Llegar a la aldea de Tanambao Betsivakiny es una odisea, pero había que conocer de primera mano cómo opera una subasta regional de la vainilla en Madagascar. Esas vainas humildes se han transformado, de alguna manera, al estilo de las mariposas, en la materia prima más llamativa, volátil e impredecible del planeta. En las últimas dos décadas, la vaina de vainilla curada ha conseguido subir a casi 600 dólares por kilo una semana, para luego desplomarse a 20 dólares la siguiente. El noreste de Madagascar es el mayor productor mundial de vainilla natural, por lo que cada auge y cada caída impactan a esta región como una tormenta tropical.
Madagascar se integró al comercio mundial hace siglos. La isla entraña tradiciones culturales que varían según la región, tesoros biológicos únicos y una economía turística en desarrollo. La capital, Antananarivo, tiene todo lo que necesita una ciudad del siglo XXI de millón y medio de habitantes. Pero Madagascar es también uno de los países más pobres del planeta. La desigualdad es más marcada en sus zonas más remotas, incluso en la región nororiental productora de vainilla. El aislamiento extremo de esas comunidades, su peso en el abasto internacional, los cambios dramáticos que sufren durante los vaivenes de los precios, todo esto ha convertido a esta parte del país en un laboratorio de observación que despliega el genio y la locura del comercio global. Visitar una de las subastas donde la vainilla ingresa al mercado mundial parece un paso lógico para tratar de entenderlo.
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Llegar a la aldea de Tanambao Betsivakiny es una odisea, pero había que conocer de primera mano cómo opera una subasta regional de la vainilla en Madagascar. Esas vainas humildes se han transformado, de alguna manera, al estilo de las mariposas, en la materia prima más llamativa, volátil e impredecible del planeta. En las últimas dos décadas, la vaina de vainilla curada ha conseguido subir a casi 600 dólares por kilo una semana, para luego desplomarse a 20 dólares la siguiente. El noreste de Madagascar es el mayor productor mundial de vainilla natural, por lo que cada auge y cada caída impactan a esta región como una tormenta tropical.
Madagascar se integró al comercio mundial hace siglos. La isla entraña tradiciones culturales que varían según la región, tesoros biológicos únicos y una economía turística en desarrollo. La capital, Antananarivo, tiene todo lo que necesita una ciudad del siglo XXI de millón y medio de habitantes. Pero Madagascar es también uno de los países más pobres del planeta. La desigualdad es más marcada en sus zonas más remotas, incluso en la región nororiental productora de vainilla. El aislamiento extremo de esas comunidades, su peso en el abasto internacional, los cambios dramáticos que sufren durante los vaivenes de los precios, todo esto ha convertido a esta parte del país en un laboratorio de observación que despliega el genio y la locura del comercio global. Visitar una de las subastas donde la vainilla ingresa al mercado mundial parece un paso lógico para tratar de entenderlo.
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