Era un día tan caluroso que hasta las lagartijas y los caracoles buscaban la sombra. Hacía tiempo que no llovía y las ramas secas, abriéndose camino, salían de la tierra agrietada.
? Estoy vieja y arrugada y ya no sirvo para nada, ? dijo una rama quejumbrosa con voz temblorosa.
? ¿Por qué dices eso?, ? preguntó el caracol. Yo estoy encantado de que me des sombra porque me haces sentir bien.
Entonces, la rama seca miró sorprendida al caracol y no dijo nada.
Al día siguiente la rama se volvió a quejar:
? Estoy pálida y muy seca, ¿quién me va a querer así?
? ¿Por qué dices eso?, ? preguntó la lagartija. Con este calor sofocante, ? dijo, si tú no estuvieras aquí, yo no tendría tu sombra, ¡qué suerte que estés tan cerca de mí!
Entonces la rama seca miró sorprendida a la lagartija y no dijo nada.
Esa misma tarde, la rama quejumbrosa, como ya era su costumbre sollozó quejándose de nuevo:
? ¡Ay, pobre de mí!, ¿por qué sigo en este mundo si nadie se acuerda de mí?
Entonces mirándose la lagartija y el caracol, sin decir nada, se marcharon a la sombra de otra rama que no se quejara tanto.
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marianacarreno197
lo siento pero yo lo conteste primero y contestaste lo mismo
Era un día tan caluroso que hasta las lagartijas y los caracoles buscaban la sombra. Hacía tiempo que no llovía y las ramas secas, abriéndose camino, salían de la tierra agrietada.
— Estoy vieja y arrugada y ya no sirvo para nada, — dijo una rama quejumbrosa con voz temblorosa.
— ¿Por qué dices eso?, — preguntó el caracol. Yo estoy encantado de que me des sombra porque me haces sentir bien.
Entonces, la rama seca miró sorprendida al caracol y no dijo nada.
Al día siguiente la rama se volvió a quejar:
— Estoy pálida y muy seca, ¿quién me va a querer así?
— ¿Por qué dices eso?, — preguntó la lagartija. Con este calor sofocante, — dijo, si tú no estuvieras aquí, yo no tendría tu sombra, ¡qué suerte que estés tan cerca de mí!
Entonces la rama seca miró sorprendida a la lagartija y no dijo nada.
Esa misma tarde, la rama quejumbrosa, como ya era su costumbre sollozó quejándose de nuevo:
— ¡Ay, pobre de mí!, ¿por qué sigo en este mundo si nadie se acuerda de mí?
espero haberte ayudado coronita plis
Entonces mirándose la lagartija y el caracol, sin decir nada, se marcharon a la sombra de otra rama que no se quejara tanto.
Respuesta:
La rama quejumbrosa
Cuento para niños que se quejan por todo
Era un día tan caluroso que hasta las lagartijas y los caracoles buscaban la sombra. Hacía tiempo que no llovía y las ramas secas, abriéndose camino, salían de la tierra agrietada.
? Estoy vieja y arrugada y ya no sirvo para nada, ? dijo una rama quejumbrosa con voz temblorosa.
? ¿Por qué dices eso?, ? preguntó el caracol. Yo estoy encantado de que me des sombra porque me haces sentir bien.
Entonces, la rama seca miró sorprendida al caracol y no dijo nada.
Al día siguiente la rama se volvió a quejar:
? Estoy pálida y muy seca, ¿quién me va a querer así?
? ¿Por qué dices eso?, ? preguntó la lagartija. Con este calor sofocante, ? dijo, si tú no estuvieras aquí, yo no tendría tu sombra, ¡qué suerte que estés tan cerca de mí!
Entonces la rama seca miró sorprendida a la lagartija y no dijo nada.
Esa misma tarde, la rama quejumbrosa, como ya era su costumbre sollozó quejándose de nuevo:
? ¡Ay, pobre de mí!, ¿por qué sigo en este mundo si nadie se acuerda de mí?
Entonces mirándose la lagartija y el caracol, sin decir nada, se marcharon a la sombra de otra rama que no se quejara tanto.
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Respuesta:
Explicación:
Era un día tan caluroso que hasta las lagartijas y los caracoles buscaban la sombra. Hacía tiempo que no llovía y las ramas secas, abriéndose camino, salían de la tierra agrietada.
— Estoy vieja y arrugada y ya no sirvo para nada, — dijo una rama quejumbrosa con voz temblorosa.
— ¿Por qué dices eso?, — preguntó el caracol. Yo estoy encantado de que me des sombra porque me haces sentir bien.
Entonces, la rama seca miró sorprendida al caracol y no dijo nada.
Al día siguiente la rama se volvió a quejar:
— Estoy pálida y muy seca, ¿quién me va a querer así?
— ¿Por qué dices eso?, — preguntó la lagartija. Con este calor sofocante, — dijo, si tú no estuvieras aquí, yo no tendría tu sombra, ¡qué suerte que estés tan cerca de mí!
Entonces la rama seca miró sorprendida a la lagartija y no dijo nada.
Esa misma tarde, la rama quejumbrosa, como ya era su costumbre sollozó quejándose de nuevo:
— ¡Ay, pobre de mí!, ¿por qué sigo en este mundo si nadie se acuerda de mí?
espero haberte ayudado coronita plis
Entonces mirándose la lagartija y el caracol, sin decir nada, se marcharon a la sombra de otra rama que no se quejara tanto.