En Cotacachi, todos los instrumentos musicales autóctonos que componen la historia musical de su cultura, como las flautas, los rondines, las pallas, los pífanos entre otros, están en peligro de extinción porque no se está logrando trasmitir los conocimientos entre los músicos que aun dominan el arte de expresarse con ellos, y la nueva generación de chicos que alimenta la comunidad.
Se puede considerar a Cotacachi, ciudad del Ecuador situada en las faldas del volcán que le da el nombre, una ciudad musical, en donde sus comunidades indígenas van trasmitiendo su cultura en forma directa entre el que tiene la destreza o conocimiento y la población de jóvenes.
La población organizaba grandes celebraciones para el día de San Juan, en la semana entre el 24 y el 29 de junio, donde como parte de las actividades, estaban los bailes, donde se usaban instrumentos como el rondín y los niños participaban activamente; eran días de mágica diversión y abundante comida, y así aprendían los niños mucho del folclore de su pueblo.
Sin embargo, esto se ha perdido, por la entrada de nuevas religiones que hacen que algunos padres dejen de participar, y a consecuencia, los niños no aprenden y se va perdiendo la cultura, incluida la habilidad de tocar esos instrumentos.
Por ahora se han hecho algunos esfuerzos locales para enseñar a los jóvenes a tocar algunos de estos instrumentos, en talleres, aprovechando la curiosidad natural de los chicos para impedir la extinción de los sonidos de sus ancestros.
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En Cotacachi, todos los instrumentos musicales autóctonos que componen la historia musical de su cultura, como las flautas, los rondines, las pallas, los pífanos entre otros, están en peligro de extinción porque no se está logrando trasmitir los conocimientos entre los músicos que aun dominan el arte de expresarse con ellos, y la nueva generación de chicos que alimenta la comunidad.
Se puede considerar a Cotacachi, ciudad del Ecuador situada en las faldas del volcán que le da el nombre, una ciudad musical, en donde sus comunidades indígenas van trasmitiendo su cultura en forma directa entre el que tiene la destreza o conocimiento y la población de jóvenes.
La población organizaba grandes celebraciones para el día de San Juan, en la semana entre el 24 y el 29 de junio, donde como parte de las actividades, estaban los bailes, donde se usaban instrumentos como el rondín y los niños participaban activamente; eran días de mágica diversión y abundante comida, y así aprendían los niños mucho del folclore de su pueblo.
Sin embargo, esto se ha perdido, por la entrada de nuevas religiones que hacen que algunos padres dejen de participar, y a consecuencia, los niños no aprenden y se va perdiendo la cultura, incluida la habilidad de tocar esos instrumentos.
Por ahora se han hecho algunos esfuerzos locales para enseñar a los jóvenes a tocar algunos de estos instrumentos, en talleres, aprovechando la curiosidad natural de los chicos para impedir la extinción de los sonidos de sus ancestros.