joseluca1996fl
El viejo Echeverría caminaba sigiloso por aquel laberinto de tumbas, nichos, Y panteones. Cada pocos pasos se detenía y miraba a su alrededor, era fácil Ocultarse en el cementerio, y mas aún por la noche, aunque hubiera luna llena Como en esa ocasión. El viejo sostenía un palo en la mano derecha, en la otra cargaba una linterna, Que aún no encendía para no delatarse, además la noche era clara, y el hombre Conocía bien el cementerio, el había enterrado a la mayoría de los difuntos que Allí descansaban, era el sepulturero y a la vez guardián del campo santo. Ya hacía un mes que habían profanado barias tumbas recientes. La policía del Pueblo llegó a la conclusión que lo mas probable era que el culpable de las Profanaciones fuera un perro grande, el caso quedó abierto pero no siguieron Investigando. El viejo Echeverría no quedó satisfecho con esa explicación, y Comenzó a patrullar el cementerio por las noches, algo que nunca hacía, Simplemente porque no era necesario. El viejo siguió su nocturno recorrido, una bruma baja se paseaba por aquel Tétrico lugar, una lechuza lo vio pasar desde lo alto de una cruz, luego Volvió a fijar sus enormes ojos en un ratón que caminaba pegado a la pared De un panteón. Un ruido lo hizo detenerse a escuchar, ubicó la dirección del sonido y avanzó Con cautela. El profanador estaba escarbando una tumba con sus manos, Era un hombre lobo buscando una comida fácil, la bestia se babeaba sobre La tierra, y dejaba escapar algunos gruñidos. Cuando Echeverría notó los Horribles rasgos de aquella abominación, se volvió e intentó alejarse de Allí. Ya era demasiado tarde, la bestia lo había percibido. La desaparición del viejo Echeverría pasó a ser otro de los misterios que Abundaban en aquel pueblo.
Y panteones. Cada pocos pasos se detenía y miraba a su alrededor, era fácil
Ocultarse en el cementerio, y mas aún por la noche, aunque hubiera luna llena
Como en esa ocasión.
El viejo sostenía un palo en la mano derecha, en la otra cargaba una linterna,
Que aún no encendía para no delatarse, además la noche era clara, y el hombre
Conocía bien el cementerio, el había enterrado a la mayoría de los difuntos que
Allí descansaban, era el sepulturero y a la vez guardián del campo santo.
Ya hacía un mes que habían profanado barias tumbas recientes. La policía del
Pueblo llegó a la conclusión que lo mas probable era que el culpable de las
Profanaciones fuera un perro grande, el caso quedó abierto pero no siguieron
Investigando. El viejo Echeverría no quedó satisfecho con esa explicación, y
Comenzó a patrullar el cementerio por las noches, algo que nunca hacía,
Simplemente porque no era necesario.
El viejo siguió su nocturno recorrido, una bruma baja se paseaba por aquel
Tétrico lugar, una lechuza lo vio pasar desde lo alto de una cruz, luego
Volvió a fijar sus enormes ojos en un ratón que caminaba pegado a la pared
De un panteón.
Un ruido lo hizo detenerse a escuchar, ubicó la dirección del sonido y avanzó
Con cautela. El profanador estaba escarbando una tumba con sus manos,
Era un hombre lobo buscando una comida fácil, la bestia se babeaba sobre
La tierra, y dejaba escapar algunos gruñidos. Cuando Echeverría notó los
Horribles rasgos de aquella abominación, se volvió e intentó alejarse de
Allí. Ya era demasiado tarde, la bestia lo había percibido.
La desaparición del viejo Echeverría pasó a ser otro de los misterios que
Abundaban en aquel pueblo.