Etimológicamente, el término “comercio” proviene del latín cum, con o juntamente, y merx, “mercancía”, derivado de mercor, “comprar” y “vender” En sentido amplio se suele dar el nombre de “comercio” a toda transmisión o contratación, y en esta acepción se dice que “una cosa está en el comercio de los hombres”, según que sea objeto de contrato o de transmisión. Más estrictamente, comercio es la actividad que interviene entre el productor y el consumidor, para facilitar el cambio. Esta definición está de acuerdo con las causas que lo originan, los aspectos en que puede ser considerado y los fines que persigue. Las causas del comercio residen en la necesidad en que se halla el hombre de allegarse lo necesario para su subsistencia, y en la imposibilidad de ponerse en muchos casos en relación directa con los centros de producción. El hecho de que no todos los países se dediquen a la producción de los mismos artículos de consumo, unido a la diversidad de aptitudes, así como las distancias entre los centros de producción, originan dificultades para la aproximación de las cosas al que ha de consumirlas. Es necesario, pues, vencer estos obstáculos del tiempo y del espacio, y a tal efecto, concurren hombres dotados de aptitudes especiales para servir de intermediarios, los que reciben el nombre de comerciantes. De ahí se infiere y justifica otra definición del comercio diferente de la ya señalada, a saber: “el comercio es la aplicación constante de la actividad humana a aproximar los productos al consumidor”. Como fenómeno económico el comercio cae bajo el dominio de la Economía política y social; pero al tomar el comerciante los productos de manos del productor y acercarlos al consumidor, establece relaciones que tienen carácter jurídico y moral, en cuyo sentido el comercio se incorpora en la esfera del Derecho y de la Ética. Cualidades características del comercio son las universalidad o cosmopolitismo y el ser progresivo en grado eminente. En cuanto al primero de estos aspectos, se explica que esté expuesto a sufrir grandes variaciones al compás de los acontecimientos importantes que agitan la vida de los pueblos; y respecto al segundo, para que el comercio se perfeccione y aumente en eficacia es menester: 1.º, vencer el obstáculo del tiempo, procurando que sus operaciones se realicen con la mayor rapidez; 2.º, vencer el obstáculo del espacio, para lo cual se recurre al contrato de transporte, a las factorías, a la letra de cambio y al seguro; 3.º merecer la mayor confianza en el público, como base del crédito, al que con razón se le ha dado el nombre de “alma del comercio”, y 4.º, fomento del espíritu de asociación, merced al cual se pueden realizar empresas para las que no son suficientes el esfuerzo y el capital individual; de donde se siguen las Compañías o Sociedades mercantiles. De estas condiciones que se citan, la tercera implica toda la fuerza moral del acto comercial, sin la que el comercio se convertiría ipso facto en una serie de actos delictivos, en que la mentira y el engaño convertirán las operaciones de compraventa en verdaderas estafas y a los comerciantes en verdaderos delincuentes. Por esto, por no llenar en todos los tiempos este requisito de la confianza, el comercio no siempre se ha mirado con buenos ojos. “La locuacidad tan típica del vendedor ambulante, fósil vivificado del comerciante primitivo, permite presumir que no hay verdad en la mayoría de las cosas que dice; sin embargo, embauca, y los infelices engañados, no sólo no confiesan el engaño, sino que aun exageran más lo oído al comerciante, por lo cual se generaliza el uso de los artículos vendidos, se crean nuevas necesidades, se dificulta la satisfacción de otras más urgentes, se introduce el lujo corruptor y se desordena la vida familiar. No obstante, hoy, por la utilidad de tiempo y de lugar que el comerciante añade a la de forma, se le da por legítimo y productivo. Gracias a él lo superfluo se transforma en útil, lo caro en barato, lo inasequible en vulgar; en una palabra, aumenta la riqueza y el bienestar.” (Del Vocabulario Ideario de los PP. M. Arnáiz y B. Alcalde.)
