Entre las principales acciones de este gobierno estuvieron: La nacionalización y expropiación de los yacimientos petrolíferos de la IPC el 9 de octubre de 1968. Se organizó la Petro-Perú, una empresa estatal ligada, por entonces, a todos los procesos de la explotación, refinación y distribución del petróleo.
A partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 comenzó a implementarse un conjunto de medidas económicas que tuvieron un gran impacto, produciendo transformaciones sustanciales en el funcionamiento de la economía argentina. Analizando los distintos indicadores económicos puede advertirse la magnitud de los cambios, en los que es posible encontrar el origen de la mayor parte de los graves problemas que afrontó el país en las décadas posteriores.
Probablemente, el mayor efecto de estos cambios haya sido el de modificar el peso y el balance de poder entre sectores e intereses económicos, locales y externos, dando paso a un tipo de economía que se diferenciaría claramente de la prevaleciente en la etapa sustitutiva de importaciones. Se iniciaba así un nuevo modelo económico basado en la acumulación rentística y financiera, la apertura irrestricta, el endeudamiento externo y el disciplinamiento social.
Este proceso de cambio se encontraba estrechamente vinculado a razones de orden interno, aunque también a la evolución de la coyuntura económica internacional y a la particular articulación entre ambos factores.
Por una parte, la crítica situación económica mundial de principios de los años ‘70 -con la crisis del dólar primero y la del petróleo después- creó una amplia disponibilidad de capitales dispuestos a reciclarse para obtener mayores rentabilidades en los países del Tercer Mundo, lo que permitió a las dictaduras latinoamericanas tener el financiamiento necesario para imponer sus políticas económicas, precursoras del neoliberalismo en el mundo, antes aún de la llegada a sus respectivos gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. En esto tuvieron también un peso decisivo los organismos financieros internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, que querían facilitar la inserción de los países en desarrollo a los nuevos circuitos financieros.
Por otra parte, los factores internos no fueron menos importantes. La Argentina vivió desde fines de los ’60 y principios de los ’70 agudos conflictos sociales y políticos que se tradujeron en significativas movilizaciones populares así como en la existencia de grupos radicalizados -armados o no- en la escena política nacional.
Es por eso que, desde marzo de 1976, se produjo un punto de inflexión en la historia del país, fundado en la convicción, por parte de los principales responsables de la dictadura militar y de los sectores que los apoyaron, de que las proscripciones políticas ya no servían para eliminar las alianzas populistas y sus presuntos peligros sobre el orden social establecido.
Había que ir más a fondo y dado que esas alianzas se asentaban sobre el aparato productivo industrial, era imprescindible modificar radicalmente la estructura económica. Esto llevó a la adopción de una serie de políticas que fueron destruyendo las condiciones para un desarrollo económico sustentable; a la reformulación del papel del Estado, al que se obligó a asumir la carga de un creciente e insostenible endeudamiento externo; y a una drástica redistribución regresiva de los ingresos.
Para ello fue funcional el “terrorismo de Estado”, que sirvió, sobre todo, para anular o impedir el accionar de instituciones y organizaciones políticas, sociales y sindicales. Factores a los cuales se agregó, desde el punto de vista de su incidencia futura sobre el desarrollo del país, la pérdida de varias posibles generaciones de líderes o cuadros políticos y sociales como consecuencia de ese “terrorismo”, del “exilio” político o económico de muchos argentinos, y de la influencia profundamente negativa que tuvo la dictadura en el sistema educativo y cultural y en la transmisión de valores de pertenencia con la sociedad en que se vivía.
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Respuesta:
Entre las principales acciones de este gobierno estuvieron: La nacionalización y expropiación de los yacimientos petrolíferos de la IPC el 9 de octubre de 1968. Se organizó la Petro-Perú, una empresa estatal ligada, por entonces, a todos los procesos de la explotación, refinación y distribución del petróleo.
Explicación:
A partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 comenzó a implementarse un conjunto de medidas económicas que tuvieron un gran impacto, produciendo transformaciones sustanciales en el funcionamiento de la economía argentina. Analizando los distintos indicadores económicos puede advertirse la magnitud de los cambios, en los que es posible encontrar el origen de la mayor parte de los graves problemas que afrontó el país en las décadas posteriores.
Probablemente, el mayor efecto de estos cambios haya sido el de modificar el peso y el balance de poder entre sectores e intereses económicos, locales y externos, dando paso a un tipo de economía que se diferenciaría claramente de la prevaleciente en la etapa sustitutiva de importaciones. Se iniciaba así un nuevo modelo económico basado en la acumulación rentística y financiera, la apertura irrestricta, el endeudamiento externo y el disciplinamiento social.
Este proceso de cambio se encontraba estrechamente vinculado a razones de orden interno, aunque también a la evolución de la coyuntura económica internacional y a la particular articulación entre ambos factores.
Por una parte, la crítica situación económica mundial de principios de los años ‘70 -con la crisis del dólar primero y la del petróleo después- creó una amplia disponibilidad de capitales dispuestos a reciclarse para obtener mayores rentabilidades en los países del Tercer Mundo, lo que permitió a las dictaduras latinoamericanas tener el financiamiento necesario para imponer sus políticas económicas, precursoras del neoliberalismo en el mundo, antes aún de la llegada a sus respectivos gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. En esto tuvieron también un peso decisivo los organismos financieros internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, que querían facilitar la inserción de los países en desarrollo a los nuevos circuitos financieros.
Por otra parte, los factores internos no fueron menos importantes. La Argentina vivió desde fines de los ’60 y principios de los ’70 agudos conflictos sociales y políticos que se tradujeron en significativas movilizaciones populares así como en la existencia de grupos radicalizados -armados o no- en la escena política nacional.
Es por eso que, desde marzo de 1976, se produjo un punto de inflexión en la historia del país, fundado en la convicción, por parte de los principales responsables de la dictadura militar y de los sectores que los apoyaron, de que las proscripciones políticas ya no servían para eliminar las alianzas populistas y sus presuntos peligros sobre el orden social establecido.
Había que ir más a fondo y dado que esas alianzas se asentaban sobre el aparato productivo industrial, era imprescindible modificar radicalmente la estructura económica. Esto llevó a la adopción de una serie de políticas que fueron destruyendo las condiciones para un desarrollo económico sustentable; a la reformulación del papel del Estado, al que se obligó a asumir la carga de un creciente e insostenible endeudamiento externo; y a una drástica redistribución regresiva de los ingresos.
Para ello fue funcional el “terrorismo de Estado”, que sirvió, sobre todo, para anular o impedir el accionar de instituciones y organizaciones políticas, sociales y sindicales. Factores a los cuales se agregó, desde el punto de vista de su incidencia futura sobre el desarrollo del país, la pérdida de varias posibles generaciones de líderes o cuadros políticos y sociales como consecuencia de ese “terrorismo”, del “exilio” político o económico de muchos argentinos, y de la influencia profundamente negativa que tuvo la dictadura en el sistema educativo y cultural y en la transmisión de valores de pertenencia con la sociedad en que se vivía.