alejitaorozco18
Dar posada al peregrino. Todos somos peregrinos en este mundo, y vamos golpeando en las puertas de los santos y de los ángeles para que nos vayan dando ayuda y alojamiento mientras vamos de camino por la vida. Pues así como nos gusta que ellos nos abran y nos den todo lo necesario para seguir en la senda de la vida, así también debemos saber abrir nuestra casa al hombre cansado y que nos pide un lugar para dormir o descansar y tomar fuerzas. Como dice el Apóstol: “Muchos, sin saberlo, han dado alojamiento a ángeles”. Se puede decir que en estos tiempos hay tanta maldad que los peregrinos tal vez sean ladrones o asesinos encubiertos. Puede ser. Pero no quedará sin recompensa el que les hayamos abierto nuestra morada, y si nos roban o nos matan, seremos mártires del amor y Dios nos coronará en el Cielo como a verdaderos mártires. Pero, además, debemos confiar en Dios que nos sabrá defender de los malvados. ¿O no creemos en el poder de Dios que, en un momento puede poner multitud de ángeles para defendernos, si fuera necesario? El posadero de Belén no quiso dar posada a la Sagrada Familia y se quedó en la oscuridad. Porque se cerró al prójimo, se cerró a Dios. ¡Qué diferente habría sido para él si les hubiera conseguido un lugar a José y a María! ¡Que no nos pase algo similar a nosotros por cerrarle las puertas al peregrino, en quien debemos ver SIEMPRE a Jesús!
Todos somos peregrinos en este mundo, y vamos golpeando en las puertas de los santos y de los ángeles para que nos vayan dando ayuda y alojamiento mientras vamos de camino por la vida. Pues así como nos gusta que ellos nos abran y nos den todo lo necesario para seguir en la senda de la vida, así también debemos saber abrir nuestra casa al hombre cansado y que nos pide un lugar para dormir o descansar y tomar fuerzas. Como dice el Apóstol: “Muchos, sin saberlo, han dado alojamiento a ángeles”.
Se puede decir que en estos tiempos hay tanta maldad que los peregrinos tal vez sean ladrones o asesinos encubiertos. Puede ser. Pero no quedará sin recompensa el que les hayamos abierto nuestra morada, y si nos roban o nos matan, seremos mártires del amor y Dios nos coronará en el Cielo como a verdaderos mártires.
Pero, además, debemos confiar en Dios que nos sabrá defender de los malvados. ¿O no creemos en el poder de Dios que, en un momento puede poner multitud de ángeles para defendernos, si fuera necesario?
El posadero de Belén no quiso dar posada a la Sagrada Familia y se quedó en la oscuridad. Porque se cerró al prójimo, se cerró a Dios. ¡Qué diferente habría sido para él si les hubiera conseguido un lugar a José y a María! ¡Que no nos pase algo similar a nosotros por cerrarle las puertas al peregrino, en quien debemos ver SIEMPRE a Jesús!