Respuesta:
Comercio
Etimológicamente, el término “comercio” proviene del latín cum, con o juntamente, y merx, “mercancía”, derivado de mercor, “comprar” y “vender” En sentido amplio se suele dar el nombre de “comercio” a toda transmisión o contratación, y en esta acepción se dice que “una cosa está en el comercio de los hombres”, según que sea objeto de contrato o de transmisión. Más estrictamente, comercio es la actividad que interviene entre el productor y el consumidor, para facilitar el cambio. Esta definición está de acuerdo con las causas que lo originan, los aspectos en que puede ser considerado y los fines que persigue. Las causas del comercio residen en la necesidad en que se halla el hombre de allegarse lo necesario para su subsistencia, y en la imposibilidad de ponerse en muchos casos en relación directa con los centros de producción. El hecho de que no todos los países se dediquen a la producción de los mismos artículos de consumo, unido a la diversidad de aptitudes, así como las distancias entre los centros de producción, originan dificultades para la aproximación de las cosas al que ha de consumirlas. Es necesario, pues, vencer estos obstáculos del tiempo y del espacio, y a tal efecto, concurren hombres dotados de aptitudes especiales para servir de intermediarios, los que reciben el nombre de comerciantes. De ahí se infiere y justifica otra definición del comercio diferente de la ya señalada, a saber: “el comercio es la aplicación constante de la actividad humana a aproximar los productos al consumidor”. Como fenómeno económico el comercio cae bajo el dominio de la Economía política y social; pero al tomar el comerciante los productos de manos del productor y acercarlos al consumidor, establece relaciones que tienen carácter jurídico y moral, en cuyo sentido el comercio se incorpora en la esfera del Derecho y de la Ética. Cualidades características del comercio son las universalidad o cosmopolitismo y el ser progresivo en grado eminente. En cuanto al primero de estos aspectos, se explica que esté expuesto a sufrir grandes variaciones al compás de los acontecimientos importantes que agitan la vida de los pueblos; y respecto al segundo, para que el comercio se perfeccione y aumente en eficacia es menester: 1.º, vencer el obstáculo del tiempo, procurando que sus operaciones se realicen con la mayor rapidez; 2.º, vencer el obstáculo del espacio, para lo cual se recurre al contrato de transporte, a las factorías, a la letra de cambio y al seguro; 3.º merecer la mayor confianza en el público, como base del crédito, al que con razón se le ha dado el nombre de “alma del comercio”, y 4.º, fomento del espíritu de asociación, merced al cual se pueden realizar empresas para las que no son suficientes el esfuerzo y el capital individual; de donde se siguen las Compañías o Sociedades mercantiles. De estas condiciones que se citan, la tercera implica toda la fuerza moral del acto comercial, sin la que el comercio se convertiría ipso facto en una serie de actos delictivos, en que la mentira y el engaño convertirán las operaciones de compraventa en verdaderas estafas y a los comerciantes en verdaderos delincuentes. Por esto, por no llenar en todos los tiempos este requisito de la confianza, el comercio no siempre se ha mirado con buenos ojos. “La locuacidad tan típica del vendedor ambulante, fósil vivificado del comerciante primitivo, permite presumir que no hay verdad en la mayoría de las cosas que dice; sin embargo, embauca, y los infelices engañados, no sólo no confiesan el engaño, sino que aun exageran más lo oído al comerciante, por lo cual se generaliza el uso de los artículos vendidos, se crean nuevas necesidades, se dificulta la satisfacción de otras más urgentes, se introduce el lujo corruptor y se desordena la vida familiar. No obstante, hoy, por la utilidad de tiempo y de lugar que el comerciante añade a la de forma, se le da por legítimo y productivo. Gracias a él lo superfluo se transforma en útil, lo caro en barato, lo inasequible en vulgar; en una palabra, aumenta la riqueza y el bienestar.” (Del Vocabulario Ideario de los PP. M. Arnáiz y B. Alcalde.)
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