Las transformaciones progresivas que tienen lugar en el
ovario para producir un fruto maduro implican una interacción muy compleja de cambios bioquímicos, moleculares y estructurales coordinados temporal y espacialmente
por las fitohormonas y por el programa de desarrollo.
Las transformaciones progresivas que tienen lugar en el
ovario para producir un fruto maduro implican una interacción muy compleja de cambios bioquímicos, moleculares y estructurales coordinados temporal y espacialmente
por las fitohormonas y por el programa de desarrollo. Uno
de los productos de esta compleja «cascada» de procesos
es la semilla, quel constituye el órgano de dispersión y
perpetuación de las angiospermas y representa la culminación de la evolución reproductiva de las plantas. En
el el curso de la evolución, la semilla fue asociándose progresivamente a una serie de órganos florales para constituir finalmente una unidad de dispersión sumamente compleja que denominamos fruto. En términos evolutivos, el
fruto implica una coordinación íntima entre el desarrollo
de sus semillas y el ovario. La semilla se forma mediante
una embriogénesis cigótica que comprende los cambios
morfológicos, estructurales y de expresión génica que tienen lugar desde la formación del cigoto hasta el final del
desarrollo y maduración del embrión. Éste podrá germinar
cuando las condiciones endógenas y medioambientales
sean las apropiadas. De la embriogénesis dependerá el
éxito de la germinación y, por tanto, el desarrollo del
nuevo individuo. Además de ser el período en el que se
forma la semilla, la embriogénesis también constituye la
fase de preparación para la germinación.
1.2. En el desarrollo de la semilla,
a la fase inicial de histodiferenciación
le siguen las de expansión, maduración
y desecación
La formación de la semilla implica la interacción de diversos procesos relacionados con el programa de desarrollo.
La doble fecundación, después de la interacción entre los
gametos masculino (grano de polen) y femenino (saco embrionario), es una característica de las plantas con flores
(Fig. 18-1). Tras la fecundación, y una vez que ha crecido de
forma unidireccional, el cigoto se divide transversalmente de
forma asimétrica, originándose una célula pequeña (célula
apical) que no aumenta de tamaño y que, tras sucesivas
divisiones, dará origen al embrión; y otra célula alargada
(célula basal) que originará el suspensor (véase Fig. 18-2),
una estructura que actúa como un conducto transportador de
nutrientes desde el tejido materno hacia el embrión, sin descartar la síntesis de otros compuestos producidos por el propio suspensor (p. ej., GAs). Al comenzar la desecación de la
semilla el suspensor degenera, y desaparece la conexión con
la planta madre. La función del suspensor la adoptan entonces los tejidos de reserva (endospermo y cotiledones) (Fig.
27.1). Los embriones obtenidos mediante una embriogénesis
somática no poseen suspensor. La célula basal está próxima
al micropilo y la apical, a la chalaza, lo que conferirá una
polaridad incipiente al cigoto. El establecimiento de la
polaridad está muy regulado por el programa de desarrollo
y es de importancia capital en la embriogénesis de las plantas. Sin embargo, en las coníferas, que son las gmnospermas
Las transformaciones progresivas que tienen lugar en el
ovario para producir un fruto maduro implican una interacción muy compleja de cambios bioquímicos, moleculares y estructurales coordinados temporal y espacialmente
por las fitohormonas y por el programa de desarrollo.
Respuesta:
1. El desarrollo de la semilla
1.1. La aparición de la semilla constituyó
un avance evolutivo trascendental
Las transformaciones progresivas que tienen lugar en el
ovario para producir un fruto maduro implican una interacción muy compleja de cambios bioquímicos, moleculares y estructurales coordinados temporal y espacialmente
por las fitohormonas y por el programa de desarrollo. Uno
de los productos de esta compleja «cascada» de procesos
es la semilla, quel constituye el órgano de dispersión y
perpetuación de las angiospermas y representa la culminación de la evolución reproductiva de las plantas. En
el el curso de la evolución, la semilla fue asociándose progresivamente a una serie de órganos florales para constituir finalmente una unidad de dispersión sumamente compleja que denominamos fruto. En términos evolutivos, el
fruto implica una coordinación íntima entre el desarrollo
de sus semillas y el ovario. La semilla se forma mediante
una embriogénesis cigótica que comprende los cambios
morfológicos, estructurales y de expresión génica que tienen lugar desde la formación del cigoto hasta el final del
desarrollo y maduración del embrión. Éste podrá germinar
cuando las condiciones endógenas y medioambientales
sean las apropiadas. De la embriogénesis dependerá el
éxito de la germinación y, por tanto, el desarrollo del
nuevo individuo. Además de ser el período en el que se
forma la semilla, la embriogénesis también constituye la
fase de preparación para la germinación.
1.2. En el desarrollo de la semilla,
a la fase inicial de histodiferenciación
le siguen las de expansión, maduración
y desecación
La formación de la semilla implica la interacción de diversos procesos relacionados con el programa de desarrollo.
La doble fecundación, después de la interacción entre los
gametos masculino (grano de polen) y femenino (saco embrionario), es una característica de las plantas con flores
(Fig. 18-1). Tras la fecundación, y una vez que ha crecido de
forma unidireccional, el cigoto se divide transversalmente de
forma asimétrica, originándose una célula pequeña (célula
apical) que no aumenta de tamaño y que, tras sucesivas
divisiones, dará origen al embrión; y otra célula alargada
(célula basal) que originará el suspensor (véase Fig. 18-2),
una estructura que actúa como un conducto transportador de
nutrientes desde el tejido materno hacia el embrión, sin descartar la síntesis de otros compuestos producidos por el propio suspensor (p. ej., GAs). Al comenzar la desecación de la
semilla el suspensor degenera, y desaparece la conexión con
la planta madre. La función del suspensor la adoptan entonces los tejidos de reserva (endospermo y cotiledones) (Fig.
27.1). Los embriones obtenidos mediante una embriogénesis
somática no poseen suspensor. La célula basal está próxima
al micropilo y la apical, a la chalaza, lo que conferirá una
polaridad incipiente al cigoto. El establecimiento de la
polaridad está muy regulado por el programa de desarrollo
y es de importancia capital en la embriogénesis de las plantas. Sin embargo, en las coníferas, que son las gmnospermas
Explicación: