1. UNA IGLESIA LLAMADA A LA SANTIDAD El discípulo que ha tenido un encuentro con Cristo, inicia un seguimiento, un camino, un proceso de crecimiento y de identificación con el Señor. En este camino hay una gran meta que lo impulsa: la perfección y santidad del Padre celestial. Este testimonio de santidad, se convierte en un signo claro, en medio del mundo de la presencia de Jesús, el Santo, quien vivió plenamente su condición de Hijo de Dios.
2. El discípulo que ha tenido un encuentro con Cristo, inicia un seguimiento, un camino, un proceso de crecimiento y de identificación con el Señor. En este camino hay una gran meta que lo impulsa: la perfección y santidad del Padre celestial. Este testimonio de santidad, se convierte en un signo claro, en medio del mundo de la presencia de Jesús, el Santo, quien vivió plenamente su condición de Hijo de Dios.
3. UNA IGLESIA COMUNIÓN El caminar del discípulo que busca transfigurarse en Cristo, a través de la obediencia a la Palabra y el alimento sacramental, sólo se puede realizar en la Comunión. “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión”: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo (Al inicio del Tercer Milenio 43)
4. El caminar del discípulo que busca transfigurarse en Cristo, a través de la obediencia a la Palabra y el alimento sacramental, sólo se puede realizar en la Comunión. “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión”: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo (Al inicio del Tercer Milenio 43)
5. UNA IGLESIA MINISTERIAL Dentro del gran camino del discipulado hay entonces diversas sendas o vocaciones que el Espíritu va suscitando. Uno es el ministerio ordenado, otro la vida consagrada, otro el ministerio laical o el servicio eclesial. Ante el mundo, la Iglesia, que es comunidad de discípulos, debe reflejar el rostro de Jesús que no vino a ser servido sino a servir.
6. Dentro del gran camino del discipulado hay entonces diversas sendas o vocaciones que el Espíritu va suscitando. Uno es el ministerio ordenado, otro la vida consagrada, otro el ministerio laical o el servicio eclesial. Ante el mundo, la Iglesia, que es comunidad de discípulos, debe reflejar el rostro de Jesús que no vino a ser servido sino a servir.
7. UNA IGLESIA MISIONERA Quien ha conocido a Cristo Vivo y ha tenido un encuentro salvador con él, no puede dejar de anunciar esta experiencia a los demás. El camino del discipulado no puede quedarse encerrado en el ámbito de la comunidad. Se hace necesario ir a todos los pueblos y personas para proclamar el plan amoroso y salvador de Dios. La misión, lejos de ser una actividad que busca reclutar nuevos miembros a la Iglesia, nace del deseo profundo de Dios de que todos los hombres y mujeres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.
8. Quien ha conocido a Cristo Vivo y ha tenido un encuentro salvador con él, no puede dejar de anunciar esta experiencia a los demás. El camino del discipulado no puede quedarse encerrado en el ámbito de la comunidad. Se hace necesario ir a todos los pueblos y personas para proclamar el plan amoroso y salvador de Dios. La misión, lejos de ser una actividad que busca reclutar nuevos miembros a la Iglesia, nace del deseo profundo de Dios de que todos los hombres y mujeres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.
9. UNA IGLESIA SOLIDARIA Lo que mueve al discípulo a ser solidario es la fuerza del amor de Cristo que, como verdadero hombre, conoció el dolor, la pobreza, el destierro y la persecución y como verdadero Dios se compadeció de quienes son víctimas de estos flagelos. La caridad expresada a través de la solidaridad cristiana y la promoción humana es quizá el principal signo de credibilidad de la Iglesia en el actual momento de la historia.
Respuesta:
1. UNA IGLESIA LLAMADA A LA SANTIDAD El discípulo que ha tenido un encuentro con Cristo, inicia un seguimiento, un camino, un proceso de crecimiento y de identificación con el Señor. En este camino hay una gran meta que lo impulsa: la perfección y santidad del Padre celestial. Este testimonio de santidad, se convierte en un signo claro, en medio del mundo de la presencia de Jesús, el Santo, quien vivió plenamente su condición de Hijo de Dios.
2. El discípulo que ha tenido un encuentro con Cristo, inicia un seguimiento, un camino, un proceso de crecimiento y de identificación con el Señor. En este camino hay una gran meta que lo impulsa: la perfección y santidad del Padre celestial. Este testimonio de santidad, se convierte en un signo claro, en medio del mundo de la presencia de Jesús, el Santo, quien vivió plenamente su condición de Hijo de Dios.
3. UNA IGLESIA COMUNIÓN El caminar del discípulo que busca transfigurarse en Cristo, a través de la obediencia a la Palabra y el alimento sacramental, sólo se puede realizar en la Comunión. “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión”: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo (Al inicio del Tercer Milenio 43)
4. El caminar del discípulo que busca transfigurarse en Cristo, a través de la obediencia a la Palabra y el alimento sacramental, sólo se puede realizar en la Comunión. “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión”: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo (Al inicio del Tercer Milenio 43)
5. UNA IGLESIA MINISTERIAL Dentro del gran camino del discipulado hay entonces diversas sendas o vocaciones que el Espíritu va suscitando. Uno es el ministerio ordenado, otro la vida consagrada, otro el ministerio laical o el servicio eclesial. Ante el mundo, la Iglesia, que es comunidad de discípulos, debe reflejar el rostro de Jesús que no vino a ser servido sino a servir.
6. Dentro del gran camino del discipulado hay entonces diversas sendas o vocaciones que el Espíritu va suscitando. Uno es el ministerio ordenado, otro la vida consagrada, otro el ministerio laical o el servicio eclesial. Ante el mundo, la Iglesia, que es comunidad de discípulos, debe reflejar el rostro de Jesús que no vino a ser servido sino a servir.
7. UNA IGLESIA MISIONERA Quien ha conocido a Cristo Vivo y ha tenido un encuentro salvador con él, no puede dejar de anunciar esta experiencia a los demás. El camino del discipulado no puede quedarse encerrado en el ámbito de la comunidad. Se hace necesario ir a todos los pueblos y personas para proclamar el plan amoroso y salvador de Dios. La misión, lejos de ser una actividad que busca reclutar nuevos miembros a la Iglesia, nace del deseo profundo de Dios de que todos los hombres y mujeres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.
8. Quien ha conocido a Cristo Vivo y ha tenido un encuentro salvador con él, no puede dejar de anunciar esta experiencia a los demás. El camino del discipulado no puede quedarse encerrado en el ámbito de la comunidad. Se hace necesario ir a todos los pueblos y personas para proclamar el plan amoroso y salvador de Dios. La misión, lejos de ser una actividad que busca reclutar nuevos miembros a la Iglesia, nace del deseo profundo de Dios de que todos los hombres y mujeres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.
9. UNA IGLESIA SOLIDARIA Lo que mueve al discípulo a ser solidario es la fuerza del amor de Cristo que, como verdadero hombre, conoció el dolor, la pobreza, el destierro y la persecución y como verdadero Dios se compadeció de quienes son víctimas de estos flagelos. La caridad expresada a través de la solidaridad cristiana y la promoción humana es quizá el principal signo de credibilidad de la Iglesia en el actual momento de la historia.
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