser Sus testigos está dentro de la capacidad de cada uno de nosotros. En verdad, el Señor confía en “los débiles y sencillos” para proclamar Su evangelio (véase D. y C. 1:19, 23), y Su deseo es “que todo hombre hable en el nombre de Dios el Señor, el Salvador del mundo” (D. y C. 1:20).