Thupayasitop
Sin negar los logros de la ciencia que han beneficiado al hombre, recordemos que los científicos son humanos. No son inmunes a las tentaciones y corrupciones, ni sus motivos son siempre nobles. A la ciencia le corresponde su lugar en la sociedad, pero no como si fuera una lumbrera infalible. Para la publicación Speculations in Science and Technology, "la historia de la ciencia indica que, por imponentes que parezcan (...) los principales científicos siguen siendo falibles". En algunos casos no se trata solamente de fallos. Hay expertos que disparan lúgubres advertencias sobre posibles catástrofes. El británico Joseph Rotblat, premio Nóbel de Física, manifestó su inquietud. "Me preocupan que otros adelantos proporcionen medios de destrucción a gran escala más fáciles de obtener que las armas nucleares. La ingeniería genética encierra bastantes probabilidades, dados los tremendos avances que ocurren en este campo". El escepticismo con el que algunos ven a los científicos es en parte merecido pues muchos de ellos se han puesto en entredicho a sí mismos como investigadores neutrales de la verdad. Aunque la ciencia ha aportado maravillosas visiones del planeta y del cosmos, ciertas predicciones de un mundo mejor, que se hacen apoyándose en la ciencia, suscitan más temor que esperanza. A aquellos que no les importa gastar sus vidas, sus esperanzas y enormes cantidades de dinero en busca de una señal, cabría preguntarles: ¿qué beneficios deriva la humanidad del inmenso esfuerzo y gasto por explorar el espacio exterior? ¿Importa tanto si Marte es un planeta deshabitado y tormentoso, seco y frío; si en él hay marcianos, si el sonido del viento es igual que el de la Tierra? ¿No sería mejor emplear todos los recursos para "limpiar y poner en orden" nuestra casa? De esta maravillosa aldea llamada Tierra, que con experimentos válidos o no se ha contaminado y se ha convertido en un vertedero de desechos de todo tipo. ¿Por qué buscar vida en otros planetas, mientras aquí en la Tierra, millones de niños mueren de hambre? La curiosidad humana y el anhelo de conocimiento continuarán impeliendo a hombres y mujeres a extender las fronteras de los descubrimientos. Roguemos que sea para bien de toda la humanidad, en pos de un mundo mejor.
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jessicalizeth
Definimos las cosas por sus límites. En el caso de la ciencia, son también los límites los que, al ampliarse, marcan su avance y desarrollo.¿Cuáles son los límites de la ciencia? Podríamos dividirlos en tres clases: los límites de lo desconocido, los de lo incognoscible y los de lo impertinente.Lo desconocido: existen cuestiones, preguntas, misterios que la ciencia todavía no ha penetrado, pero que (confiamos) llegarán a ser resueltos tarde o temprano, conforme la investigación científica, siempre de la mano del imparable desarrollo tecnológico, vaya ampliando su avance.En este terreno de lo (todavía) desconocido se encuentran cuestiones como, por ejemplo, la posibilidad de vida en otros planetas, las causas de la acelerada expansión del universo o la explicación del efecto placebo, gracias al cual algunos enfermos se curan sólo con recibir pastillas de azúcar. Los científicos están trabajando en ello, y al parecer no existe nada que les impida encontrar, a su debido tiempo, las respuestas.Un segundo límite es del de lo incognoscible: las cosas que sabemos que nunca podremos saber. Preguntas como qué hubo antes del Big bang, o si existen otros universos paralelos al nuestro van más allá de los poderes del método científico, pues —al parecer— no existe posibilidad de obtener información al respecto. Cierto, los cosmólogos pueden, extrapolando a partir de sus teorías, intentar construir respuestas plausibles, pero comprobarlas resulta imposible. No es que la respuesta no exista, sino que la forma en que está hecho nuestro universo no nos permite explorar para encontrarla.Finalmente, nos topamos con el límite de lo impertinente: las cuestiones en las que el método científico resulta inadecuado, fuera de lugar. Van desde las muy profundas (¿existe un dios —o diosa— creador del universo? ¿cuál es el sentido de la vida humana?) hasta las muy terrenales y cotidianas (¿cómo resolver problemas políticos, amorosos, éticos..?). En todos estos casos, la ciencia no sólo no tiene nada que decir; debe permanecer al margen del debate.Ante estos límites, una buena comprensión de lo que es la ciencia nos obliga a tener paciencia para llegar a conocer lo que todavía no conocemos, y humildad para aceptar que hay respuestas que nunca podremos conocer. Pero también a ser lo suficientemente inteligentes para reconocer que hay preguntas que tendremos que responder, sólo que sin su ayuda.’
Para la publicación Speculations in Science and Technology, "la historia de la ciencia indica que, por imponentes que parezcan (...) los principales científicos siguen siendo falibles". En algunos casos no se trata solamente de fallos. Hay expertos que disparan lúgubres advertencias sobre posibles catástrofes. El británico Joseph Rotblat, premio Nóbel de Física, manifestó su inquietud. "Me preocupan que otros adelantos proporcionen medios de destrucción a gran escala más fáciles de obtener que las armas nucleares. La ingeniería genética encierra bastantes probabilidades, dados los tremendos avances que ocurren en este campo".
El escepticismo con el que algunos ven a los científicos es en parte merecido pues muchos de ellos se han puesto en entredicho a sí mismos como investigadores neutrales de la verdad. Aunque la ciencia ha aportado maravillosas visiones del planeta y del cosmos, ciertas predicciones de un mundo mejor, que se hacen apoyándose en la ciencia, suscitan más temor que esperanza.
A aquellos que no les importa gastar sus vidas, sus esperanzas y enormes cantidades de dinero en busca de una señal, cabría preguntarles: ¿qué beneficios deriva la humanidad del inmenso esfuerzo y gasto por explorar el espacio exterior? ¿Importa tanto si Marte es un planeta deshabitado y tormentoso, seco y frío; si en él hay marcianos, si el sonido del viento es igual que el de la Tierra? ¿No sería mejor emplear todos los recursos para "limpiar y poner en orden" nuestra casa? De esta maravillosa aldea llamada Tierra, que con experimentos válidos o no se ha contaminado y se ha convertido en un vertedero de desechos de todo tipo. ¿Por qué buscar vida en otros planetas, mientras aquí en la Tierra, millones de niños mueren de hambre?
La curiosidad humana y el anhelo de conocimiento continuarán impeliendo a hombres y mujeres a extender las fronteras de los descubrimientos. Roguemos que sea para bien de toda la humanidad, en pos de un mundo mejor.