Cuando Quique entró en casa dejó caer la mochila al suelo, abrió mucho los
ojos, a la vez que la boca y empezó a tartamudear:
- ¡Tía Eeeleenaaa! - gritó abrazándose a ella.
Sí, era ella. La hermana pequeña de su madre, su madrina, a la que no veía
desde hacía tres años nada más que por videollamada, porque se fue a vivir al
extranjero por motivo de trabajo, cuando él solo tenía cuatro años.
- ¡Tía Elena! - volvió a decir llorando sin poderlo creer.
Elena lo abrazó llorando también. Quique era su ahijado y su único sobrino.
Sentados a la mesa, Quique no quitaba ojo a su tía. La tenía agarrada de la
mano y no la soltó durante toda la comida. Respiró aliviado cuando escuchó
que se quedaría diez días en la ciudad.
Después de la comida Elena llevó a Quique a su habitación y le entregó un
paquete. A Quique le latía el corazón apresuradamente cuando empezó a
desenvolverlo: ¡era una hucha!
- Quique, verás que es una hucha, pero no es una hucha corriente - le dijo la
tía al niño.
Quique la acarició entre sus manos: era una caja labrada de madera,
seguramente hecha por su tía, de tamaño mediano, con una ranura en la parte
superior.
- ¿Qué piensas que hay dentro? - le preguntó.
- ¡Billetes! - contestó alzando los hombros al ver que no sonaban monedas.
- ¿Tú crees? - insistió Elena.
- ¡Claro! - dijo el niño guiñando un ojo a su tía.
- ¡Pues estás equivocado! Es una caja del tiempo - le dijo.
Quique abrió de nuevo los ojos como platos y miró a su tía para que le
siguiera contando.
- La caja está vacía, pero ya te he dicho que es muy especial. Siempre que
venga iré metiendo dinero en tu hucha - continuó.
- ¡Quique! - le dijo, para que le prestara atención - quiero que escribas una
carta; yo escribiré otra y las meteremos, a la vez, en la caja. No podrás abrir la
hucha hasta que tengas dieciocho años. ¡Me lo tienes que prometer!
Quique miró a su tía incrédulo, contando mentalmente.
- ¡Once años! - dijo, y empezó a contar nuevamente con los dedos.
Elena se echó a reír al ver la cara del niño.
- Aún hay más. Me gustaría que metieras también algo que te gustara
encontrar cuando tuvieras esa edad, ¡piénsalo! Estaré aquí unos días y lo
haremos juntos.
Cuando Quique se fue a la cama no podía dormir pensando qué poner en su
carta y qué meter en la caja.
Dos días antes de que Elena tuviera que regresar a su trabajo, Quique le dijo:
- ¡Ya lo tengo!
Los dos, en la habitación, abrieron la caja y Quique comprobó, que como
había dicho su tía: estaba vacía. Elena le enseñó un billete y lo introdujo,
después sacó la carta de su bolsillo y la metió también; le pareció que había
dejado algo más, pero no dijo nada.
Después fue el turno de Quique. Metió su carta: un bonito y colorido dibujo
que había hecho esa mañana, un llavero de un balón, un cuento y un paquetito
envuelto en papel de regalo. Elena sonrió al verlo, le dijo que pusiera la fecha
en la carta, cerró con llave la caja delante del niño y la introdujo por la ranura.
A los dos les brillaban los ojos cuando se miraron pensando en el futuro.
Su tía Elena le había dado una gran sorpresa al presentarse en su casa -
pensó Quique - pero la verdadera sorpresa era empezar esa gran aventura en
el tiempo junto a ella
● Contesta en tu cuaderno:
¿Quién llegó a casa de Quique dándole una gran sorpresa?
¿Por qué hacía tanto tiempo que no se veían?
¿Qué regalo le hace?
¿Qué decide meter Quique en la caja?
¿Cuál es la mejor sorpresa para el niño?
¿Puede haber sorpresas buenas y malas?
Escribe si alguna vez has tenido alguna sorpresa y como te sentiste
Respuestas: disculpa tienes que leer un libro o contestar lo que piensas
Explicación: